Cádiz en la pinacoteca del Gran Poder de Sevilla
La popular hermandad hispalense incorpora a su patrimonio un cuadro de Antonio Álvarez del Pino, realizado para la exposición que protagonizara el pasado año
Cádiz y el Gran Poder de Sevilla tienen una vinculación, un nexo común, que se remonta siglos atrás. Un gaditano, Fray Diego José de Cádiz, es venerado con devoción en la basílica hispalense, donde recibe culto una imagen del beato capuchino; al igual que en su casa natal de la calle Bendición de Dios, en Cádiz, hay un cuadro del Gran Poder que se expone al culto. No ha sido el Beato Diego el único gaditano vinculado al Gran Poder, que tiene decenas de gaditanos incluidos en su censo de hermanos. Y a todos ellos hay que unir, desde esta semana, otro gaditano, Antonio Álvarez del Pino, que también ha quedado ya para siempre presenta en el templo de la plaza de San Lorenzo, en Sevilla.
Álvarez del Pino es pintor; y una de sus obras forma parte ya de la pinacoteca del Gran Poder, después de que este miércoles firmaran hermandad y artista el documento de cesión de la obra. Se trata de un cuadro de grandes dimensiones (metro y medio de ancho y de alto) con el rostro de la impactante imagen que cada Madrugada de Viernes Santo recorre las calles de la capital andaluza.
La pintura no es nueva, sino que formó parte de la exposición que el pintor gaditano protagonizó el pasado año y que mostraba el rostro de esta imagen en 33 pinturas diferentes.
“Este era el cuadro más grande de la exposición y el último que pinté, así que es un cuadro en el que yo resumo todos los descubrimientos técnicos que he hecho a lo largo de los cuadros anteriores. En el cuadro aparece en un fondo negro que es el Cosmos el rostro del Señor, de tamaño mucho mayor que el real. El Cristo está planteado como el Rey del Universo y en la parte inferior izquierda aparece la palabra Mesías escrita en hebreo, de manera estratégica para que los ojos del señor tropiecen con la palabra y lo miren, que es una manera de Él mirar su propia identidad, de reconocerse como Mesías”, explica el autor de la obra que fue donada el miércoles y que colgará de las paredes de las dependencias de la hermandad.
La pintura fue concebida también como un pequeño homenaje a Juan de Mesa, “porque al pintar solo el rostro en un fondo indefinido, un fondo como celestial pero oscuro, un fondo intergaláctico se podría decir, lo que quise expresar es la mente de Juan de Mesa ocurriéndosele el rostro del Señor”. “Es uno de los cuadros más extraños de toda la composición, de toda la exposición; y quizá el más espiritual y místico de todos” sigue analizando Álvarez del Pino, que se ha hecho también hermano de la corporación.
Un nuevo hermano del Gran Poder
De hecho, esto último no es tampoco baladí para el pintor, que señala que su ingreso en la hermandad del Gran Poder se ha producido “como hacían los artistas del siglo XVII, que donaban una obra a la institución” cuando ingresaban. “He querido seguir con esa tradición”, confiesa.
No esconde Álvarez del Pino su satisfacción por la donación realizada, en un acto “maravilloso” en el que los miembros de la hermandad “estaban emocionados con el cuadro”. “Me comentaron que me iban a avisar a la hora de colocar el cuadro, para que si yo estaba de acuerdo en la colocación donde lo iban a poner” en las dependencias de la hermandad.
“Es una satisfacción enorme que en la casa donde vive el Señor del Gran Poder haya una representación suya hecha con mis manos, teniendo en cuenta que allí hay grandísimos pintores representados”, traslada un pintor emocionado por compartir espacio con nombres tan reconocidos del panorama pictórico de los últimos tiempos. “Ahí está el cartel de Carmen Laffón que hizo para el 400 aniversario; ahí está el cuadro que pintó Daniel Bilbao, decano de la Facultad de Bellas Artes, y catedrático mío cuando yo era estudiante; y sobre todo está el Vía Crucis que pintó mi maestro Antonio Agudo. O sea que estoy un poco en casa, porque estoy rodeado de mis principales profesores de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, con lo cual es una satisfacción como creyente y es una satisfacción como pintor también, claro”, comenta. “Y ya también como hermano de la cofradía, que también soy, por supuesto”, concluye este pintor que ya ha dejado huella en el Gran Poder de Sevilla.
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