Soledad de Vera-Cruz y sus tres antecedentes

Antes de encargar la imagen a Sebastián Santos, Vera-Cruz contactó con José Rivera y con Luis Vasallo

El autor tuvo que tallarla de nuevo porque la primera imagen no gustó

Soledad de Vera-Cruz, a la izquierda, y la que pudo ser Dolorosa de Vera-Cruz, también de Sebastián Santos (a la derecha)to intento
Soledad de Vera-Cruz, a la izquierda, y la que pudo ser Dolorosa de Vera-Cruz, también de Sebastián Santos (a la derecha)to intento

Las hermandades atesoran una amplia historia, en letras mayúsculas, escrita y descrita con mayor o menor detalle en publicaciones y libros genéricos o concretos. Pero al mismo esconden una no menos historia en minúsculas bastante menos conocida y de la que persiste el testimonio bien por la transmisión de hechos de generación en generación o por la fidelidad que reflejan las actas que se levantan en cada sesión de la junta de gobierno. Por eso, en la hermandad de la Vera-Cruz hay una historia con mayúsculas que dice que hace 75 años llegó a Cádiz la Virgen de la Soledad para ser bendecida y, desde entonces, recibir culto en San Francisco; y otra historia menos divulgada sobre todos los entresijos que acompañaron a aquella llegada y puesta al culto.

La Dolorosa a la que la corporación del Lunes Santo rinde devoción desde hace tres cuartos de siglo es, de algún modo, la cuarta Virgen de la Soledad. A la cuarta fue la vencida, como a lo largo de estos años han podido descubrir cofrades muy vinculados a la hermandad de la talla de José Luis Ruiz, Miguel Ángel Castellano y, más recientemente, José Miguel Sánchez Peña. Este último acaba de publicar un artículo en la web de la cofradía de Vera-Cruz (veracruzcadiz.es) en el que desgrana algunos de los detalles del proceso de encargo de la que iba a ser nueva Virgen de la Soledad después de que la anterior se perdiera, quemada, en el asalto a la iglesia de San Francisco en 1931.

Cuenta Sánchez Peña, apoyado en las actas de la junta de gobierno de aquellos tiempos, que la hermandad inició conversaciones con dos imagineros para la realización de la nueva Virgen. En concreto, con José Rivera y con Juan Luis Vassallo. El primero es conocido por tener en Cádiz imágenes como el Nazareno del Amor y la Virgen de los Desamparados del Caído (curiosamente actualmente las dos imágenes reciben culto también en San Francisco); y el segundo es el autor de la Virgen de los Dolores del Nazareno.

No obstante, finalmente se decantaría la Vera-Cruz por el reconocido imaginero Sebastián Santos Rojas. Y esta decisión llega por medio de un golpe del destino (o no) que puso al escultor natural de Higuera de la Sierra (Huelva) en el camino del entonces mayordomo segundo y alma mater de la cofradía, Ramón Grosso Portillo. Según logró conocer el recordado José Luis Ruiz, Santos Rojas se encontraba en una ocasión en Cádiz con su esposa hospedados en el hotel San Francisco (que se encontraba en la esquina de la calle San Francisco con Valenzuela), y al encontrarse ella indispuesta avisaron a Grosso para que la atendiera, iniciando ambos entonces conversaciones que el 1 de febrero de 1944 culminarían con la firma del contrato.

Casualidad

El encuentro entre el escultor y el mayordomo de Vera-Cruz fue casual, y esa relación derivó en la firma del contrato en 1944

En principio la imagen tenía que estar entregada, según el contrato, en los diez primeros días de abril de ese mismo año. Apenas dos meses, por tanto, tenía Santos Rojas para crear a la Virgen de la Soledad. Pero el proceso de ejecución y la llegada de la imagen también está envuelta de cierto misterio y de historias pequeñas que Sánchez Peña ha logrado reconstruir en parte gracias a las actas de la cofradía y al cruce de cartas que mantuvieron el mayordomo segundo de la hermandad y el escultor.

Según cuenta en su artículo José Miguel Sánchez, el 13 de abril (transcurrido el plazo previsto) “se le escribe al escultor preguntándosele sobre el “estado del encargo”, respondiendo éste el 17 de abril a la cofradía que la imagen se está terminando de “sacar de puntos”, y que estará concluida a fines del mes de mayo”. No obstante, no sería hasta el 8 de julio cuando se recibiría nueva comunicación del escultor indicando que la Virgen ya está lista. Y extrañamente, repite una comunicación el 17 de julio y se localiza otra comunicación de Sebastián Santos con fecha 1 de diciembre insistiendo a Ramón Grosso en “que la imagen de la Dolorosa está terminada y ya puede Vd. disponer de ella y al mismo tiempo aplacar las impaciencias de sus cofrades”.

Finalmente, en el mes de febrero de 1945 llegaría la Virgen a Cádiz, para ser bendecida en marzo de ese año. Y en una de las actas de la hermandad de aquellos tiempos localiza Sánchez Peña otra curiosidad: Sebastián Santos realizó una segunda Virgen de la Soledad al no terminar convencido con la primera talla. “El mayordomo Sr. Grosso, presenta a la Junta de gobierno la nueva imagen de la Virgen de la Soledad, obra del escultor don Sebastián Santos, manifestando que dicho señor ha sido tan escrupuloso en su trabajo, que ha tallado dos imágenes, pues no quedó del todo satisfecho con la primera que hizo”, reza en el Libro de Actas de la hermandad.

La imagen de Badajoz (izquierda) y Soledad de Vera-Cruz de Cádiz
La imagen de Badajoz (izquierda) y Soledad de Vera-Cruz de Cádiz

Sostiene el restaurador gaditano que esa primera imagen que Santos Rojas hizo para Vera-Cruz es la que actualmente recibe culto en la hermandad de la Soledad del municipio extremeño de Castuera (Badajoz). Y esta conclusión se basa en varios argumentos: el primero, que era y es habitual que un escultor tenga imágenes hechas que luego son adquiridas por hermandades o particulares en lugar de encargar la ejecución de una nueva desde cero; el segundo es la historia de esa Dolorosa, que fue adquirida en el año 1946 y que comparte condiciones con la Soledad: hecha en madera de ciprés, tiene ojos de cristal, lleva los brazos articulados y mide 170 centímetros de altura. “Parece evidente si comparamos la Soledad de Castuera con la de Cádiz, que ambas fueron “sacadas de puntos” a partir del mismo modelo, no solo en lo que atañe al rostro, a la cabeza y otros detalles, sino también a las manos, que son idénticas”, sostiene José Miguel Sánchez.

Y por si esto fuera poco, la Dolorosa de Castuera también tiene la firma del imaginero en el hombro derecho, como la de Cádiz: “Ave María Purísima. Sevilla 1944. Hecha por Sebastián Santo”, reza la inscripción.

Por tanto, a tenor de las actas de la hermandad, los testimonios conseguidos y la intervenciones realizadas en las imágenes, se puede decir que, de alguna forma, la Virgen de la Soledad de Vera-Cruz es la cuarta imagen que se pensó o incluso se hizo para la cofradía. Por delante de Ella quedaron la primera que hizo Sebastián Santos y las que la cofradía pensó encargar a Vassallo o a Rivera.

Este jueves culminan los cultos

Este jueves culmina la cofradía de Vera-Cruz los cultos que ha dedicado, precisamente, a su Dolorosa. Será con la función solemne que presidirá el guardián de los franciscanos, Jesús España, y que comenzará a las ocho y media de la tarde. Durante la celebración se tendrá especialmente presente a Ramón Grosso, principal artífice de que la imagen llegara a Cádiz, procedente del taller de Sebastián Santos, hace 75 años.

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