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El Corpus vence a los elementos

La procesión regresa a la calle y regala una gran jornada de domingo pese a los elementos adversos, que incluyen la amenaza de lluvia

Galería gráfica de la procesión del Corpus de Cádiz

Las imágenes de la procesión del Corpus / Lourdes De Vicente

El reencuentro de la ciudad con el Santisimo, en su forma más tradicional y celebrativa vehiculizada por la Custodia de plata, no podía tener más factores en contra. Bueno, sí, la lluvia, y también amenazó la mañana y terminó haciéndose presente aunque en momentos muy puntuales y de forma muy leve. El mal tiempo protagonizó el último factor en contra de una fiesta especialmente castigada en este año que suponía su regreso a las calles.

La ciudad amanecía sin altares, a la espera de que a primera hora llegara el Señor de la Cena a la calle Nueva y de que abrieran las puertas de San Juan de Dios, Santiago y Valvanuz; las fachadas y balcones se mostraban también inusitadamente desnudos, con las rejas de las terrazas sin cubrir ni siquiera por las colgaduras que en su día repartía el Ayuntamiento y posteriormente el Consejo de Hermandades. La apatía generalizada en que parece sumida Cádiz se hacía evidente en una mañana de Corpus con apenas tres toldos en San Juan de Dios, sin rastro de romero y tomillo en las calles del recorrido y sin música de banda anunciando, en la tradicional diana floreada, que pronto pasará el Santísimo.

A esta sensación de vacío, de dejadez, se le sumaban las elecciones andaluzas, sin ningún colegio electoral en el itinerario de la procesión (afortunadamente) pero con algún que otro interventor, tarjeta correspondiente colgada del cuello, transitando o incluso viendo pasar el cortejo. A lo que se unía alguna que otra ausencia obligada por la convocatoria a formar parte de una mesa electoral, que no solo de cabildos vive el cofrade.

Todo ello con la amenaza de un Carnaval Chico que truncó de manera brusca el sábado de vísperas y que dejó ver algún que otro disfraz, aparentemente de personas desorientadas llegadas de fuera, por las calles del centro.

El remate a tanto despropósito, a tantos elementos en contra, fue la lluvia, que justo en el momento en que salía el cortejo hizo acto de presencia. Afortunadamente, de manera bastante leve y aislada, lo que mantuvo el orden habitual y el normal transitar en todo momento y permitió completar la procesión en su totalidad y conforme a lo previsto.

Pasaban las once menos veinte de la mañana cuando el cortejo empezaba a salir por la puerta de Arquitecto Acero, ante la consabida ausencia de la rampa este año, justo en el momento en que los sacerdotes asistentes a la misa empezaban a repartir la comunión a los asistentes. Una media hora antes de ese momento, en plena homilía del obispo, Rafael Zornoza, la custodia avanzaba a ruedas por el interior de la Catedral para salir a la calle y quedar ‘aparcada’ ante la puerta principal, bajo la escalinata, hasta que el canónigo Guillermo Domínguez Leonsegui colocaba el Santísimo, ya con la totalidad del cortejo fuera.

El cortejo parecía más nutrido que otros años, con el grueso de la formación integrado casi en exclusiva por las hermandades de la ciudad, cuyos guiones y representaciones iban intercalados con los pasos del Dulce Nombre de Jesús, el Beato Diego, los Patronos y la Virgen del Rosario.

Delante de la Custodia marchaban los seminaristas y el clero, además de los acólitos. Y tras el llamativo monumento de plata, cuidado con esmero por el equipo que dirige el capataz Julio Reyeros y exornado con destacada belleza, marchaba el obispo, el Cabildo Catedral y las representaciones civiles y militares (entre las que marchaban el Subdelegado de Defensa, el comandante naval de Cádiz, el Ateneo, el Colegio de Abogados, la Academia Hispanoamericana o el Colegio de Enfermería) que cerraba la Corporación Municipal (representada exclusivamente por concejales del Partido Popular con José Carlos Teruel portando el pendón de la ciudad, y por Carmen Fidalgo, de Ciudadanos) y los Caballeros Hospitalarios, cuya representación de chaqué era la última de un cortejo que cerraba la banda de música de Nuestra Señora de Palomares, de Trebujena.

Pese al mal tiempo y al resto de contratiempos, muy numeroso fue el público que acudió al regreso del Corpus a las calles de la ciudad, con mayoritaria presencia en determinados tramos como Compañía, Nueva, San Juan de Dios o la culminación en Catedral, donde el obispo impartía la bendición final poco después de las doce y media del mediodía, dando paso en ese momento a los distintos traslados de las imágenes que participaron en el cortejo o que presidieron el único altar en la calle y que alargaron la jornada festiva del Corpus, que pese a las elecciones, el Carnaval Chico, la falta de colaboración en determinadas cuestiones por parte del Ayuntamiento y el escaso empujón ofrecido también por la propia Iglesia gaditana, regresó a la ciudad.

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