Cuando Cádiz calla

Semana Santa de Cádiz 2019 | Buena Muerte

Sobrecogedora salida de la Buena Muerte con una plaza de San Agustín a rebosar

Salida de la hermandad de Buena Muerte. / Fito Carreto

Silencio que viene el Silencio. Ni los niños, siempre inquietos, hablan. La plaza de San Agustín es un hormiguero humano solo iluminado por los teléfonos móviles. No cabe un alma. El respeto es mayúsculo. Siseos que anuncian la salida del Cristo de la Buena Muerte, palabras mayores en un Cádiz que calla a medida que el paso avanza. Que apaga sus luces cuando, qué paradoja, aparecen las llamas de los hachones. La portentosa imagen cierra el Viernes Santo y crea la expectación propia de un patrimonio común. La tradición que se admira, la devoción que se hace perpetua.

Salida del palio de María Santísima del Mayor Dolor. / Fito Carreto

El paso, guiado por Pablo Lacave, anda hacia la carrera oficial. En el frontal, y con motivo del 125 aniversario que cumple este año la hermandad, luce el escapulario de su fundador, Cayetano del Toro. Solo las horquillas y la música de la sevillana capilla Calvarium rompen el silencio del Silencio. Las luces desaparecen hasta en el Ayuntamiento. Detrás, el palio de María Santísima del Mayor Dolor, de cajón con corbatas en los varales, alcanza la plaza de San Agustín. La candelería encendida dice que la noche, con tímida brisa y buena temperatura, es propicia para el reencuentro que se espera todo un año. La cuadrilla de cargadores, a las órdenes de su capataz, Juan José Camacho, saca el paso con mimo por la estrecha puerta del templo. El recogimiento no cesa. Suena el trío de capilla San Pablo. La Buena Muerte, el Silencio de Cádiz, ya está en la calle. El Viernes Santo se corona como Dios manda.

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