Semana Santa de Cádiz 2022: Martes Santo a medias

La inestabilidad meteorológica marca de nuevo una jornada en la que las cofradías de Sanidad y Piedad suspenden su salida y la lluvia aparece cuando Caído, Columna y Ecce–Homo recorrían la carrera oficial

Las imágenes de la cofradía del Caido en la Semana Santa de Cádiz 2022
Las imágenes de la cofradía del Caido en la Semana Santa de Cádiz 2022 / Lourdes De Vicente

Con el mal sabor de boca causado por las decisiones de las cofradías del Lunes Santo, con el posterior desarrollo de los hechos, y con la desagradable sorpresa del duro –e inapropiado– comunicado del Cabildo Catedral arrancaba un Martes Santo en el que la inestabilidad meteorológica volvería a ser, como ya se sabía desde hace días, protagonista de una jornada. Y así fue, dejando al inicio de la tarde el Martes a medias, con dos cofradías en casa y las otras tres en la calle; y volviendo a ver pasos corriendo bajo la lluvia por la noche, cuando descargó algún que otro chaparrón de cierta intensidad.

La situación en los partes meteorológicos no era nada concreta. Tanto, que la reunión que al mediodía celebraban las cinco hermandades en la sede del Consejo (organismo que también aporta sus previsiones meteorológicas, que el Lunes apuntaban a la ausencia de lluvia o, en todo caso, la presencia de una forma débil) no sirvió para adoptar ninguna decisión a la espera de la evolución de las primeras horas de la tarde.

Fue la hermandad de Sanidad la primera en comunicar que no realizaría este año su estación en la Catedral, siendo también la primera que debía salir a la calle. El riesgo de lluvias hasta cierta hora de la tarde (en torno a las ocho) y la posibilidad de que volvieran a aparecer las precipitaciones a primera hora de la noche –como de hecho ocurrió– motivaba la decisión de la cofradía de Santa Cruz; a la que algunos minutos después se le sumaría también la hermandad de Piedad, que tomaba el mismo acuerdo de no salir a la calle por tercer año consecutivo. En su caso, se da la circunstancia de que el único refugio posible –la Catedral– está a escasos metros de Santiago, por lo que una vez que sale lo que hace es alejarse de su templo; a lo que se une las dimensiones del misterio, que impide acelerar el paso, mucho menos por las calles estrechas.

Las malas noticias que llegaban de Santa Cruz y de Santiago se solapaban con la que tomaban los responsables de la cofradía del Caído, que no solo decidieron echarse a la calle sino que adelantaron la salida diez minutos para llegar a San Francisco lo antes posible, teniendo en cuenta esa lluvia que se esperaba a la noche. Y lo mismo ocurría en San Antonio y en San Pablo, donde las juntas de gobierno de Columna y Ecce–Homo decidían también hacer la estación en la Catedral, en ambos casos a la hora prevista desde un principio y con la cofradía de San Pablo ‘enganchándose’ al cortejo de Columna en la esquina de Ancha con San José.

Quedaba, por tanto, un Martes Santo a medias a causa de esta inestabilidad meteorológica que descargaba un fuerte chaparrón a las tres y media de la tarde para a continuación dar paso a un cielo completamente azul y una tarde soleada de lo más agradable, que permitió disfrutar de esa primera mitad de los desfiles de las tres cofradías que pasadas las siete de la tarde ya recorrían el centro.

Entre otras escenas curiosas, en Ancha coincidían en un extremo, el de San Antonio, la Virgen de las Lágrimas de Columna, y en el otro extremo, el de Novena, el Señor del Ecce–Homo, al tiempo que sonaban dos de las grandes composiciones de la historia de la Semana Santa gaditana: 'Lágrimas' de José Cubiles y '¡Ecce–Homo!' de Escobar. Por desgracia, a estas grandes partituras no podría sumarse ayer la marcha Piedad de Eduardo López Juarranz. En cambio, y en un plano muy distinto, sí sonaron con la contundencia acostumbrada las marchas de la banda del Rosario, excepcional en la que es su única aparición en la Semana Santa de Cádiz, tras el misterio de Columna.

Al igual que el Lunes Santo, los pronósticos terminaron por cumplirse, haciendo añicos el buen Martes Santo que se estaba viviendo hasta entonces. Al filo de las once de la noche, con la hermandad del Caído por la plaza del Palillero, Columna saliendo de Catedral y Ecce–Homo avanzando por Pelota en dirección al primer templo diocesano, la lluvia hizo acto de aparición. Primero con un primer golpe de agua que puso en alerta a los cortejos, e instantes después con un fuerte y prolongado chaparrón que terminó de destrozar la jornada.

Caído y Columna optaron por acelerar el paso lo máximo posible en dirección a sus respectivos templos, soportando la lluvia los cuatro pasos, especialmente el palio de Lágrimas que avanzaba por Montañes en el momento de mayor intensidad de la lluvia.

Ecce–Homo, por su parte, conseguiría llegar a la Catedral, haciendo estación y aguardando en el interior del templo hasta que la situación presentara una mejoría, lo que ocurrió al filo de las doce de la noche, cuando la hermandad emprendió el regreso a San Pablo coincidiendo con la entrada en San Antonio del palio de Lágrimas de Columna.

El Martes Santo se quedaba, por tanto, con tres de las cinco cofradías en la calle. Y sólo con cinco horas de procesiones de las nueve que en principio debían haber pasado desde la salida de la cruz de guía de Sanidad (a las cinco de la tarde) hasta la entrada del palio de Angustias de Ecce–Homo (a las dos menos veinte de la madrugada). La jornada, por tanto, comenzó a las seis de la tarde, cuando el Caído inició su marcha desde San Francisco, hasta el filo de las once de la noche cuando el primer chaparrón deslució por completo la marcha de las tres cofradías por las calles de la ciudad. El Martes Santo se quedaba a medias, con un final muy deslucido.

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