Texto íntegro del pregón de Juan Mera Gracia
Texto íntegro del pregón
- Profe, ¿qué hace ahora?
- Pinto
- ¿Pinta? Usted eso de pintar….regular, ¿no?
- De joven gané una copa en el colegio
- Pero, si está escribiendo
- Además a nosotros en infantil nos dijeron que los colores son para pintar y los lápices para escribir.
- (Y te dijeron bien. Pero ahora si quieres termino yo de explic)ártelo Pinto un sueño que un amigo mío me dijo que era un milagro. Sucede una vez al año y te puedo asegurar que merece la pena verlo. Sal una mañana a levante y verás el sol amaneciendo con una luz más nueva; ve, luego, a poniente y contemplarás en la Caleta el mismo sol despidiéndose pero sin irse de triste manera. Corre a una plaza y la verás llena de una vida que es más vida porque vida nueva estrena; ve y tiempo no pierdas porque veras a la ciudad despertar a un sueño que abandonarlo nunca quisiera. No es un cuento, es la recién llegada primavera, señora de pies a cabeza que llama a las puertas de esta ciudad para regalarle una quimera. Es el presente a Cádiz cada año que se viste de fiesta. Los barrios que aún nos quedan nos entregan su alma elegante y cofradiera, se abren de par en par las puertas de templos y enseñan las imágenes que se veneran, túnicas de largo cuelgan planchadas, y en el cielo la primavera; se encienden temerosas la velas, rezos perdidos en plazuelas acompasan el silencio de la noche algo gélida, peregrinos abrigados que rezan a una cruz que más que cruz es bandera; niños que tocan la trompeta junto al mar llamando a las sirenas de sus partituras; y sobre Cádiz , la primavera; en la casa un recibo, una medalla y una estampa nueva; por la Palma, un viacrucis y un pregón, en Santa Cruz, las madres y abuelas; despierta la mañana , y la primavera sobre Cádiz que llama a la mayor de sus fiestas; pestiños en el escaparate, torijas de la madre, gloria benditas ellas; una tertulia y un cante, se llama saeta; redobles por el parque, frío que se queda, ramos para un domingo, Jerusalén junto al mar, esto es plata quieta, cuadrillas que arriman el hombro, horquillas guerreras; el pasado se repite pero son estampas nuevas; la primavera aprieta, la Semana que llaman Santa se acerca; lirios y claveles en el calvario y en las jarras rosas frescas; azahar en los naranjos, geranios en las macetas y un olor que recuerda que esto ya es primavera; un ensayo y su parihuela, una cuadrilla bajo un paso, martillos y maniguetas; por la ventana de un coche, abierta, tambores y cornetas, y en el balcón de una calle cualquiera, la marcha de las marchas suena; un cartel en el ayuntamiento, un viacruis, el señor de la Cena, pregoneros por Santa María en una mesa, corridas de las que se recuerdan; en el teatro sones al palo, quinarios y triduos, un cartel se presenta, el momento llega, un abrazo, un llamada, un traslado el pregón espera; el falla abierto, las butacas llenas, llega el primer enviste, el aplauso al pregonero lo sube y al cielo lo lleva; la primavera empujando, llega nuestra Semana Santa, que llega, señores, que llega… ¡qué poquito nos queda!
Y ahora que tenemos esbozado el milagro de nuestra Semana Mayor, pongámonos todos a pintarla como ella misma se merece. Venid todos, Ilustrísimo señor obispo, presidente y miembros de la permanente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías de Cádiz, Excmo. Señor Alcalde; arrimaos todos y traed vuestros impronta Director del Secretariado de hermandades y cofradías, Excmo. Señor Alcalde de mi pueblo de Vejer, Señor Rector de la UCA, Directora del Colegio de las Carmelitas; arrimad vuestros colores y no dudéis en plasmarlos, compañeros docentes y y no olvidad vuestra siempre sutileza, mis Hermanas Carmelitas de la Caridad; en aquella mesa destacada perfilad los trazos, hermanos mayores y miembros de las juntas de gobierno, porque gracias a todos conseguiremos que el sueño imposible se haga realidad; arrima tu experiencia, estimado presentador, que tan bien supisteis decorar el mismo sueño en este atril el año pasado y has volcado las últimas gotas de tus plumines en definirme elogiosamente entre tanta maravilla; y no dudéis ni un instante en ayudarnos con vuestra amistad colorista, vejeriegos, porcinos y madrileños que os habéis acercado para ayudarme en mis trazos; seguid creyendo en él hermanode la Esperanza y la Amargura que vive a pies del Guadalquivir, y que la gloria que tiñe de luz a esta ciudad, querida familia mía, siga brillando con la fe de vosotros, cofrades gaditanos, alumnos y amigos, que quieren seguir creyendo que la Semana Santa, de verdad, es del pueblo y que todo gira en torno a Jesús que aquí más que en ningún otro sitio llaman Nazareno. Ahí es ná.
EL PRIMER DÍA: DOMINGO DE RAMOS
Ábranse las puertas de la realidad y la imaginación y sea sin más Domingo de Ramos, pónganse palmas de júbilo y hosannas tallados junto a una catedral que es por un día templo primado de gaditanos, pónganse sonrisas infantiles y corazones renovados, una camisa nueva y unos nuevos zapatos para que no se nos caigan las manos, pónganse una túnica planchada y un antifaz colgado, un beso de mañana y unos guantes blancos, póngase un encuentro entre amigos y unos chiquillos que descubren por primera vez su itinerario, póngase un sol de mañana, y una calle engalanada, y un pueblo que espera al anunciado…que será, os lo juro, Domingo de Ramos.
En San José vítores de bienvenida entre palmas y olivos del tiempo recuperados, una infantería que conquista el día y un ejército que del cielo es regalo; en San Agustín una señora cumple cincuenta años.
En San Lorenzo, dos manos se unen bajo la soga de los siempre hermanos por un Cautivo que asombra al más reacio; y una Madre rezando.
Por la avenida, un cortejo blanco juega con la luz del día, viene de los Salesianos, despojando oraciones de impurezas y conquistando a quien quiere a la cara mirarlo; en el centro una Madre esperando.
El milagro de la Cena inunda el viejo compás dominico, está claro, que el amor fraterno cálido reposa en el cáliz que beberán aquellos a ser sus discípulos llamados; y por San Francisco la Madre en su regazo.
En San Agustín un hijo sentado, aguarda su final, poderoso y sentenciado, vivo y muriendo por ser hermano de sus hermanos; y su madre suspira cinco veces al mirarlo.
En San Lorenzo la Caridad es belleza que al cielo tiene desconcertado; en Santo Domingo la Señora queda velando para que el hijo se haga amor a los hermanos; por la avenida la Paz ofrece su Amparo a grandes y niños, a padres, chiquillo y ancianos; cerca del muelle la Madre esperando; por Salesianos, despide la madre a sus hijos, con un leve soslayo; y en san agustín la madre esperando.
Sale el Hijo, sobre una piedra, el rigor de una humildad tallado en un rostro que por mirar sabe bronce los ojos que glaucos perdonar van perdonando. Ya no hay tiempo, la hora ha llegado, no os olvidéis de vuestro trabajo, es día de demostrarlo…
Hoy os quieren cargadores
todos vosotros dispuestos
para llevar la Amargura
a los reinos de los cielos,
hoy os piden cargadoresque escuchéis la voz despiertos
para lucir la Amarguraen la gloria de los cielos
y llevar toda su graciaa las puertas de San Pedro.
¡Que se oigan las llamadas
y que avancen con esmero,
seguro que hasta los santosse asoman rápido a veros
porque pasa la Amargura
por el reino de los cielos!
Santa Mónica bendita
fruncirásin duda el ceño
cuando vea un paso paliomoverse con tal gracejo;
San Juan pedirácon ganassiempre ser su compañero
y caminar con la madre
como el hijo predilecto;
San José, su fiel esposo,
se quedaráboquiabiertoal ver de nuevo su esposa
creyendo que todo es sueño;
Sor Ángela, toda Santa
madre de pobres y enfermos
recogerásutil su hábitopara echar rodilla al suelo,
y San Agustín bendito
lloraráen ese momento
por ver su Virgen queridaen el paraíso eterno,
y sonreiráfeliz luego
y le pediráa San Pedro
que repiquen las campanasde las puertas de los cielos
porque la Amargura, Madre
y Señora de este sueño
llega a la gloria bendita de los reinos de los cielos.
Y saldrán los querubinespara ver este momento,
y los ángeles vendráncon las nubes y el incienso,
y se oirán miles de gloriasenvolviendo el orbe entero.
Y es entonces cuando veréis
aquellos que ya se fueron
caminar junto a vosotrospor los caminos del cielo,
y con lágrimas de gloria
y emoción ante el momento
pedirán con toda el almaal bendito de San Pedro
ocupar durante un ratoen el palio un noble puesto
y llevar a la Amargura por la gloria de los cielos.
¡Por eso, mecedla bien
cargadores de este sueño,
paseadla como hijosque en el alma la queremos,
porque llega la Amargura
a las puertas de los cielos
como madre gaditana
y reina del orbe entero!
LA VIDA ES ESPERANZA
- Juan, ¿tú crees en los milagros?
- Compadre, ¿a quéviene esa pregunta?
- Nada; simplemente quiero saber tu respuesta.
- Pues ..claro
- ¿Y crees que ocurre todos los días?
- ¡Vaya cómo te has levantado túhoy? Todos los días
- Y ¿cuál es el más grande?
- Ahíte puedo responder sin dudarlo: la vida, la misma vida que cada día vivimos y por la que brindo cada momento que puedo. Sí, porque la vida es un milagro que crea la Esperanza.
- Lo que cuentas es para escribirlo con mayúsculas
- Exacto. Pero no la busques en los grandes hechos sino en los acontecimientos diarios. En el abrazo de dos amigos, en la confesión de una palabra, en la sonrisa de tu hijo. Y además, te digo que no tiene edad.
Camina a San Francisco, vete a Santo Domingo o acércate a San Severiano, y podrás confirmarlo.
La Esperanza es la luz que nos siembra el camino de jóvenes audaces tan comprometidos como ávidos de desconcertadas ideas, la que nos da la mano cuando nos vemos solos sin nadie en quien apoyarnos, la que nos levanta del pasillo frío cuando la quimio te arrastra destrozado, la que sirve el caldo caliente en la noche difusa del desamparo, la que dibuja la sonrisa la tarde de Reyes Magos, la que enciende el fuego apagado, la que calienta y alienta la noche con la mirada de su abrazo, la que nos llama para que le contemos los que nos estápasando, la que quiere que seamos sus manos más alláde las suyas, aunque quizás no lo entendamos, la que calla y te atiende, te oye y te escucha, y te devuelve su abrazo, simplemente por que se llama Esperanza:
La Esperanza en esta tierraes…
una joven galanaque se pasea por Cádiz
como sol de la mañana;
y es una niña de galantes
esta que es nuestra Esperanza
que presume con descarode ser
mocita temprana.
Y es que tiene razón mucha,
mucha y toda, pues su cara
es el reflejo de toda la juventud gaditana
que se acerca cada díahasta el cantil de sus plantas.
Y es que en Cádiz la Esperanza
tiene nombre de muchacha;
los lunes sale arregladadel convento
y ataviadacon un donaire señero
y la mesura franciscana;
el miércoles va al trabajo
con su peina acicalada,
su mantilla cigarreray su rosario de plata;
y el jueves va de paseoal centro,
con su graciade joven de Puerta Tierra
y de señora admirada.
Y de esta sutil manera
santifica la Esperanza
los días que se paseapor las calles gaditanas.
Venga de Santo Domingo,
de San Severiano y hastade San Francisco, derrama
como solo ella sabe
la galanura y la graciaque con tanto arte lleva
por las calles gaditanas,
y se para en cada esquina,
en cada puerta o ventana,
en cada tienda o comercio,
en la clínica o en la plaza,
en el hospital o asilo,
o simplemente en tu casa.
Ella no te pide un nombre
que de nombres va sobrada,
a ella jamás le importa;
¡quémás le da a la Esperanza
si vive en la residencia
o la cuidan en su casa,
si es niño o adolescente,
si es jubilado o trabaja,
si es profesor o alumno
o tiene puesto en la plaza,
si emigrante o extranjero
o devoto sin más causa;
la esperanza nunca pidecredenciales ni reclama
papeles a nadie,
así venga de tierras lejanas
y rece otras plegarias,
que allí estará la Esperanza.
La Esperanza lo que quierees…
que se abran las ventanas
y entre la luz de la vidahasta el alma de las casas;
la Esperanza en esta tierraes… una niña galana
que venga de donde venga
-cigarrera o franciscana,
o asíde Puertas de Tierra
vida, fe y salud regalaa quienes quieren y rezan
y se rinden sus plantas.
Esta es la nuestra verdad
de nuestra fe gaditana:
la Esperanza en esta tierra Recordad que así se llama
es joven, niña y galana, En esta tierra mariana
Mujer bien de donde venga Nombre que Ella de Dios tiene
Allá y pues donde vaya, Aclamada es la Esperanza.
Con sueño de vida llena
Anega de amor las almas.
AGRADECER EL PRIMER ABRAZO DE LA VIDA
Fue una tarde de octubre, era día ocho y, más o menos a las siete y media, el año…ahora mismo os lo digo, 1970. La tarde fue de viento, lluvia y tormenta, en el coche esperando, mi padre y su suegra, o sea, mi abuela, y en la camilla mi madre que después de ver al niño que se presenta, dijo mal rayo me parta si en acabando este parto, a Vejer no parto donde alimentar este engendro que de parirlo no acabo.
Fue entonces cuando me dieron el primer abrazo de la vida, el de mis padres, agradecidos. Abrazo que agradecí como niño recién nacido.
Luego, con el tiempo, vinieron más abrazos: el de mis hermanos, el de mis abuelas, el de mis tías, el de mis primos y sobrinos, y el de aquellos que la vida por delante me ponía. Y el abrazo fue creciendo. Y me trajo a esta tierra para que alguien a disposición de la vida lo pusiera. Y miré al cielo, y agradecí como ahora agradezco cada instante que me regalaba y me sigue regalando, abrazos que me arroparon a los pies de un Cristo Caído, señor de los universitarios, y rogaba mis aprobados; abrazo que a las puertas de la Merced para sentenciarme definitivamente con mi título en la mano, el mismo que aquel Cristo agarraba en las suyas propias, las mías libres y abrazando; abrazo que tendía su entrega prendido en el patrocinio que nos devolvía la luz de un camino universitario; abrazo de Madre de las Angustias a su hijo yerto, cantándole ese arrullo de cuna de alameda para que siga de amor siempre durmiendo.
Y después de sentir que la vida merece, de cuánto cuenta mi familia, cuánto arrulla el abrazo de mis amigos de otras tierras, el calor de los compañeros de trabajo o el de muchos alumnos que desde aquí casi a verlos acierto escuchando y callados…después de saborear el de aquel hombre que abraza a la cruz y a una mujer desconsolada en San Lorenzo, donde el amor es el abrazo para enmarcarlo en las esquinas del alma, y después de aprenderque es el abrazo de Dios, rey y soberano…me gustaría seguir por siempre abrazando a todos los que os debo en mi corazón algo, y quiero que sea el abrazo más grande jamás contado, aunque en mi atril confieso casi avergonzado ya que no encuentro el término exacto para poder lograrlo,os pido a todos los presentes un favor de amigo, una ayuda de hermano..
¿Quién podría a mi ayudarme a definir un abrazo?
¿Qué palabras usaría para poder nombrarlo?
¿Es un abierta parábola donde se funden las manos,
una nana sobre el pecho que arrulla el amor cansado,
dos corazones unidos ante una fuerza traspasados?
Pues bien, he aquí mi duda que muestra mi torpe lado,
después de tanta pregunta,
después de aclararlo tanto
descubro que no hay razón que pueda bien explicarlo,
y que por más algoritmos
y ecuaciones con sus grados
la mejor raíz cuadrada de la vida… está en sus manos.
Si no tengo amor nada soy
nos descubría San Pablo,
y después de veinte siglos
y los casi dos mil años
la sola verdad que encuentro es la que vive en sus manos.
Ya puedo tener dinero,
casa, coches y hasta un palacio
que si no le tengo a él… nunca entenderé un abrazo;
ya puedo tener mujeres,
amantes y cien criados
que si no le entiendo a él…nunca entenderé a mi hermano;
pues es su amor a la cruz a la que abraza entregado
lo que en verdad me enseña
para aprender de un abrazo.
Mas no uno simple y cualquiera
sino aquel carismático:
el abrazo de los pobres que mal viven desahuciados,
el abrazo de los ricos porque todo lo han dejado,
el abrazo de Francisco… que es mucho franciscano,
el abrazo de mi madre y mi padre… enamorados,
el de mis primos, mis tíos,
mi sobrinos y mis hermanos,
el abrazo de la abuela
arrullo de los de antaño,
el del amigo distante
y el abrazo de mi ahijado,
el del adiós para siempre,
aquel del recién llegado,
el de aquellos que se fueronpero están a nuestro lado,
aquel que abraza la vida
y el que tiende las dos manos,
el del chiquillo malito y el del hospitalizado,
el de la infancia e inocenciay el de dos tiernos ancianos,
el del nieto a la abuelay aquel del abuelo sabio,
el que no pide nada a cambio
y nada cambia al abrazo,
el que entrega y no exige
y regala sin más cambios.
Así lo aprendí en la vida lo tengo al final muy claro
y la vida está en sus manos: el gran poder de este mundo
tenga lo que en verdad tenga es el poder de su abrazo
LA JUVENTUD, FUENTE DE LA SALUD
-¿Ha llegado ya el secretario?
- No pero tiene que estar al caer.
- He oído que tenemos nuevas altas en la hermandad.
- Tenemos diez. Jóvenes, todas.
Os hago una apuesta, coged la nómina de cualquier hermandad de nuestra ciudad y, con rara excepción, os aseguro que la mitad de hermanos son niños y jóvenes…¡con lo que luego nos quejamos de ellos!
¡Y aún así…no los comprendemos, no les comprenden! Les damos un limpiaplata o les dejamos que traigan dvds de otras hermandades. O los vemos en una banda, mejor ni te cuento. Es que les falta verdadero compromiso cristiano, es que no saben ver más allá de las imágenes,….un sin fin de es ques…Pero llega el domingo, me dirijo a la iglesia y resulta que a mis 46 años sigo siendo uno de los más jóvenes en la misa. Muchos, sacerdotes aún no se han entrado. Qué pocos se ponen las sandalias del pescador y salen a buscar el por qué de tanta ausencia. La sociedad actual es una realidad pero no una excusa.
Por ello doy gracias cuando las aulas donde enseñar intento están llenas cada año de solicitudes que requieren sus infantes en un colegio católico; doy gracias por aquellos que desafían a esta sociedad y deciden públicamente pertenecer a una cofradía; doy gracias cuando alguno de ellos toma el camino hacia el seminario; me enorgullezco cuando las hermandades meriendan con sus jóvenes y aprenden charlando con ellos; me crezco cuando el hermano mayor de La Columna me saluda y me recuerda que desde que éramos jóvenes (él lo sigue siendo) nos hemos comprometido por un con proyecto; yme honra de manera sublime recibir la llamada de mi hermandad de Sanidad para encarnar la alegría cada enero, allá en la buena casa de Fragela, siempre escoltado de jóvenes que se postran a los pies de los más impedidos, jóvenes que dibujan sonrisas en el desierto de la senectud, jóvenes que bailan y cantan, ríen y danzan en nombre de una Madre que nunca se rinde y que llama a las puertas de la residencia llevando en su canasto la salud que allí todos esperan.
-¡Toc, toc, toc! Llaman tres veces,
suena y llaman a la puerta,
- ¿Quién serápor la mañana,
que hoy a nadie se espera?
-¡Toc, toc, toc! A llamar vuelven y con más vehemencia,
estáclaro que hoy quien viene
con mucha insistencia llega
y Dios sabe lo que quiere
pues no aguanta más la espera.
-¡Toc, toc, toc! De nuevo llaman,
bien estáque se impacienta;
déjolo todo y a abrir voy,
no termino la faena.
- Buenos días, buena dama,
¿es ésta la residenciadonde habitan los ancianos
y a la que llaman Fragela?
- Estáen ella, mi señora,
dígame lo que desea,
es plena mañana y tengode por medio la faena.
- Déjeme que me presente
y disculpe mi torpeza.
Soy la Salud de María
y vengo a esta residencia
a traer unos presentesa los abuelos y abuelas.
- Pues creo que no es momento,
por mucho que usted lo quiera,
vuelva por aquíesta tardeque.. se harálo que se pueda.
- ¿Quién es, quién llama, quién habla?
preguntan con insistencia.
- Pero si es Salud, Dios mío,
la que atiendes en la puerta!
¡De nuevo aquíesta señorase nos presenta en Fragela!
-¡Ay, discúlpeme señora,
que en esta casa soy nueva,
que de usted ya me han hablado
y son todas cosas buenas.
Pero pase, mi Salud,
pase que todos esperan,
pase y más no se retrase,
bienvenida a su casa ésta!
Y mira, con estos jóvenes, siempre muy dispuesta
muy feliz y acompañada,
¡bendita juventud ésta
Vengan primero acá, pasen y vean la sala
llenade todos nuestros mayoresque como niños esperan,
que aunque parezcan perdidos
no se les olvida la fecha,
y aunque no os lo creáis
sois su ilusión navideña.
- Señora, deme usted un beso
y permítame quererla
que cada año la espero,
a usted y a su gente buena.
- ¡Quégozo e ilusión me dasaber cómo nos recuerda!
- ¡Cómo me voy a olvidarde tus niños y de esta fecha,
si sois la buena Saludque cualquiera la quisiera!
Venga pacá que yo quiero
abrazarla mientras pueda,
que son ustedes el gozode la Navidad, la nuestra.
Salud que jamás nos falteen esta casa de Fragela,
¡Dios en estima la tenga!
No nos falte a la cita
y con niños siempre venga,
benditos y santos jóvenes,
crúcenos, señora, la puertay nunca fuera se quede
aún cuando la fecha seaen que
entre usted en la casay abrazarla ya no pueda
porque ya me hayan llamado
de Dios ante su presencia
y de su joven sonrisadisfrutar ya no pueda,
entre siempre en esta casa
y traíganos lo que quiera
que aunque mis ojos se cierren
y me abandonen las fuerzas
siempre aquíla necesitan
y hay muchos que la esperan,
que es usted Salud…. la madreque nos sana y alimenta,
que nos mima y nos abraza
que nos devuelve las fuerzas,
estas ganas de vivir
con esta juventud buena,
que son el sol de la vida
y el aire que nos alienta.
¡Nunca nos falte a la cita,
Salud, y a esta casa venga
cargadita de ilusiones
y de sonrisas eternas.
Entre siempre, Salud, entre
y siempre bendita sea!
ANIVERSARIOS PARA UNA CIUDAD
Cojo el diario, sección de cofradías. Hoy viene completita: para el año próximo se prepara en Cádiz una procesión mariana. Nada y nada menos. ¡Ea! pues ya tenemos otra vez los pasitos en la calle. Algunos estarán que echan chispas. Otra vez los cofrades a pasearse con sus imágenes. ¡Mira que son jartibles! Bueno, a veces. El año pasado el primer puesto fue para el Nazareno, Regidor Perpetuo que perpetuó su presencia en las calles y hasta visitó a la patrona. Ahí lo tuvimos, Regidor frente a Regidora, cara a cara, y ambos pregúntandose dónde estaba el regidor que tenía que llevar la vara a esa hora, que los hermanos lo estaba buscando después del bonito gesto del Jueves Santo como cirineo de una madre que no podía con sus años. No hubo respuesta. “¡Espero que aprenda, -le dijo la madre al hijo-que en Cádiz quien lleve el bastón de mando a nuestro favor ha de recurrir si quiere seguir gobernando!”
Las imágenes se hicieron para darles culto y que el pueblo rezase. Para eso salen a la calle. Benditos momentos que cada uno atesora adentro de cada uno. Yo me quedó con dos: Nuestro Regidor Perpetuo con su madre bajo techo de la Santa Caridad, toda la noche y el templo abierto, la madre junto al hijo y el Santísimo presidiendo como Sacramento.
Segundo: Mi fundadora, Joaquina de Vedruna, presenciando el júbilo de todo un colegio acogido por los brazos de la Vera Cruz. Más de seiscientas personas en San Francisco. Los pies del altar Joaquina y Ntra. Señora de la Soledad.El hijo goza contento, bien merece la pena llorar de júbilo por este momento.
Demasiados buenos recuerdos convencen al que aún no era pregonero. Alguien se lo vaticinó al oído. El tiempo le dio la razón. Días después volvía solo, dar las gracias me lo pedía el corazón. Sentado en la capilla crucera mis pensamientos se mezclaban y me preguntaba cómo aquel Cristo dormía de júbilo frente al sagrario y era el mismo que regaba de esperanza de la vida en un belén. Vida y muerte siempre juntos para seguir viviendo eternamente; el único Cristo que frente al Sagrario duerme, los gozos de la vida envuelven a este que os habla, aquellos que le brotaron allá por diciembre para venir a postrarse a sus pies cuando por marzo presiente que el mandato divino se cumple inexorablemente.
Era un ocho de diciembre
el invierno había llegado,
la plaza de San Francisco despertaba más temprano
de lo que era costumbre
y el gran templo franciscano
abría de par en par sus puertas para un gran acto:
¡El Belén se inauguraba
como habían anunciado!
Hubo incienso y oraciones,
luces, agua y ganado,
y en medio de un pesebre
le vi dulce y recostadoen las faldas de su madre,
con su padre emocionado.
Pasóel tiempo, y queriendocon detalle recordarlo
crucécuantas veces pudelas puertas del franciscano templo
donde descubríel momento que os relato.
Un día, junto a la navecentral,
algo apartadodel culto, le halléde nuevo
dormido frente al sagrario.
esta vez sin los pastores,
sin la estrella, sin los magos;
su pesebre era un maderobajo tres esbeltos arcos,
Y en aquel altar barroco
y con un escueto paño
estaba él en su sueño
Su faz buscaba cobijoen el derecho regazo
mientras al viento huíael vuelo de su sudario.
La capilla se hace iglesia
ante el poder crucificadode una muerte tan serena
de un Dios tan Dios y humano.
Me detengo, lo contemplo,
miro, le rezo y me paro:
ahora entiendo y bien comprendo
tanto amor por los hermanos.
¿Quése esconde en el misterio de ese Dios crucificado?
¿Qué dulzura se desgaja
que hasta sangra su calvario?
¿A quéjuega el sueño eternocon él,
que solo mirarloduerme la vida a sus pies
que quiere seguir soñando?
Si queréis una respuesta
buscad al ser preguntado.
Él es quien es y quien puede
porque asíestámandado,
Él es quien duerme y no muere
por lavarnos del pecado,
Él es el que sínos mira
aunque descansen sus párpados,
Él es el que nos susurracon la sangre de sus labios,
Él es el de los pañales,
los pastores y los magos,
el del incienso y la estrella,
y el de la cruz y el sudario,
el del portal y los niños,
el del ruán y el quinario,
el que sueña y da la vida,
el que sufre y es amado,
el que bendice y perdona
y redime nuestros actos,
¡Él es quien es y quien vivesobre la cruz recostado
¡hombre que duerme vencido
frente a Dios en su sagrario,
Dios que muriéndose vive
en la cruz de su calvario!
UNA VIEJA TRADICIÓN: LA SAETA
Los viejos santeros rezaban cantando cuando se encontraba a su Cristo en la calle. Decía un santo que quien reza cantando reza dos veces. Al fervor popular le gusta decir cosas como las siente y padece, sea de donde sea. Y Cádiz supo hacerlo durante años con una maestría que era la envidia de cuantos acá venían. Han cambiado los tiempos, pero dentro queda aquello que fue caldo de cultivo de lo que hoy escribo en defensa de una tradición que me llega al corazón, porque fue demostración de que en esta ciudad se rezaba por saetas desde la calle o desde el balcón lo que era, en verdad, una oración.
Por Santa María las viejas mujeres sus ganas no reprimían; las antiguas cigarreras esperan a la puerta su Cristo que venía, por la Viña, en la pleamares no cabían más soleares, ni seguidillas, y por las Canastas oraban las viejas gargantas para su Madre querida.
El tiempo está marcado y el destino escrito.
Allá por Jabonería
la gente se arremolina por las aceras y esquinas
porque dicen que llegóel día;
se respira una alegríamuy distinta e inusitada,
los vecinos van rezando
y riendo y cantando
con el brillo en la miraday una ilusión… desbordada.
En una mesa, vacía,
cuatro compadres se sientan,
son artistas y comentanpor quéde la algarabía;
la taberna en este día
es el testigo invitadode otro poema creado
que a cualquiera quebraría.
Suena el compás esperadocon un arte agitanado,
suena el compás con las manos
y los nudillos golpean
mientras ellos tarareanla letrilla muy ufanos.
Todos brindan como hermanos;
el tono más desgarrado,
aquíun requiebro, un compás,
y sin decirse ya más
su faena han terminadocon todo el arte sembrado.
Uno de ellos mira la horay resopla con su aliento,
de marcharse ya es momento
que aquíno vale demora,
el ímpetu del ahoraremata el último vino,
es muy buena la letrilla
y ha de causar maravilla;
es lo humano y lo divinode este canto que adivino
con el regusto sembrado
de lo bien hecho; caminanlos cuatro
mientras afinanlos versos que han inventado.
Llegan al sitio acordado,
miran el viejo balcóncon sus hierros, siempre amigo,
confesor y fiel testigocon que grita el corazón.
Sí, el momento ha llegado:
cruz de guía, penitentes,
varios cirios y el incienso
con los pinceles ausentes de brochazos diferentes.
Y traspasado el instante
rompe el aplauso expectante.
El alma siempre anhelante
de este arrabal gaditano
cae rendido ante la fede un rostro herido que ve
el Nazareno gitano,
padre de hijos, y hermano.
El silencio se hace dueñoen el quejío primero
que desgarra el saeterocon un ¡ay! hondo y pequeño;
todo es parte de este sueño,
su voz comienza a vibrarmientras la noche se llena
con el dolor y la pena,
un quejío y un cantarque hace al gentío llorar.
El tiempo se ha detenido,
sufre el artista cantandosin mirar
y desgarrandolos tercios que se han oído;
la emoción ha aparecido
en el rostro de la gente,
lágrimas han aflorado
que no deja indiferentea ningún alma presente.
Llegóel momento final,
el cambio por martinete
endurece y arremeteesta saeta al cantar.
No hay más letra, ya no hay más,
el poema se termina,
un ¡ay! postrero al cielo
y las dos manos al vuelo;
Todo el público enmudece,
el capataz llama al pasoy por fin
rompe el aplausoque a todo el mundo ensordece.
¡Gloria a la fe gaditana
que aplaude a la pasióny desborda la emocióncon la saeta cantada.
Esta oración escuchada
tiene lo que hay que tener,
tiene arte y tiene casta
y con la letra le bastapara demostrar la fe
que el pueblo quiere tener;
que es la fe que el pueblo canta,
la oración de un pueblo bueno
que le reza al Nazareno
con el alma y la garganta
que hasta a Dios mismo le encanta!
LA MISERICORDIA ES ETERNA
-¿Y qué es misericordia?, preguntó un avezado alumno.
- El amor de Dios.
- Entonces…¿se ha acabado el amor de Dios?
- No. Hemos escrito un gran libro y lo hemos colocado en la biblioteca, estantería 2016.
- Y ¿dónde estáes estantería?
- En el alma de los hombres.
- Ojú, complicado, profe.
Si en verdad quieres saber quieres encontrar la misericordia ve a San Juan de Dios y la hallarásen el trabajo humilde y callado que la Hermandad de la Santa Caridad realiza por un digno culto y a favor de los más necesitados.
Misericordia son los besos tallados que los jóvenes dejáis en las mejillas de los ancianos, mMisericordia son todos esos alimentos que todos habéis traído y recogido para el hambriento, son las jóvenes manos de quienes reparten comida en la noche oscura para encender una luz de esperanza a quienes la cera les falta para seguir creyendo en una tierra más igualitaria. Vosotros sois misericordia y estad orgullosos, como Dios lo está de vuestra labor cuando pedís o dais con vergüenza pero sin miedo. Que se entere todos de una vez, son los jóvenes los que sin temor se calzan las sandalias del pescador en esta tierra de Dios. Misericordia infinita de la que muchos deberíamos aprender, seamos ovejas o pastores. Obras son amores, ¿queréis aún más poderosas razones? Que se abran los corazones; esa también es la juventud de este momento. ¿Cabe más entendimiento? Desde aquí y al cielo, mi reconocimiento.
La Misericordia es infinita como la cola en la vieja catedral las tardes de marzo que muere ante unas manos atadas, cautivas, nunca cansadas de tanto beso, tiznadas de tanto ardor. Su madre mira al cielo, Trinidad la llaman, luce cincuenta primaveras, recordando al Padre que no quede un solo hijo sin atender, que para eso Ella misma lo reclama.
Frente a él, la misericordia de un hijo abraza la cruz y tiende su mano. Escuece en su Mayor Dolor por el falso amor.
¿De veras eres capaz de rogarle su misericordia cuando no perdonas al que duerme a tu lado? Ven, ponte de frente y dime cuál es el valor cristiano del que tanto presumes. Ese no es el hermano que Dios quiere ni el que busco a mi lado. No me vale ese cofrade que solo mide sus metros por sus golpes de pecho. Aquí se viene con la lección aprendida de saber perdonar al hermano e hincar la rodilla del orgullo en tierra.
Y ahora mírale, con los brazos abiertos, crucificado, derramando el perdón de su misericordia, cabeza alta , cabello al viento, perdonando sigue a aquellos que incluso viendo la injusticia siguen cobardes y ciegos; aún vive, entre cadencias de rosario; no está muerto, a pesar de que la madrugada se muere por él amaneciendo, esperando su llegada.
Misericordia es la Victoria de una madre, Viernes Santo, que ha sabido enseñarnos que hay vida en su palabra aunque haya días que por un cáncer o una muerte no la entendamos. Este año por Santa María no expirará Cristo como viejo soldado sino que se alzará sobre sus heridas con misericordia por sus hermanos.
Misericordia son dos brazos abiertos, que abrazan a un barrio que sigue siendo barrio aunque las cornadas de la miseria tengan a sus hijos hartos, es el alma de una Viña que se vuelve catedral para honrar a una madre que la pena la hace más hermosa, una mujer vestida de azul que guarda cada beso que el barrio deja perenne a los pies del Hijo muerto; misericordia es entender que un barrio, que es barrio de veras, muere por el Hijo para dejarse arrastrar hasta donde sea por el cariño de una Madre que además de señora y gaditana, es mujer y, sobre todo, viñera.
La tarde del Lunes Santo
la Viña impaciente espera a que salga bajo palio
quien es su madre y su reina;
la tarde del Lunes Santo
se hace el barrio primavera
y las luces de la tarde ….vuelven sus rayos a Ella;
las cales blanquean calles con recelos de grandeza,
luces y sombras de soles
con las forjas juguetean,
y entre flores y balcones,
entre ventanas y rejas
sale el sol en este barrio para que el barrio ver pueda
quién es la madre entre madres
y tiene nombre de reina.
Las flores besan con arte
los piropos que le dejan,
los pétalos se derraman en balcones y azoteas,
la gloria se vuelve música
entre marchas y saetas,
y el barrio entero expectante con sus lágrimas le reza
pues pasa la que es su Madre
y coronan como reina.
¿Quien ha dicho que en la Viña no hay corona pá una reina?
Quizás el cielo bendito de su divina belleza
desconoce todavía porque
no ha visto su pena;
quizás no le han presentado la gracia de esta tierra
la tarde del Lunes Santo
cuando hasta el sol pisa tierra
por no perderse el momento que bajo un palio pasea;
quizás aún no haya acudido
a su capilla, a verla
y rezarle un rosario como solo aquí se reza;
o quizás no ha visto el rostro de su intocable belleza
y que no hay flor en el mundo
que a Ella parecerse pueda…
¡Pongan lirios y claveles,
rosas, nardos y azucenas,
pónganse luces y soles
y toá la sal de la tierra
que no habrá flor más hermosa
que la Virgen de la Penas
cuando pasa por su bario
con ese arte de reina!
¡Que lo gritan las esquinas y lo cantan las saetas,
que lo dicen por los patios,
por zagüanes y azoteas,
que lo llevan por los mares
las olas de la Caleta
y los pájaros del cielo por campiñas y veredas!
¡Que se entere todo el mundo
que todo el mundo lo sepa,
que la flor mejor nacida
en la Viña se venera
y el mismo cielo corona
como Virgen de la Penas!
UN DÍA EN EL RECUERDO SEMPITERNO
Miércoles de Ceniza. En el colegio, un alumno espabilado se dirige a mí tras la imposición de la ceniza:
- Don Juan, ¿qué fechas hay en la Cuaresma que más le llamen a usted la atención?
- ¡Dos!, les contesto de manera tajante. La clase ahora sí calla. Han entendido que han dado en el clavo y que merece la pena oír. PrSan José, 19 de marzo. Mi abuela paterna se llamaba Pepa; una de mis tías Pepita, y , por supuesto, el día de mi padre. Y el viernes de Dolores, porque Lola se llama mi abuela y Loli se llama mi madre.
La iglesia ya no celebra dicho día en la Cuaresma. Me da igual. Mi abuela nunca cambió su celebración. Mi madre tampoco. Sus ojos eran los de una madre, ya abuela, que nunca perdía la razón de mirar a pesar de sus años. Mirada por mirada. Y he visto Viernes de Dolores abrazarse las dos con la fuerza que da el cariño.
Ojos que hallo en el besamos de San Lorenzo: la madre baja de su altar y te ofrece su mano. No está sola. Siempre arropada por almas samaritanas. Su hijo pende de un madero entre mortajas blancas y oraciones que la acompañan.
Mirada de una Madre, las manos fundidas, Angustias en San Pablo, dolor sereno, neoclásico, que ruega en silencia ungüento para la injusticia que descarna la vida en la sangre de los inocentes.
Ojos que suben por Jabonería para fundirse en las lágrimas de las hijas de un barrio, dolor frente al dolor de niñas, madres o abuelas. Y frente a ellas Dolores en su espera.
Dolor que se aprieta como ave en su nido regado por Lágrimas de San Antonio; querer quisieran saciar el contrito sufrimiento de su hijo, sus hijos: un azote, un desprecio; una gota de sangre, un adios solitario; una oración, un beso, una caricia, un regalo.
De nuevo, a San Lorenzo; el dolor se viste de luto la tarde del Viernes de pasión entre encajes lívidos y manos que se abrazan la una a la otra. En ella, mi madre, en ella mi tía, en ella mi abuela. En ella la verdad que nunca alcancé y amarla cuanto por ella quisiera. En ella la verdad de un niño que que siempre rezó al paso por su puerta. Para ella la plegaria que inocente pero crédulo mi amor hacia una madre componer pudiera:
Con la bendición del padre,
quiero escribir este día el poema más bonito
del mundo que nunca exista
y dedicarlo a mi madre
para que siempre sonría;
yo quiero componerlemil versos que contarían
toda la fe que le tengo
y por la que mataría,
pero no sécómo hacerlo,lo confieso, pues diría
cientos y cientos de cosas
todas del alma nacidas
que a buen por segurofuesen todas atractivas.
Yo quisiera componerle
un gran ramo de divinaspalabras
que le apacigüenel dolor de su afligida alma
y también le sonaran
cual bálsamo de la vida;
yo quisiera construirle
unas estrofas escritasque la perfección rozasen
y mostraran la maestríaque su figura merece,
su nobleza y su valía;
yo verla llorar no quiero,
ni oírla cuando suspira,
lágrimas no quiero vercolumpiarse en sus mejillas
ni sentir su soledad,
su amargura o su agonía;
no quiero verla en el gólgotavelando su quinta angustia,
ni aún en el mayor dolor
suplicante y de rodillas,
que no quiero ver mi madreen su camino caída
azorada por el hadoni por su fe destruída;
yo no quiero que se caigaallá…por la costanilla
como un nazareno máspor la cruz del paso hundida;
yo no quiero que se vaya silente
cual los hijos de las mar
que por querer no querían
ni decir adiós a todoslos que por amor querían;
ni puedo aguantar tampoco
verla morir perdida
por los pasillos vacíos
de residencias
vacíasde familiares avarosy mentes olvidadizas;
tampoco quiero ni callo
-y habla aquími rebeldía-
ver la madre maquillada por la inane cobardía
de un hombre que es su marido
y no respeta la vida
ni puedo seguir callando
cuando la veo remisa mujer,
ama y labradora
sin justa categoría.
Yo quiero ver a mi madre que no llore y que sonría,
que deseche sus tristezas
y goce de las alegrías;
yo quiero sea feliz,
radiante como ella misma,
sin lágrimas ni llantos
que derroten sus mejillas,
que no quiero más pañuelos para sus penas ni desdichas,
que los encajes y bordados junto a la seda más fina
los quiero para las nuevas
y que sean buenas noticias;
quiero el amor en sus ojos
como Salud infinita,
quiero la dulzura eterna
de su mariana acogida
y la Esperanza cristalina de un rostro que sin hablar
todo los dice y predica
pues Ella es fe y es dogma
y es de reyes nacida,
entre toda mujer Ella
es pureza concebida.
¡Que yo quiero ver a mi madre que disfruta en esta vida
y que pinten en su cara
la más bonita sonrisa que nadie en el orbe robe
y que siempre en ella exista!
¡Que yo lo que solo quiero
es que mi madre sonría!
LA BUENA MUERTE DE NUESTRA SEMANA MAYOR
Los andaluces somos particulares. Es cierto. Dicen que es difícil comprendernos porque tenemos una singular manera de expresar nuestros sentimientos. Vengan y entiendan por qué esta tierra es la que escogió Dios Padre para su Madre Santísima, por qué sacamos los pasos a la calle y por qué son las imágenes bendecidas de Jesús y María las que nos hacen ser un poquito más cristianos cada día. Vengan y entiendan que a la muerte es Buena y las Penas gloriosas.
Vengan y suban hasta una parroquia donde una Madre llora desconsolada por la sed de su hijo, Piedad la llaman, pero antes de que el rostro el dolor le rompa, el escultor la impregnó de una belleza que solo en ella puedes encontrarla como hija gaditana.
Sigan el camino hasta Santiago y por la Piedad de un hijo vayan a la capilla de su Madre, donde unas lágrimas riegan una rosa transida de dolor que un cáncer marchitó sin saber lo que secaba, pero que germina de nuevo día tras día porque sigue amando lo que tenía y juró que jamás lo perdería.
Continúen hasta un torreón donde la Luz son los ojos de una madre que abre sus manos para abrazar la muerte que siembra vida. En Cádiz el agua que mana de un costado herido es vida para la vida de todos lo que en la vida creemos.
Vengan a la Soledad enlutada de una Madre que espera a que la muerte no sea el final porque su hijo duerme que no muere aunque ya no lo pueda acunar por más que lo intente. Más de cuatro siglos lleva queriendo a esta ciudad aunque a veces la olvide en su triste y apartada Soledad.
Apresúrense hasta la misma Catedral para ver el cielo escondido cuando la Madre obediente lo mira con las manos vacías de tanto dar lo que tenía...He aquí a tu Madre.
Y busquen sitio en San Agustín, antes de que el mudo reloj de la plaza dé la hora, porque allí el Viernes Santo dialoga y se vuelve escribano para la Muerte que es Buena en Cádiz y despoja de su hábito al calvario
Despliega el cielo su mantoal querer la noche verte
pues es su vida quererte
y tu cruz amarla tanto;
un negro velo enlutado
ciñe silente tu espera
y la ciudad a tu vera
como el hijo más amado;
las campanas cuelgan mudas,sin tañidos,
pues musitansolo rezos que palpitanentre bronces y desnudas;
un chirrido seco y bronco
despierta la puerta dormida,
el interior cobra vida,
en el aire mudo y bronco
luces marcan el caminoque presagia tu llegada
el eco de una llamada
da la razón al destino;
cruje fría la madera
cuatro velas, cuatro hachones,
crepitan los corazones,
mereció, y tanto, la espera.
Veo y no puedo verte
pero el verte toda mi alma
se place en bondad y calma
frente a tu serena muerte.
San Agustín enmudecey San Francisco silencia
ante la dulce cadenciaque tu caminar padece;
por Cobos todo es amor
y al tocar la Catedral
se agita la fe del marpor acariciar a su Dios.
El gran templo se estremece,
suena el eco de unas nanas,
las olas rezan lejanas
mientras su Cristo se mece.
Su pureza en Montañésqueda entre tocas planchadas
y en Ancha…. son las miradaslas que descarnan la fe.
Luego es Cádiz quien espera
verte en tu paso imponente
que por ti se hace creyente
y viste su fe sincera.
Detrás, la Madre camina,
Mayor Dolor en su paso,
transida por el traspasodel dolor que no termina;
bajo el palio su mirada
al cielo lanza perdida
suplicante y confundida,
lacrimosa y traspasada.
Y avanza la noche heridainmersa en la madrugada,
la ciudad viste enlutada
y su alma vela transida.
Llega el momento final,
espera la recogidaen la plaza de salida,
pero ya nada es igual;
agoniza el Viernes Santo
a los pies de tu calvario,
seco sudor de sudario que cuesta entenderlo tanto
La misma plaza espera
grabar el último instante,
un silencio penetrantediluye la fría espera;
etéreas nubes de incienso
preludian tu llegada,
horquillas acompasadasmarcan tu latido intenso.
El momento ha llegado:
Él de nuevo, frente al templo,
yo boquiabierto, contemplo
su misterio, cautivadopor la magia de un instante,
y me siento traspasadoa un paraíso lejanode paz,
sereno y constante,
sorprendido porque miro
y no hallo explicación
a tan noble perfecciónque provoca este delirio,
y gozoso por saber
que es tu dulce faz amada
la mejor muerte talladaque unos ojos puedan ver.
¡Queriendo siempre quererte
expira ya el Viernes Santo
en silencio y con su llanto
no queriendo muerto verte;
ya no queda más amor
en tus labios que dejarte
y la noche para amarte
torna su duelo en ardor,
y por querer más quererte
y querer más adorarte
muere el día por rezarte
y las sombras por tenerte,
y el cielo por entenderte
la ciudad por abrazarte
y la muerte por besarte
Cristo de la Buena Muerte.
LA ÚLTIMA CUESTA
Y no se cerrarán las puertas, porque viene de nuevo la vida, resucita el alma perdida y a los sones de un sol de pascua la vida nos brinda, de nuevo, el gran poder de la esperanza.
Sigo los pasos de mi singladura; camino descalzo de tanto pisar aquello que tanto quiero y tanto amo. Los abrazos del amor inundan mi henchido corazón hasta tal punto que no hay alma que pueda hallar la calma a tanta ilusión. Mas queda la postrera parada en la verdad de nuestra esperanza, sí, de nuestra vida, la misma que llama a la puerta cada día para seguir viviendo un poquito más cristiano. Antes de abrirla, me queda mi última confesión. No, no es ningún testamento, es el corazón que se desnuda y desvela porque quiere encontrar a Dios, su Dios.
Comienza la cuesta arriba del camino,
voy sediento de mis luchas en la vida
y oriento mi último esfuerzo
al barrio Santa María,
a las puertas de un gran templo donde rezan cada día
al que llaman Nazareno.
En la cuesta voy cargando
los pecados y recuerdos
que se han ido acumulando
en la vida y desenfreno de este inconsciente cristiano
que vuestro es hoy pregonero.
Pesan las siempre torpezas como cruces del madero,
alto quisiera quejarme pero…
no tengo derecho:
yo soy el único culpable de este agónico repecho;
nervioso, sigo avanzando,
se va acercando el momento.
En un punto inesperado
vuelvo mi rostro y observo
almas junto a mí gemelas cargando con su madero,
rotas de heridas y flechas
que superan todo duelo.
Suenan unos pasos, horquillas que avanzan con su racheo;
termina Jabonería,
el dintel está abierto;
los suspiros son más largos
y se acelera el jadeo de un corazón asustado
que sosegarlo no puedo.
El murmullo me atenaza
pero me calma, estoy dentro;
busco en el todo y la nada el rigor de este ruego;
crece toda mi inquietud
y entre tantos, verle puedo con sus manos en la cruz
abrazando el madero.
Es muy raro, algo ha cambiado,
siento algo distinto al verlo,
mi corazón se ha parado….aunque late, ya sin miedo;
un hálito extraño pasa
y sin poder entenderlo
me despoja de su carga y todo parece nuevo.
Observo a mi alrededor y ante mí,
tan solo veo unos rostros que de amor ruegan en paz y sin miedo;
el favor de su piedad
anega cuanto contemplo
y presiento su verdad eterna cuando lo veo.
El rencor ya no me vale,
ni tampoco mis desvelos,
la duda ya no me cabe….ni los malos pensamientos;
ahora ya todo es distinto,
nada es como antes;
siento en mi ser un infinito y apaciguador sosiego
que me lleva a comprender
quien es Cristo, el del madero,
y comprendo en mi esperanza
que es el Regidor Perpetuo de esta ciudad entregada
a quien es su Nazareno,
el centinela de amores en su garita dispuesto,
el guardián de confesiones
que declaran en silencio,
el protector del creyente
que atiende sin ningún precio a quienes dicen no creer
y, en verdad, están creyendo;
¡que lo llamen como llamen
él es nuestro Nazareno,
el del Jueves Santo tarde agarrado al madero,
el de todo gaditano sin importarle su credo,
el del payo y el gitano,
el de grandes y pequeños,
el de los pobres y ricos
y aquellos que andan pidiendo,
el que hinca la rodilla cada vez que cae al suelo
y se disculpa cada día
porque el orgullo no es bueno,
y a perdonar nos enseña agarrando su madero,
que perdonar en la tierra es el camino hacia el cielo;
Él es quien te ruega y pide
la limosna para el ciego,
y el pan que luego bendice
y el amor para el hambriento,
el que abre su posada al que llaman forastero
y no pide más papeles,
que solo quiere hombres buenos que por la vida peleen
aunque se caigan al suelo.
¡Ese es nuestro capitán al que llaman Nazareno,
luz de nuestra ciudad,
Grenúo de nuestro pueblo,
faro de nuestro horizonte,
de Santa María dueño,
Dios que a sus hijos acoge y les regala su cielo!
¡Finaliza aquí el pregón,
deciros hoy más no puedo;
duérmase mi corazón
en las manos que a un madero
acarician con ternura
y abrazan un barrio entero;
no hallo más grande dulzura
de cuanto hoy os confieso,
muera por siempre el pregón
junto al Regidor Perpetuo,
brote de gozo mi amor
junto al siempre Nazareno!
HE DICHO
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