Nazareno de Santa María, ¿una procesión para reflexionar?

La Tribuna Cofrade

La salida del Regidor Perpetuo el Jueves Santo invita a pensar si las cofradías deben ser más flexibles cuando haya mal tiempo

El balance de la Semana Santa de Cádiz 2024

Las imágenes de la cofradía del Nazareno  este Jueves Santo en la Semana Santa de Cádiz de 2024
Las imágenes de la cofradía del Nazareno este Jueves Santo en la Semana Santa de Cádiz de 2024 / Lourdes De Vicente

En esta Semana Santa de tan malas noticias y peor desarrollo han pasado cosas; pocas, pero algunas que han llamado la atención y otras que deben servir para una reflexión generalizada del momento actual de la Semana Santa. Esto último puede entenderse oportuno a raíz de la decisión el Jueves Santo de la cofradía del Nazareno de realizar su estación penitencial.

Manejaba la hermandad de Santa María -y todas las demás de la jornada- unos partes meteorológicos que eran bastante negativos para la Madrugada, pero que dejaban cierto colchón alejado de la lluvia durante la tarde y las primeras horas de la noche. Y la hermandad del Regidor Perpetuo se echó a la calle, con la firme intención (ya lo había manifestado por la mañana) de llegar a la Catedral; aunque a la hora de salir anunció un recorte de itinerario en el regreso a Santa María.

La hermandad cumplió su propósito, que era llegar a la Catedral. Y una vez hecha la estación, la junta decidía volverse a Santa María, prescindiendo de la música de sus pasos (no de los tambores). ¿Es esto correcto? ¿Debió el Consejo desautorizar esa decisión y obligar a seguir por el camino de la carrera oficial, o por contra suspender la estación y plantear el traslado a Santa María en otra jornada?

Parece ser que las normas que obligan a las hermandades de penitencia abogan por eso último; unas normas que no dejan de crecer y de encorsetar y complicar las salidas procesionales. De ahí que la actuación del Nazareno bien merezca una reflexión generalizada y, por qué no, un modo distinto a partir de ahora de afrontar los posibles escenarios cuando amenaza lluvia. ¿No es mejor que una cofradía salga, aunque sea para llegar a Catedral y volverse aprisa? ¿No agradece la ciudad que el Nazareno pudiera salir, aunque fuera por unas horas, en lugar de que la Semana Santa se hubiera terminado con la apresurada recogida del Caminito en la noche del Miércoles Santo?

Los tiempos actuales en los que la meteorología llega a convertirse en una obsesión, con tantas informaciones, webs y partes como se quieran, tantas reuniones de coordinación y tanto adelanto a la hora de suspender la salida, las cofradías igual deben detenerse un momento -¡pararse ahí!- y ver si no se están poniendo demasiados límites o condicionantes a la hora de salir a la calle. Llegue usted hasta la calle Nueva, haga estación en la Catedral, siga hasta Novena, no entre antes que la otra, no se retrase que viene la de detrás, no modifique su horario de salida…

El Nazareno de Santa María supo el Jueves Santo jugar con los partes, se negó a renunciar a una salida que hasta la medianoche veían clara, no quisieron dejar a Cádiz sin procesiones, y sin la contemplación del Regidor Perpetuo por las calles, y diseñó un plan que le permitió ir a la Catedral (con música, mecíos, pasos atrás, saetas y todos los ingredientes de una procesión cualquiera) y regresar al templo (sin completar la carrera oficial y sin marchas procesionales, por el itinerario más corto) a salvo de la lluvia. Si bien es cierto que todo esto fue posible porque no tenía cofradías delante (Afligidos suspendió) ni detrás (Medinaceli haría lo mismo al filo de las nueve y media de la noche, precisamente cuando el Nazareno iniciaba su paso por carrera oficial), lo que facilitó la toma de decisiones y esa cierta libertad de movimientos por la ciudad.

La lluvia (y el viento, y la calima, y el granizo, y todos los inconvenientes meteorológicos que se han presentado esta Semana Santa) es un elemento contra el que no se puede luchar. De eso no cabe duda. No está en la mano de nadie que llueva o no. Pero quizás las cofradías se han acomodado a ser extremadamente coherentes y conservadoras ante el mal tiempo; o quizás el conjunto de cofradías (el Consejo y los delegados diocesanos que tan pendientes han estado siempre de impedir y obstaculizar el culto en la calle, para luego hacer ellos en sus hermandades lo que les venga en gana) han constreñido al máximo las opciones de salir, han arrebatado casi todas las herramientas que las hermandades podrían tener para hacer frente a esos partes meteorológicos que tanto se consultan e interpretan.

Por eso, lo ocurrido este Jueves Santo con el Nazareno debe invitar a dar una pensada generalizada; a debatir si el camino del futuro puede ser explorar al máximo todas las opciones, si ante mal tiempo es posible renunciar a esa segunda mitad de la carrera oficial para salvar la estación en la Catedral -lo que demuestra que tener una carrera con la Catedral en medio no es lo más oportuno, dando la razón a quienes apuestan por que la estación sea el final de ese recorrido común a todas las cofradías-, si los horarios y recorridos pueden ser flexibilizados y modificados con cierta facilidad.

Si, en definitiva, se pone toda la carne en el asador para que las imágenes titulares salgan a la calle; aunque no sea para realizar la procesión tal y como se concibió en noviembre o diciembre, que es cuando el Consejo cierra los horarios e itinerarios de la Semana Santa.

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