Cuando Medinaceli se echa a la calle

Semana Santa en San Fernando

La archicofradía de Jesús Cautivo abre la tarde en el centro con una multitudinaria salida en la que da buena muestra de la devoción que arrastra en La Isla

El Señor del Medinaceli en su salida procesional. / Román Ríos
Arturo Rivera Barrera

16 de abril 2019 - 04:55

San Fernando/El centro es suyo en el estreno de la tarde del Lunes Santo. Desde que la Iglesia Mayor abre sus puertas a las siete de la tarde para que la cruz de guía eche a andar por La Isla hasta que la archicofradía cumple con la preceptiva estación de penitencia que marca su salida procesional en la capilla de los Desamparados (antigua de San José).

Medinaceli tiene un vínculo muy especial con La Isla y eso se palpa cada Lunes Santo con solo ver como se llena la plaza de la Iglesia a la hora de la salida. Es Jesús de Medinaceli, una de las grandes devociones de San Fernando. Debajo lleva los ruegos y peticiones de cientos de isleños que a lo largo de la Cuaresma ha ido reuniendo la hermandad. Un gesto entrañable y cargado de significado.

Se nota ese arraigo y se ve también en el empaque que luce la hermandad en la calle. Las marchas de cornetas y tambores de la banda del Cristo de la Columna, de Daimiel, que lleva ya varios años detrás del Cautivo isleño, suenan con fuerza en el centro a medida que el cortejo estrena la Carrera Oficial después de ejecutar una brillante salida.

La imagen de Jesús Cautivo, sobre su canasto dorado, avanza con cadencia. El ritmo de las cornetas marca el paso a las bandas de la cuadrilla de la asociación de Jóvenes Cargadores Cofrades (JCC), que se esmera en la faena. Luce renovada su clásica túnica de larga cola, la de los bordados del torero Rafael Ortega, que hace poco que ha sido sometida a un exhaustivo tratamiento de limpieza y puesta a punto.

La hermandad amplió este año su recorrido por el centro para seguir a la salida de la Carrera Oficial hasta la calle Losada por General Valdés. Allí volvió a enfilar pasando por delante de la capilla de La Salle, donde le aguardaba la hermandad de la Borriquita.

Esa vuelta que dio para buscar la plaza de San José y hacer su estación de penitencia en la capilla de los Desamparados deparó también algunas imágenes insólitas en la tarde del Lunes Santo. Los hermanos de la cruz de guía, por ejemplo, 'se encontraron' con el paso del Cristo cuando éste dejaba atrás los palcos para enfilar la calle Isaac Peral y ellos buscaban ya la capilla de los Desamparados. Y hubo un momento pletórico –en lo cofrade, claro– en el que el palio de cajón de la Virgen de la Trinidad, también en este mismo giro, se encontró de frente con el misterio de Nuestro Padre Jesús de los Afligidos, que estaba en plena Carrera Oficial. Era el momento álgido del Lunes Santo isleño, otra tarde verdaderamente espectacular.

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