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Camino de Almonte cargados de gaditanía

Los rocieros gaditanos, ante el Nazareno de Santa María. / Julio González

“Nos vamos bendecidos”, ha dicho el hermano mayor del Rocío de Cádiz, Jesús Montaño, a las plantas del Nazareno de Santa María. Bendecidos por Él, Regidor Perpetuo de la ciudad, al igual que minutos antes lo habían sido por la Patrona, la Virgen del Rosario. Las dos grandes devociones, los dos regidores perpetuos de Cádiz, presentes en la salida del Rocío, que este año también recuperaba la despedida institucional en la puerta del Ayuntamiento, donde recibió a la comitiva de romeros el alcalde (que también estuvo en la misa de primera hora de la mañana) y varios concejales para desearles el mejor camino posible a través del que llevar el nombre de Cádiz a Almonte.

No se puede, por tanto, empaparse de más gaditanía para poner rumbo a El Rocío, por parte de una hermandad que ha hecho de su salida de la ciudad una mañana bastante emotiva y cargada de sensaciones y momentos especiales. Como el que da recorrer la Avenida principal en dirección al centro usando los cuatro carriles y dejando atrás esos martes de apuros y prisas con coches circulando junto a la carrera y los romeros; o el que supone ser recibidos por una Corporación que volvía a despedir a la hermandad, huérfana de representantes del gobierno municipal los dos mandatos anteriores; o como ha sido escuchar a Iván Roa interpretar a los pies de Jesús una emocionada sevillana que unía al Nazareno con el Rocío.

Sevillanas en Santa María, y mucho Cádiz en el interior de la plateada carreta del Simpecado, plagada de centros y ramos de flores que la hermandad iba recibiendo en esos primeros metros de su salida que un año más volvió a llenar el asfalto y los adoquines de botos, sombreros de ala ancha y trajes de flamenca. La ciudad hecha campo por unas horas, muy pocas, las que han transcurrido desde que el Simpecado salió de San José al término de la Misa del Peregrino (en torno a las nueve de la mañana) hasta que la carreta llegó al patio de la Casa del Niño Jesús, en las Puertas de Tierra (pasadas las once).

No tiene la hermandad de Cádiz caballos que formen parte del cortejo, pero no faltaron los vivas, las palmas y las sevillanas que dieron calor a un frío martes que augura un camino liviano, ya que las bajas temperaturas que parece imperarán en estos próximos días juega a favor del camino por las arenas, así como la humedad para refrescar el suelo que desde la tarde de ayer y hasta el mediodía del viernes pisarán los rocieros gaditanos.

Ese será el tiempo -dos días completos, más la tarde-noche del martes y la mañana del viernes- que empleará la hermandad en pasar de Cádiz a Huelva, de Sanlúcar a Almonte. Un camino marcado por sevillanas, como la que ha sonado en el balcón de una casa del barrio de Santa María al paso de la carreta, con petalada incluida; de mucho cansancio, de atascos de los 22 vehículos que forman la comitiva gaditana cuando las arenas se compliquen, de bautizos rocieros con vino y sal sobre la cabeza de los nuevos romeros, como Antonio, que se suman a esta familia que en la mañana del martes ha impregnado de Rocío la ciudad, como este fin de semana llenará El Rocío de gaditanía.

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