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Hágase la luz de la Semana Santa 2015

Domingo de Ramos

Excepcional arranque de las estaciones de penitencia de la ciudad El sol marca una jornada a la que regresó la hermandad de Las Penas y en la que brillaron las cinco cofradías que salieron a la calle

Hágase la luz de la Semana Santa 2015
P-M. Durio / P.m.espinosa / M. Mateo / J.m. Sánchez R./ Cádiz

30 de marzo 2015 - 06:38

Y se hizo la luz de la Semana Santa, la luz que el cofrade espera durante todo un año, la luz para tantos niños pequeños que se colocan en primera fila del público para ver pasar los cortejos.

La luz del sol, que ayer brillaba con justicia en un día casi de verano. Y es que este año el tiempo ha querido sumarse de manera decidida a la celebración; parece que los cielos hubieran firmado un convenio con el Consejo de Hermandades y con la delegación municipal de Playas para acompañar a la Semana Santa y a la apertura de la temporada de playas que coincidían en la jornada de ayer, despejando al completo unos cielos que hace pocos días sólo estaban cubiertos de nubes y elevando los termómetros que al fin ha mandado a los armarios la ropa de abrigo. Un leve viento fresco ayudaba a paliar las altas temperaturas que se registraban en la ciudad al comenzar la jornada.

A la hora convenida, el Domingo de Ramos echó a andar. Primero en la Alameda y media hora más tarde en Salesianos. Eran las tres y cuarto de la tarde y ya había dos cofradías recorriendo las calles de la ciudad; una los adoquines de la Alameda, Calderón de la Barca o Mina; y la otra por el asfalto de la Avenida y del Paseo Marítimo camino de esa otra ciudad que se esconde tras las Puertas de Tierra. Mención especial merece en el trayecto de Borriquita a Catedral la parada que cada año suele hacer en la iglesia de San Agustín, donde ayer fueron recibidos por el paso de palio de la Virgen de la Amargura. El sol, bendito sol de Domingo de Ramos, sacaba al llegar a San Agustín lo mejor del paso de Borriquita, con un magnífico también exorno floral. Y regalaba un momento muy destacado en la puerta de la parroquia agustina, delante de la que la Virgen del Amparo levantó a pulso a los sones de la marcha Hosanna in excelsis, en un buen trabajo de las cuadrillas de ambos pasos, dirigidas por los hermanos Martín (misterio) y José Julio Reyeros (palio).

La de ayer fue también la luz de los nuevos candelabros que iluminaban los pasos de misterio, algo que también marcó la jornada. Las piezas de madera tallada que estrenaban Borriquita y Despojado suponían dos de los estrenos más vistosos en el día de ayer, consiguiendo en ambos casos un resultado más que positivo. Por un lado, las imágenes de Borriquita han conseguido una mejor visión desde las aceras gracias a la distribución que ha permitido los nuevos candelabros; y por otro, el paso del Despojado empieza a dejar ver lo que puede ser en un futuro.

Conforme avanzaba la jornada iban incorporándose a la calle las procesiones de Sagrada Cena y de Las Penas. La luz de la eucaristía que simboliza el cáliz que porta en su mano izquierda el Señor del Milagro se dejó volvió a brillar por la calle Sopranis, seguido este año por sones de cornetas y tambores y estrenando también cuadrilla de cargadores.

Y la luz de San Lorenzo, que volvía a abrir sus puertas después de que el año pasado no pudiera procesionar. Música de nuevo el Domingo de Ramos por la calle Sagasta, la que puso la banda de cornetas y tambores Cristo de los Milagros, de Sanlúcar, que acompañaba al paso del Señor. El bullicio en el exterior a la espera de ver de nuevo los capirotes rojos y las capas azules o blancas camino de la Catedral contrastaba con el silencio y el orden que reinaba en el interior de San Lorenzo. Exquisita preparación la de la corporación a la hora de salir, nombrando la vicehermana mayor, Inmaculada Ruiz, uno a uno a todos los integrantes del cortejo.

A las seis y cinco de la tarde estaba ya el Cautivo realizado por Álvarez Duarte en la calle, lo que suponía un premio a tanto trabajo hecho por sus hermanos en el último año para devolver la normalidad a la cofradía y los titulares a la calle.

La última luz de la tarde fue para ver por San Francisco a la cofradía de Humildad y Paciencia. Ya estaban las cuatro cofradías en la calle cuando en el interior de San Agustín se preparaba el cortejo de la quinta. Con música de órgano, que estuvo tocando Roberto Domínguez, y con parte de la candelería del palio del Mayor Dolor encendida, la última hermandad del domingo aprovechaba los últimos rayos de sol para plantar toda su historia y todo su patrimonio en la calle en apenas veinticinco minutos.

Y cuando se fue la luz del sol, brillaron las candelerías de los palios. Una de las ventajas que aportó el buen tiempo en el día de ayer, y que parece que se mantendrá en estas próximas jornadas, fue la ausencia casi total de viento, lo que supuso un gran privilegio para que la cera ardiera en cada paso. Especialmente lucidos, por tanto, desfilaron por la carrera oficial o camino de regreso a sus templos los pasos de palio de Amparo, de Borriquita; Caridad, de Las Penas; y Amargura, de Humildad y Paciencia.

Todo eso por una carrera oficial en la que fueron acumulándose unos minutos de retraso en el tramo final de la jornada (alrededor de veinte minutos, por ejemplo, cuando Las Penas transcurría por Ancha; y veinticinco cuando Amargura hacía su entrada en Palillero).

Quedaba entonces regresar a casa, en un camino que el Despojado, pese al largo trayecto que tenía por delante, seguía recorriendo con su característico andar, que fue muy aplaudido en muchos puntos del recorrido aunque en algunos otros no fuera respetado por quien o quienes lo contemplaban.

Y con la llegada de este último paso al colegio de Salesianos, ya entrada madrugada, se daba por finalizado un nuevo Domingo de Ramos; la jornada en la que volvió a hacerse la luz de la Semana Santa. Y vaya luz la que brilló ayer en la ciudad.

Borriquita. Fervor del barrio del Mentidero para los gaditanos

La primera levantá de una Semana Santa siempre es especial. Lleva detrás el trabajo de todo un año en pos de un culto externo que llevar de fervor las calles y de alegría el semblante de los hermanos. Rosa María Cossi, que la pasada semana pregonó de manera magnífica la semana mayor, fue la encargada de dar los toques de martillo en el paso de misterio de la Borriquita tras atravesar la puerta del Carmen. Su dedicatoria fue sabia y gaditana. "Con la ilusión de que contagiéis a Cádiz con la alegría que tiene esta hermandad", les dijo a los cargadores.

Como cada año, el interior del Carmen se pobló de autoridades pero también de los más jóvenes cofrades, muchos de los cuales debutaban en estas lides. Alguno incluso se arrepintió a última hora, sobrecogido quizá por la emoción, el capirote o el calor que se dejaba sentir en la Alameda a las dos y media de la tarde. Por allí, además de la pregonera, pudo verse a la alcaldesa y a Alejandro Varela, concejal de Cultura, que quisieron arropar a la cofradía más madrugadora del Domingo de Ramos.

Delante del misterio, los hermanos Paco y Tomás Martín con su templanza. Órdenes claras y concisas para que los cargadores acercaran los pasos sobre patines a la puerta del templo. Y allí, tras asomar las maniguetas, los sones de la Marcha Real. Los Polillas se situaron tras el paso y le dedicaron la marcha que lleva por nombre Jesús de la Paz en homenaje al Señor del Mentidero, el que se traslada cada año hasta el Carmen para llenar de alegría, como dijo la pregonera, a su ciudad.

Y tras el misterio, la Virgen del Amparo, la Guapa, como se la conoce en Cádiz, con José Julio Reyeros de capataz, un discípulo del recordado Manuel Merello, Rubio del Aceite. Antes de entrar bajo el palio, la cuadrilla rezó y gritó un sentido "Viva" la Virgen del Amparo.

Y así, con una Alameda resplandeciente, se fueron perdiendo el Señor y su madre entre árboles marineros y la devoción de niños de todas las edades, de 1 a 91 años.

Despojado. La despedida a la Concepción antes de salir a la calle

Faltaban aún cinco minutos para las tres de la tarde cuando las puertas del polideportivo de Salesianos se abrieron y por ella salieron el director del colegio escoltado por dos nazarenos, el hermano mayor de la cofradía, Alfonso Cortés, y otro miembro de la junta. Justo antes de salir, tuvieron el gesto de dirigirse al templo de María Auxiliadora y despedirse de la Virgen de la Concepción, que por ahora aguarda en extramuros cada Domingo de Ramos el regreso de todos los hermanos de la joven cofradía.

Con este bonito gesto se iniciaba la estación penitencial, un año más, del Despojado. Cristo del Amor siempre primera marcha que suena en el interior del colegio mientras el paso dirigido por Joaquín Cortés da sus primeros movimientos, combinando los dos ritmos en el andar que caracterizan a esta cuadrilla. En la calle, mucho público esperando la llegada de una imagen que ha cautivado desde el primer momento. "¡Qué cosa más bonita, Dios mío!", le decía en voz alta una señora en la acera. Entre los aplausos que seguían a cada cambio de ritmo del paso, la comitiva llegó a San José, donde representaciones del Rocío y del grupo de devotos del Cautivo esperaban, haciendo entrega estos últimos de un ramo de flores.

Sagrada Cena. La incertidumbre del estreno de la cuadrilla y la banda

Un año complicado como el que ha vivido la Sagrada Cena obligaba a su junta de gobierno a vivir con nervios e incertidumbre la salida procesional de ayer. Así lo reconocía su fiscal, Luis Barbosa, ante el estreno tanto de la cuadrilla de cargadores como del acompañamiento musical del paso, ahora de cornetas y tambores en lugar de agrupación musical. En el patio del convento de Santo Domingo se formaba el cortejo, mayoritariamente joven excepto en su sexta sección. Poco antes de la salida, el mayordomo, Miguel Ángel González, entrega la procesión al fiscal. Desde el altar, el hermano mayor, José María Caro recordaba a dos hermanos fallecidos que fueron "ejemplos para la cofradía": Manuel Lizano y Pepe Allely. Puntual, a las cinco y media asomaba la cruz de guía a la puerta lateral del templo dominico, portada por un histórico de la cofradía como Jorge Gómez, que fue incluso capataz del misterio. Con el cortejo en la calle llegaba el momento de las primeras maniobras del paso, este año con Antonio de la Jara en la capatacía, expectante y a la vez confiado con su estreno. Antes del primer movimiento, el cofrade José Antonio Verdía, hermano de la Cena desde que tenía un año (su padre, el recordado José María Verdía, fue uno de los reorganizadores de este hermandad), tenía el honor de ordenar la primera levantá. Con pasos cortos enfilaba el paso la salida a la calle, donde en sus primeros compases la banda de cornetas y tambores Gran Poder de Coria del Río (Sevilla) tocaba 'Cristo del Amor' y 'Llora María', para entonar 'Silencio Blanco' ya por la calle Sopranis. En Santo Domingo, el prior dominico y cofrades de Cigarreras, hermandad que también radica en Santo Domingo, ayudaban a recoger la rampa de salida y a cerrar las puertas que se abrirían para la recogida.

Penas. Reencuentro con las emociones dos años después

María tiene apenas cinco meses de vida y ya viste el hábito de Las Penas. En los brazos de su madre, que procesiona en la archicofradía de San Lorenzo, mira con los ojos de la curiosidad. Algún día le contarán que fue testigo directo de un día histórico, el del regreso de su hermandad a la calle después de un año sin hacerlo. Aunque María no lo entendía, a su alrededor había muchas emociones porque nadie sabe como un hermano lo que significa quedarse en casa sin poder hacer estación de penitencia en la calle. Era un día de nombres y apellidos, los de cada uno de los integrantes del cortejo que la vicehermana mayor fue nombrando uno a uno para que ocuparan su sitio, entre ellos dos de los hermanos mayores que han gobernado esta hermandad de San Lorenzo, Miguel Ángel Novo y José Manuel Romo. Allí muy cerca de ellos pero como apoyo testimonial, la que fue comisaria de la hermandad en el tiempo de crisis, Encarnación Zampalo.

Silencio, mucho silencio, para saborear la salida en el interior del templo. Y María que se lleva besos, como los de su tío, Manuel Ruiz Gené, capataz general de la hermandad de San Lorenzo, cuando lleva uno los pasos hacia la puerta.

En la maniobra de salida, complicada por la pared de la calle Sagasta frente por frente a la puerta, no hay lugar para la lírica. Cuando el Cristo se dispone a andar, sí: "El señor de Las Penas representa el abandono de los aspóstoles. Llevamos dos años sin salir por el abandono de nosotros, los hermanos", por lo que pidió para que eso no vuelva a ocurrir nunca. La primera levantá en la calle y la marcha Señor de las Penas para sus primeros pasos en la calle. Y para la Virgen pidió a sus cargadores "repartir Caridad por todo Cádiz".

Y en brazos de su tío mientras dirigía el paso, en una bonita estampa, María seguía mirando con esa curiosidad a la Virgen de la Caridad disfrutando de un día histórico y que no haya que vivirlo más por los mismos motivos.

Humildad. En memoria de López Parodi y Victoriano García

Hablaba José Luis Cañizar, el hermano mayor de Humildad y Paciencia, poco antes de la salida sobre la tranquilidad de no estar este año pidiendo partes meterológicos, aunque sí se mostraba impaciente por poner el cortejo en la calle. También, como en La Cena, se recordaba a dos hermanos "muy participativos" que han fallecido entre la Semana Santa de 2014 y la presente: Rafael López Parodi y Victoriano García. Por ellos y otros hermanos que dejaron esta vida en el último año lucían los pasos crespones negros. Mientras muchos de los hermanos penitentes se fotografiaban ante el paso de palio, en la iglesia de San Agustín podían verse hábitos como los de la Vera-Cruz de Puerto Real o la Hermandad bilbaína de Nuestra Señora de Begoña, ambas hermanadas con Humildad y Paciencia. Llegaban poco antes de las siete los cargadores del paso de misterio luciendo camisetas moradas con la leyenda "Diez años contigo, capataz y amigo", en referencia a la década que cumplía ayer como capataz Paco Álvarez. Más tarde aparecían los cargadores del palio, los de Amargura, algunos tan históricos como Pepín Luna y Manolo Bermúdez, que ayer se despedían de la carga y eran homenajeados en el local donde se concentraba la cuadrilla. Allí, Adri Luna, hijo del primero, cantaba un pasodoble carnavalesco dedicado a su padre y a su inseparable amigo Bermúdez. El soberbio palio asomaba a la plaza de San Agustín tres cuartos de hora después de hacerlo la cruz de guía. Con el paso ya a hombros, los cargadores rezaban el Padrenuestro antes de enfilar la calle San Francisco al son de Amarguras de Font de Anta, interpretada por la banda de música del Nazareno de Rota.

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