Semana Santa de Cádiz 2023: Domingo cuadriculado

La Semana Santa recupera la más absoluta normalidad en la calle, en los relojes de las fiscalías y bajo los pasos para regalar un espectacular arranque en el día de ayer

Galería gráfica del Domingo de Ramos

El Despojado de Cádiz / Julio González

¡Venga el Domingo de Ramos de frente! Hágase la normalidad en la Semana Santa, después de un año 2022 en el que pocas cosas salieron como debieran fruto de esos dos años sin procesiones. La Semana Santa pos pandemia ha recuperado la normalidad absoluta este año, lo que ha ratificado un espectacular Domingo de Ramos en todos los sentidos.

Ya se presentía en el ambiente desde hace días que este año sí, que este año la Semana Santa será plena y que la ciudad vivirá unos días memorables. Pocas cosas podían salir mal con la Cuaresma que ha recorrido la ciudad, con el pregón que regaló Fernando Pérez hace siete días y con las vísperas tan intensas como redondas que protagonizaron Servitas el Viernes de Dolores y la Merced el Sábado de Pasión. Tan redondas, que algunos empiezan a bautizar la antesala del Domingo de Ramos como el Sábado de la Obediencia, lo que perpetuaría este día de salida para el Nazareno mercedario.

Después de una Semana Santa, la pasada, en que las cofradías sufrieron cierta oxidación de los ritos, cierta pérdida de reflejos y de criterios a consecuencia de la pandemia, amanecía ayer una Semana Santa en la que todo apunta que volverá lo que fue habitual hasta 2019, en la que los horarios se fijarán para cumplirse, las cuadrillas recuperan las fuerzas que no tuvieron -en muchos casos- hace doce meses y el temor a mezclarse con el gentío desaparecen. Y, para colmo, en la que el tiempo parece que va a mostrar su plena adhesión a la reciente declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional con la ausencia casi total de riesgo de lluvia, un sol de justicia y unas temperaturas que incluso provocaron algún que otro incidente sanitario eficazmente resuelto en todos los casos por la amplia presencia de Protección Civil y Policía Local y por la seria cobertura de médicos y ambulancias con la que el Ayuntamiento ha dotado también a las procesiones.

Esta Semana Santa soñada empezó a vivirse en un rotundo Domingo de Ramos que podría definirse como cuadriculado. Todo estuvo en su sitio, a la hora debida y con la naturalidad esperada para hacer vibrar a Cádiz con una espectacular jornada cofradiera. Un día que sigue mostrando la fortaleza de cinco cofradías que avanzan a pasos agigantados en su culto externo, a base de restauraciones, nuevas adquisiciones e incremento de filas. Cofradías que nadie quiere perderse, ni en extramuros ni en el casco histórico, ni antes de llegar a la carrera oficial ni en el camino de vuelta.

Un Domingo de Ramos en el que se hace difícil elegir entre el brío con el que anduvo el misterio de Borriquita -esta vez sí- o la elegancia del palio de Caridad; entre la seriedad del misterio de La Cena o el cascabeleo de la nueva marcha dedicada a la Virgen del Amparo; entre el Despojado de noche superando con maestría,y doble paso, las dificultades de las calles estrechas o la Amargura antes de que el sol se pierda avanzando por San Francisco, Nueva y San Juan de Dios. No sabe uno si quedarse con el original exorno floral del palio de Las Penas o con el monte de flores moradas de Humildad y Paciencia. ¿Y qué elegir, una marcha clásica de cornetas y tambores para entrar en carrera oficial, o la prodigiosa Triunfal interpretada por Polillas para presumir de título sacramental?

Suelen las crónicas cofradieras centrarse en las mayordomías, por aquello de los estrenos, los exornos y la presentación en general de las cofradías. Pero del Domingo de Ramos hay que destacar la labor de las Fiscalías, porque sería imposible cuadrar una gran jornada si los relojes no hubieran funcionado a la perfección; ingleses capirotes con varas o palermos en la mano que consiguieron que fuera un día cuadriculado también en los cruces y el paso de las hermandades, contribuyendo al éxito de este arranque de la Semana Santa.

El horario en las salidas y en la entrada en carrera oficial se cumplió tan a la perfección que a la última del día, la Virgen de la Amargura, le sobraron cinco minutos en la entrada en Nueva. Este año no hubo parón del Despojado en Compañía, ni problemas en el ‘adelanto’ de la hermandad salesiana a La Cena antes de subir Sopranis; ni rotura de varal, ni salidas a destiempo, ni problemas bajo los pasos. Que los pasos fueron duros y las cuadrillas trabajaron lo suyo, pero cumpliendo a grandes rasgos, cuando no sobradamente, con el cometido de esa gente de abajo que se expuso en la primera mitad de la jornada a temperaturas y condiciones realmente exigentes.

Con más capirotes en las filas, lo que parece será una tónica habitual esta Semana Santa, con los pasos andando sin graves problemas físicos, con las cofradías cumpliendo escrupulosamente los horarios, con el público congregado en masa en cada rincón, esquina o bocacalle (guiño al Congreso de la Lengua que terminó el jueves pero que todavía cuelga a modo de banderolas de las fachadas de la carrera oficial), el Domingo de Ramos resultó meticulosamente perfecto. Un sueño cuadriculado. Una manera difícilmente mejorable de iniciar la Semana Santa.

Incluso hubo momentos para paladares exquisitos. Como la entrada en Nueva del misterio de Borriquita, que compaginaba el andar más clásico con el doble paso que tanto alivia a los cargadores y tantos metros permite ganar a los recorridos exigentes; o el camino de Caridad por Sagasta y Hospital de Mujeres, elegancia para paladear a los sones de la Filarmónica de Conil; o la salida de la Virgen del Amparo y esos alegres andares de una cuadrilla que terminaría su labor -con síntomas de agotamiento- en Candelaria para dar paso a otra nueva cuadrilla que se enfrentaría a la segunda mitad del itinerario; o la Amargura, siempre la Amargura perdiéndose calle abajo con una marcha sobria. Qué sería del Domingo de Ramos si no acabara con la Amargura desfilando y la silueta de su trasera inmortalizada en las retinas. Y qué sería de la Amargura sin esos hombres de Juan Manuel Manzano hechos familia bajo los faldones. Que si el Domingo de Ramos tiene el mejor amanecer posible en la inmensidad de la Avenida, difícilmente se puede despedir mejor que con la Dolorosa de Humildad marchando bajo el peso de la plata y el bordado que hablan de siglos de existencia. Venga de frente el Domingo de Ramos. Que esto, la Semana Santa, ha vuelto; esta vez sí, con contundencia y normalidad absoluta.

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