Rotundo viernes de Cuaresma en Cádiz
La ciudad se reencuentra con los ritos más tradicionales de este tiempo litúrgico marcado por la veneración de Medinaceli y el traslado de Sentencia
Por primera vez en décadas, el viernes posterior al Miércoles de Ceniza ha sido en Cádiz más primer viernes de Cuaresma que viernes de Carnaval. La ausencia de programación carnavalesca oficial por parte del Ayuntamiento, relegando la actividad festiva de febrero a la noche, y la coincidencia en que el primero de los viernes de este tiempo litúrgico sea, a su vez, primero del mes de marzo, con la carga tradicional que conlleva, han regalado a la ciudad un rotundo viernes que ha tenido dos focos de atención prioritarios en Santa Cruz y en la Merced.
La Catedral Vieja ha vuelto a ser un marzo más centro de peregrinación de toda la provincia, que acude este primer viernes a reencontrarse con Jesús de Medinaceli. Ni la deriva religiosa de los últimos años ni la suspensión por segundo año consecutivo del tradicional besapié ha mermado el encuentro entre la imagen de Láinez y los gaditanos. No deja de llamar la atención cómo un goteo constante entra y sale de la Catedral Vieja (sin puestos de flores, que también era tradicional este día) desde primera hora hasta la última.
La devota imagen aparecía al fondo de la iglesia, ante la llamada puerta de los novios, con una llamativa túnica morada y a los pies de la Virgen de la Trinidad, una de las más bellas Dolorosas de la Semana Santa de Cádiz, en un altar plagado de cera y exornado con centros de lirios morados. Pese a la ausencia de contacto físico con la imagen, su legión de devotos pudo plantarse ante la morena talla para mantener un nuevo encuentro en el que tantas cosas mediarán.
Todos ellos se llevan como recuerdo la estampa que edita la hermandad en este día, y que el propio hermano mayor, Benito Fernández, reparte como uno más de la hermandad delante de la última de las columnas de la nave central de Santa Cruz. Mientras el párroco, Rafael Fernández, atiende a unos y otros a las mismas puertas que conservan la categoría de catedralicias.
El traslado de Sentencia
Cerca de Santa Cruz, en la calle que separa El Pópulo de Santa María, los ancianos de la residencia de San Juan de Dios han salido a primera hora de la tarde de sus habitaciones y del antiguo hospital para esperar el paso del Señor de la Sentencia, que ha sido trasladado a la Catedral para presidir el lunes el vía crucis general de hermandades.
Esta nueva fórmula planteada por el Consejo y por la propia cofradía del Miércoles Santo, que han optado por no trasladar este año la imagen el mismo lunes, ha regalado el primero de los cultos externos de la Cuaresma; un destacado traslado marcado por el recogimiento (pese a la ausencia de rezos), el nutrido seguimiento (con el cortejo de hermanos más largo que se recuerda en este acto penitencial) y la muy destacada estampa que ofrecía el Señor en la parihuela de madera dorada cedida por el Nazareno de San Fernando.
Pese a ser un traslado tres días antes al vía crucis, numerosas hermandades han querido acompañar a la cofradía de Sentencia en este camino a Catedral. Y tampoco ha querido el Consejo ser ajeno a la cita, controlando el cortejo en su avance por la calle, figurando hasta tres miembros de la permanente en la presidencia del cortejo, junto al hermano mayor, Alfonso Cañuelo; y marchando también el director espiritual, Marcos Peña, junto al administrador parroquial de la Merced, que ejercía de preste tras la parihuela.
Tres golpes secos de llamador -sí- levantaban la parihuela para que iniciara el camino entre motetes de la capilla musical que precedía al cuerpo de acólitos, y bajo la atento acompañamiento del que hasta hace semanas era hermano mayor, Benito Moya. Al asomar a la calle San Juan de Dios, el Señor se gira hacia la residencia de ancianos, en la única licencia que se ha permitido Sentencia en este traslado de rigurosa sobriedad que pasadas las siete y veinte de la tarde entraba por Arquitecto Acero en la Catedral.
A esa hora entraba también en la otra Catedral, la Vieja, el obispo diocesano, Rafael Zornoza, que mantiene así también esa tradición de acompañar a los hermanos de Medinaceli en este primer viernes de marzo que de manera tan rotunda ha disfrutado la ciudad.
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