Cádiz vive un inusual domingo de Cristo Rey
A la procesión del Señor de la Paz de Borriquita se le ha unido una coronación, la del Cristo de la Vera-Cruz, y el festejo improvisado en el Carmen por el fin de año... litúrgico
Una nueva Virgen para Cádiz
Domingo de Cristo Rey. Cúlmen de otro intenso fin de semana en el apartado cofradiero, con múltiples convocatorias que sirven, para el público menos comprometido, para saber qué celebra la Iglesia en cada momento. Este domingo era la fiesta de Cristo Rey, con la que finaliza el año litúrgico que el próximo fin de semana volverá a arrancar de la mano del Adviento. Una jornada en la que sobre el papel destacaba la procesión del Señor de la Paz de Borriquita, pero que ha dejado mucho más a lo largo de la mañana.
El domingo de Cristo Rey de este año 2023 ha dejado, por ejemplo, la primera ceremonia -que se sepa- de coronación de un Cristo. La ciudad no anda acostumbrada a celebrar coronaciones (lleva solo siete desde que se impusiera la corona sobre las sienes de la Virgen del Rosario hace 76 años) y sólo había tenido una con acento masculino (la de San José, en 2020). Pero este domingo de Cristo Rey vivió una muy particular, la del Cristo de la Vera-Cruz.
El curioso momento ocurrió durante la eucaristía de acción de gracias por el 250 aniversario de la bendición de esta talla, con la que la hermandad del Lunes Santo ha culminado el programa de cultos y actos que durante los meses pasados ha venido desarrollando. Con motivo de esta culminación de los actos extraordinarios, un grupo de hermanos había donado una corona de espinas realizada en plata sobredorada, que ha sido impuesta a la imagen durante esa función de acción de gracias.
Con el Crucificado en el altar mayor de San Francisco, como sólo ocurre en Cuaresma y en alguna ocasión extraordinaria, la hermandad dispuso una escalera a la que subió el sacerdote que presidía la función (el director espiritual Rubén Virués) para imponer esa nueva corona de espinas, colocando también con posterioridad las potencias que ya posee este Cristo mientras sonaba de fondo, al órgano, la pieza ‘Christus Vincit’ y los asistentes rompían en aplausos.
No ha sido, para nada, el único momento peculiar o inusual de la mañana dominical. A pocos metros de San Francisco, en la iglesia del Carmen, se improvisaba una fiesta de despedida del año litúrgico a la usanza del 31 de diciembre. En una curiosa iniciativa del carmelita Ángel Palomino (un habitual a la hora de incorporar guiños e innovaciones en las celebraciones religiosas para captar la atención de los asistentes, especialmente de los más pequeños), al término de la misa de Cristo Rey se celebraron unas improvisadas campanadas del fin de año, litúrgicamente hablando.
Los asiduos a la misa dominical del Carmen ya sabían que tenían que llevar algún producto; para el resto, el fraile carmelita llevó célebres conguitos en sustitución de las tradicionales uvas de fin de año. Y campana en mano, el sacerdote fue entonando los doce tradicionales (previo a los cuales improvisó un toque de cuartos) para acabar brindando, con moscatel de Sanlúcar, por este final del año litúrgico que la Iglesia celebra en el domingo de Cristo Rey.
Estas inusuales celebraciones se sumaron a la procesión de Borriquita, que como es habitual sacaba a la calle al Señor de la Paz para celebrar esta fiesta litúrgica. Sería poco antes del mediodía cuando el paso emprendiera su caminar desde la iglesia de San José, en una procesión que congregó más público que otros años y que alrededor de las dos y media de la tarde regresaba al templo, culminando así la intensa agenda de Cristo Rey que estos días ha tenido procesiones, besamanos, triduos, funciones, meditaciones y demás convocatorias, a las que en la inusual mañana del domingo se sumaron una coronación y unas campanadas.
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