Balance Semana Santa de Cádiz 2022: Un suspiro que da para mucho
Acaba una Semana Santa marcada por el regreso de las hermandades a las calles, por la lluvia, por el Cabildo Catedral y por el incumplimiento horario, entre otras muchas cuestiones
Tres años de espera, dos años sin percibir la más mínima señal, y pasó en un suspiro. Un simple pestañeo ha transcurrido desde el Domingo de Ramos al de Resurrección; un abrir y cerrar de ojos que engloba ocho días intensos con una treintena de procesiones y muchos flecos de los que tirar en los próximos diez u once meses para analizar lo mucho que ha dado de sí esta Semana Santa del reencuentro, una Pasión que ha estado marcada, qué duda cabe, por el histórico regreso de las cofradías a las calles de la ciudad.
Esto último es, de manera rotunda, la principal clave que marca el desarrollo de esta Semana Santa que culminará este mediodía con la procesión del Resucitado de regreso a San Antonio desde la Catedral. Tras dos años absolutamente en blanco a consecuencia de la pandemia, las cruces de guía han vuelto a asomar por las puertas de las iglesias y los redobles de bandas han vuelto a marcar el andar de los pasos de misterio y de palio. Y eso es lo más importante. Pero a partir de ahí, se abre un período especialmente intenso e incierto en el que las hermandades tendrán mucho que reflexionar e importantes decisiones que adoptar en función de las distintas situaciones que han ido aconteciendo estos últimos días.
Principalmente pueden ser tres las claves de esta Semana Santa de 2022 que conviene analizar en futuras semanas y sobre las que las cofradías deben reflexionar y actuar: la lluvia (patinazo del Cabildo Catedral incluido), el incumplimiento horario y la carga, este último apartado agravado sobremanera por lo ocurrido con la salida de la hermandad del Santo Entierro.
Las decisiones adoptadas por los responsables de las hermandades, especialmente en lo relativo a las inclemencias meteorológicas y a la cuestión horaria, han sido toda una sorpresa a lo largo de la semana. Lo más llamativo es la lluvia del Lunes Santo y la decisión de las cuatro cofradías de salir a la calle pese a las predicciones más que evidentes, lo que provocó que las tres primeras del día (Palma, Amor y Prendimiento, por orden de salida) tuvieran que quedar refugiadas en la Catedral y la cuarta (Vera-Cruz) llegara a plantar el primer tramo de su cortejo durante bastantes minutos en la plaza de San Francisco a la espera de tomar una decisión definitiva que luego se demoró en el tiempo.
También marcó la lluvia la jornada del Martes Santo, donde otras tres hermandades (Caído, Columna y Ecce-Homo) volverían a mojarse mientras transitaban por la carrera oficial; las otras dos (Sanidad y Piedad) han sido las únicas corporaciones que decidieron desde un principio no realizar la estación de penitencia, en un sensato ejercicio de prudencia y razón que se ha echado en falta el resto de la semana, sobre todo estos dos días (Lunes y Martes Santo).
En medio de estas lluviosas jornadas cobra especial protagonismo este año el Cabildo Catedral, que se desmarcó en la mañana del Martes Santo con un rotundo e hiriente comunicado respecto a la decisión de las hermandades del Lunes de refugiarse en la Catedral que queda aún pendiente de resolver. No parece muy lógico que cuestiones que ya fueron discutidas y analizadas en la noche del Lunes Santo en el interior de la Catedral (en presencia del canónigo que el Cabildo envió de urgencia, ante la ausencia de representación alguna al paso de las hermandades durante toda la tarde) tuvieran necesidad de airearse públicamente; máxime cuando no todo lo reflejado en el brusco comunicado es cierto, ni tampoco acorde a lo que se espera a una institución eclesiástica.
Lamentablemente, se ha echado en falta una posición igual de pública y oficial por parte del Consejo de Hermandades, que ante la denuncia pública del Cabildo optó por guardar silencio.
El incumplimiento horario ha sido otra de las claves de este año, lo que a buen seguro generará intensas reuniones de cada uno de los días de la semana en ese balance posterior que debe convocar el Consejo. En este campo, llama la atención lo ocurrido en el Despojado, que llegó a acumular más de dos horas de retraso respecto al horario acordado, en un sorprendente final de trayecto en el que la banda del Rosario de Linares se marchó a la hora prevista de recogida de la cruz de guía (una y media de la madrugada), realizando el resto del itinerario -con absoluta parsimonia en el transitar del cortejo- la agrupación musical Polillas, que venía de acompañar al misterio de la Sagrada Cena.
Este mayúsculo retraso fue el final de una jornada que se inició ya con 40 minutos de retraso de la primera de las hermandades, Borriquita; unos minutos que en ningún caso se recortarían luego y que incluso se ampliaría con un nuevo retraso, en este caso provocado por la hermandad de Humildad y Paciencia.
En medio de todo ello queda bastante debilitada la figura del Consejo de Hermandades, que no ha sabido gestionar este año los retrasos, los adelantos ni las decisiones e improvisaciones fruto de la lluvia; aspectos que a priori estaban claros y en los que venía funcionando relativamente bien el organismo cofradiero hasta antes de la pandemia. Por tanto, es de esperar que la permanente que preside Juan Carlos Jurado tome también cartas en el asunto y o bien asuma errores en la coordinación o bien depure responsabilidades en el seno de los responsables de las salidas procesionales para garantizar, en lo sucesivo, el buen discurrir de las hermandades en la calle.
En el otro extremo hay que apuntar también a las cofradías que incumplieron horarios pero por delante de lo previsto, algo que marcó especialmente el Jueves Santo, con una hermandad de Afligidos que llegó con 10 minutos de adelanto a Palillero y que terminaría recogiéndose una media hora antes de lo anunciado; o con una hermandad de Medinaceli cuyo paso de palio hacía entrada en Santa Cruz a la hora en la que estaba anunciada la llegada al templo de la cruz de guía (alrededor de las cuatro y veinte de la Madrugada).
Más allá de estas grandes claves, también hay que valorar el mantenimiento, en líneas generales, del número de capirotes en los cortejos de prácticamente todas las cofradías; así como el avance en lo que a patrimonio se refiere con destacados estrenos entre los que sobresale especialmente el nuevo paso del Nazareno, llamando también la atención el dorado del paso de Las Penas, los avances en el paso de Columna, los nuevos respiraderos de Prendimiento, los simpecados de Ecce-Homo y Nazareno o las túnicas de todo el cortejo del Nazareno del Amor.
Con la procesión de regreso a San Antonio del Resucitado a primera hora de la tarde de este Domingo de Resurrección se dará por concluida de manera oficial esta Semana Santa que ha tardado tres años en llegar, que ha pasado en un suspiro y que a buen seguro va a dar lugar a profundos análisis, intensas reuniones y -esperemos- decisiones a la altura de las circunstancias.
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