Análisis de la Semana Santa: La responsabilidad de la carga

Es inaudito que los cargadores no se presenten al trabajo, que los capataces hayan perdido autoridad o que las juntas de gobierno no vean venir las muchas situaciones que se han dado de Domingo de Ramos a Sábado Santo

Las imágenes del regreso del Santo entierro  a Santa Cruz
Cargadores de Soledad reciben el apoyo desde fuera en la procesión del Sábado Santo. / Lourdes De Vicente

Dos son las escenas que sobresalen de todas las demás respecto al mundo de debajo de los pasos en Andalucía. La primera es de la Madrugada del Viernes Santo en Jerez, con el paso de palio de la hermandad de las Cinco Llagas volviéndose a su templo en mitad de la procesión por falta de fuerzas y de costaleros; prácticamente el caso idéntico se dio el Sábado Santo en Cádiz con la Virgen de la Soledad de Santo Entierro, cuya cofradía regresaría a Santa Cruz al llegar a Catedral por los mismos motivos. No obstante, lo ocurrido en Jerez y en Cádiz no es más que la punta de un iceberg que se esconde bajo el agua y que tiene a cofrades y no cofrades envueltos en un amplio debate sobre la carga, sus estilos y, lo más preocupante, su futuro.

En el caso de Cádiz capital, desde el mismo Domingo de Ramos hasta el Sábado Santo se han visto escenas repetidas de pasos que no marchaban de manera adecuada, algunos con efectos más llamativos que otros. Pero se han visto cortejos completamente descompuestos con un regreso insufrible, estampas que no se veían hace décadas de gente de la calle entrando bajo los pasos a cargar en mitad de una procesión, o incluso de ayudas externas de otras cuadrillas para permitir que un paso pueda seguir su recorrido.

Todo lo vivido merece una seria reflexión y un profundo análisis respecto a tres estadios de responsabilidad en esto de la carga. De nada valdrá mirar para otro lado o culpar al Covid de lo ocurrido, como tampoco sirven de nada esos exaltados comentarios en redes sociales obviando lo evidente o defendiendo lo indefendible.

En primer lugar, merece la atención la nueva hornada de hombres que acceden al interior de los pasos, con una pasmosa facilidad y una sonrojante falta de compromiso. Tanto el capataz de las Cinco Llagas de Jerez como el de la Soledad de Cádiz han señalado la ausencia de cargadores, bien porque horas antes de la salida comunicaban que no podrían presentarse (en la mayoría de los casos, parece, por el cansancio acumulado al cargar los días anteriores) o bien porque directamente no se presentaban, sin avisar siquiera. Una realidad muy preocupante que deja en evidencia a todo un colectivo y que destroza el trabajo que semanas antes haya preparado el capataz y la propia cuadrilla.

Vinculado a esto, hay que señalar también a esa gran cantidad de cargadores que repite un día sí y otro también bajo los pasos, con el sufrimiento extremo que eso conlleva y el lógico agotamiento físico para rendir un Sábado Santo (en el caso de Soledad) como lo haría un Domingo de Ramos o un Lunes Santo. Una realidad que se ha manifestado este año más de la cuenta y que debe hacer reflexionar a los cargadores sobre los límites de sus capacidades a la hora de comprometerse con distintas cuadrillas.

En segundo lugar, en el escenario que deja la carga (en general, no la gaditana en particular) tras la Semana Santa quedan señalados también los capataces, incapaces de conseguir ese compromiso de sus hombres a la hora de ser convocados a una hora y en un sitio para realizar un trabajo debajo de un paso. Es preocupante que tantos cargadores no aparezcan determinado día, como lo es que a lo largo del recorrido se vayan saliendo y no apareciendo en los sucesivos puntos de relevo, u otras estampas que se han vivido con demasiada asiduidad la pasada semana y que los propios capataces vienen reconociendo en diferentes entrevistas y valoraciones públicas.

En un sistema de carga con dificultades para llenar el interior de los pasos, especialmente exigente en Cádiz donde cualquier paso viene a necesitar prácticamente el doble de personas que en otros lugares por la disposición de los cargadores con el palo en el hombro respecto a los palos transversales, se hace necesario la existencia de capataces con autoridad sobre sus hombres que garanticen el trabajo debido y previamente acordado con la hermandad.

Y es la hermandad, en tercer lugar, la que debe reflexionar sobre todos estos problemas. Son las juntas de gobierno las que también merecen un señalamiento, como responsables últimos de la procesión en la calle. En muchos casos hay un absoluto distanciamiento respecto a los preparativos de una cuadrilla, lo que hace no prever los problemas que luego se dan en la calle, en esta ocasión con demasiada asiduidad. La responsabilidad de la junta de gobierno es velar por la buena configuración de la cuadrilla y el buen desarrollo de los ensayos y el trabajo previo, garantizando que el culto externo de las imágenes se desarrollará como es debido (sin dejar de tener en cuenta que siempre puede haber cualquier incidencia o imprevisto).

La carga vuelve a ser, después de muchos años, el aspecto más comentado que deja la Semana Santa. Y el mantenimiento de la tradición gaditana de llevar los pasos exige ahora un profundo análisis en esos tres sectores implicados (cargadores, capataces y juntas de gobierno) si se quiere poner remedio antes de que sea demasiado tarde.

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