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Había llegado el calor para recibir al Día de la Asunción de la Virgen. La alta temperatura se sumaba a los nervios, como relataba Elisa Montero, hermana mayor de la cofradía de la Expiración, ataviada con mantilla para la ocasión. Se estaba preparando el cortejo para celebrar el 75 aniversario de esta corporación y en la calle Sagasta, fuera de la iglesia de San Lorenzo, esperaba mucho público. Poco antes de las seis y media de la tarde asomaba la cruz de guía al dintel de la parroquia como antesala a un grupo de niños, hermanos de la cofradía. Completaban el desfile hermanos jóvenes y adultos y representaciones eclesiásticas y del Ejército de Tierra, la Armada Española, la Policía Nacional y la Guardia Civil, en este caso con cinco escoltas junto al paso, acentuando la histórica unión de la Expiración con la Benemérita. Además, representando al Consejo Local de Hermandades y Cofradías estaba su presidente, Juan Carlos Curado. Asimismo arropaban a la hermandad en su efeméride representaciones de hermandades del Viernes Santo y de la iglesia de San Lorenzo, así como de Desamparados de la Iglesia Castrense, ahora en obras aunque sede canónica de Expiración. El paso de misterio, con la novedad de le recuperación de una estampa de antaño con la Virgen de la Victoria y el San Juan Evangelista a los pies del crucificado, salía al exterior tras una complicada maniobra, sin rampa y con guías para las ruedas que le acercaron hasta la calle. En sus primeros andares por Sagasta la Agrupación Musical Lágrimas y Dolores, de San Fernando, interpretaba la marcha 'La esencia de un barrio'. En el aire, el aroma de un estreno, el del incienso propio de la cofradía, denominado 'Consumatum est'. La procesión extraordinaria estaba ya en la calle y le quedaban por delante más de siete horas.
Expiración iba a reencontrarse con su historia saliendo de San Lorenzo, su sede hasta 1977, y pasando por delante de la iglesia Castrense, además de hacerlo en la calle Cervantes por el que fuera el domicilio particular de María Teresa de la Cruz, artífice en los años 20 del siglo pasado de la devoción al Cristo de la Expiración.
Por la mañana se celebró la Función Solemne presidida por el arzobispo castrense de España, Juan del Río, quien entregó a la hermandad la corbata de la Cruz Fidélitas por su vinculación y sus méritos hacia la iglesia castrense. A su vez, la cofradía entregó al arzobispo la Cruz Pectoral de Oro.
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