Una ciudad entregada a una noche de devociones
Jueves Santo
Muchísimo público en las calles para seguir la salida de las hermandades de Afligidos, el Huerto, Nazareno y Medinaceli para unirse a una Madrugada que sigue en eterno debate.
JUEVES Santo. Día del llamad o Señor de Cádiz en la calle. Jornada de mucha devoción porque al Nazareno de Santa María se le une Jesús de Medinaceli. Noche de largas melenas al viento que anticipan una Madrugada cada vez más corta y extraña. Antes, con la luz del día, Oración en el Huerto desde extramuros y el clasicismo y el romanticismo que llegaba desde San Lorenzo en Afligidos. Día de viento de levante no muy exagerado pero que sí hizo trabajar más de la cuenta a los pertigueros para mantener encendida la candelería de los palios.
Muchísimo público en las calles como siempre ocurre en la tarde-noche del Jueves Santo, sobre todo en las primeras horas. San Juan de Dios estaba completamente lleno alrededor de las siete y media de la tarde para ver el paso de Oración en el Huerto y un poco más tarde el Nazareno, que venía recorriendo el barrio de Santa María pero que a la vuelta no lo hará en una de las decisiones que ha creado mucha polémica entre algunos residentes de la zona. Día también con ciertos temores precisamente por el regreso a su templo sin entrar por Santa María.
La jornada ya comenzó por la mañana con la entrega por parte de la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, del bastón de mando de Cayetano del Toro, del que se cumplen 100 años de su muerte y con el que procesionó el Regidor Perpertuo.
Un rato después le correspondió a la otra gran devoción popular de la jornada, ya que al mediodía se develó el rótulo de la nueva calle Cristo de Medinaceli, que es el tramo que se sitúa en el frontal de Santa Cruz y la balaustrada. Hasta ahora se incluía en la plaza Fray Félix.
AFLIGIDOS
Clasicismo puro en el cortejo desde San Lorenzo
El Jueves Santo es día de reencuentros en San Lorenzo. De canas bajo el antifaz azul. De arrugas bajo los guantes blancos. El clasicismo de una túnica con pañuelo colgado del cíngulo es significancia absoluta de lo que es Afligidos, y de lo que Afligidos pone en la calle. Un largo cortejo de moradas túnicas y azules capirotes que van intercalándose con múltiples elementos portados por acólitos: tulipas, un cuadro con una bula del Papa Clemente, la espada y el cirio del voto de la Inmaculada, los elementos de la Pasión... Más de medio centenar de acólitos, en resumen, imponiéndose una casi absoluta mayoría femenina. Y también se incorporaba este año, como ya lo hizo en Las Penas el Domingo de Ramos, un técnico cualificado en cardioprotección, para atender cualquier incidencia sanitaria que pudiera acontecer durante las cinco horas que suma esta procesión.
Los cirios morados con la parte baja en azul indican que el río de penitentes que surcaba Sagasta y Hospital de Mujeres en la tarde de ayer llegaba a su fin. Tras ellos lucía el Simpecado que ha restaurado la hermandad y el guión que ha estrenado con bordados de los gaditanos Juan Carlos Romero y Javier Piñero. Las representaciones de la Fe, la Esperanza y la Caridad daban paso a un cuerpo de acólitos muy numeroso, con media docena de ciriales y otra media docena de incensarios, entre otros enseres.
Cuando todo el cortejo estaba ya plantado en Sagasta, la cuadrilla de José Julio Reyeros comenzó la maniobra de salida, donde el paso tiene que bajar de altura para superar la puerta. Ya en la calle, y a brazos de sus cargadores, el paso salió al completo conforme giraba para dejarlo ya en perpendicular a la puerta, perdiendo así -según tienen como costumbre las cofradías de San Lorenzo- una primera marcha que podría ser ideal para esa primera vuelta con la que iniciar el camino a Catedral.
No eran las siete de la tarde cuando el paso de Afligidos -el tanque, se denominaba años atrás-, que por cierto cumplía ayer 75 años de su primera salida procesional, iniciaba el camino por la antigua calle de la Amargura, como precisamente representa el misterio. La marcha que le hiciera Juan José Puntas fue la primera en sonar ayer, por parte de los músicos de Pedro Álvarez Hidalgo, para la subida de Sagasta, que la cuadrilla realizó con bastantes mecidos entre paso y paso.
EL HUERTO
Los Reyna aseguran el relevo en la hermandad
Tres bebés de apellido Reyna -la pequeña María incluso con hábito- tomaban su biberón en las dependencias de la parroquia de San Severiano rodeados de penitentes y cofrades que iban y venían dando los últimos retoques al desfile procesional. Otro Reyna, Fernando, ex hermano mayor y ahora vicehermano, daba vueltas por el patio. Y otros dos: Fernando y Luis. El primero capataz del paso de palio y el segundo uno de sus ayudantes. Varias generaciones que aseguran la pervivencia de una hermandad como El Huerto. Familia y devoción unidas como en otras cofradías gaditanas.
Hacía mucho calor en el patio de San Severiano donde se estaba organizando la procesión. El hermano mayor, Arturo López Pinto, daba gracias al cielo por "estos dos años de buen tiempo", aclarando que prefería "el levante a la lluvia". Contaba, orgulloso, que el Cristo estrenaba el túnico bordado y (todo queda en familia) donado por Rosa Reyna. Y que se mantenían las cuadrillas y los capataces. Lo que funciona, para qué tocarlo.
Paco Álvarez mandaba el paso de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto, ayudado en su tarea por Jesús Farrujia, José Luis Camerino y José Ramón Callero. El paso fue centrado ante la puerta y antes de que la cuadrilla pasara al interior se procedió a la colocación de las maniguetas. En las de atrás, por cierto, iban los Manolo Tallafé, padre e hijo. Después de que sonara el Himno Nacional, el paso de misterio enfiló Tolosa Latour acompañado por la Agrupación Musical Polillas, que interpretó la marcha 'Primer Misterio' seguida por 'Alma de Dios'.
Fernando Reyna guiaba el paso de palio de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza. Le ayudaban Luis Reyna, Jesús Camacho y Víctor Barreiro. La cuadrilla formaba en el patio antes de meterse bajo el paso y rezar, todavía dentro, un Ave María y un Padrenuestro. Una vez en la calle, la Banda Municipal Ciudad de La Línea de la Concepción estrenó la marcha 'Oración de Esperanza', dedicada a la Cotitular de El Huerto. Luego sonó 'Carmen Coronada', de Sergio Bueno. Más adelante, una de las 'tirás' del paso de palio fue guiada por Cayetano Roldán, un buen colaborador de esta hermandad que buscaba sobre las seis de la tarde traspasar las Puertas de Tierra y adentrarse en el Cádiz cofrade.
NAZARENO
El Señor de Cádiz con el bastón de Cayetano del Toro
A cada paso, una saeta. Así, entre quejíos, piropos y pétalos de rosas que llovían de un cielo claro, fue bajando Jabonería el Nazareno, el Señor de Cádiz, portando en su monte de claveles rojos el bastón de mando del alcalde Don Cayetano del Toro, hermano mayor de la cofradía entre 1893 y 1915 y cuya nieta, Lilian del Toro, dio la primera levantá del paso de misterio en el interior de la iglesia de Santa María. Antes, como siempre, las autoridades fueron abarrotando un templo que se quedó pequeño. Desde la alcaldesa, que reconoció lo especial que había sido colocar el bastón del que fuera alcalde de la ciudad al Greñuo, y que procesionó acompañada por el resto de la corporación municipal; hasta Manuel Estrella, presidente de la Audiencia Provincial; el decano del Colegio de Abogados, Pascual Valiente; o el presidente del Colegio de Graduados Sociales, José Blas Fernández, que procesionó junto a los presidentes del resto de colegios profesionales de la ciudad y no en su calidad de teniente de alcaldesa. Junto a Teófila Martínez también pudo verse a la pregonera de la Semana Santa 2015, Rosa María Cossi, ferviente devota del Nazareno
Luis Peñalver, capataz del misterio, ordenó la maniobra de salida que estuvo acompañada por la Marcha Real en un primer momento, para empezar a bajar Jabonería a los sones de la tradicional marcha 'Regidor Perpetuo', interpretada por la Banda Maestro Enrique Galán de Rota, que posteriormente acompañó a la Virgen de los Dolores, ya que el misterio no lleva más música que las saetas que le van lloviendo. Como la magnífica que le dedicó a sus pies, junto a la Casa Lasquetty, Carmen Olmedo Velázquez, gran saetera de Cádiz y que levantó los aplausos de las cientos de personas que esperaban el paso del Señor cargado con su cruz de carey.
Antes de iniciar su caminar por un barrio que en algunos balcones lucía críticas a la decisión de la Junta de Gobierno de cambiar el recorrido del cortejo en su recogida, el hermano mayor de la cofradía, José Manuel Verdulla, comentó a los hermanos que esta variación se había realizado "pensando en vosotros y en la penitencia".
Y una vez caminando ya Jesús Nazareno, se preparó para salir el espectacular palio de María Santísima de los Dolores, cuyo capataz Antonio Ramírez corrigió a tiempo con un "derecha alante" la salida escorada del paso. La banda interpretó 'Rosa de mis Dolores', mientras ella, la madre con la cara descompuesta que va buscando a un hijo que sufre, comenzaba su descenso por el barrio. Y en el mismo sitio que Carmen Olmedo le cantó a su hijo, Jerónimo Raposo Zarco, Momi de Cádiz, le dedicó una saeta a la Virgen que quitó las penas del sentío. Y así, a base de saetas, de sentimiento, de emoción, fue abandonando el Nazareno y su madre su barrio para recorrer una ciudad que también es suya porque para eso es su Regidor Perpetuo, con su melena al viento y esos andares que le confieren vida.
MEDINACELI
Levante de Cádiz para una melena eterna
Jesús de Medinaceli impresiona. Tiene una majestad que sobrecoge dentro de su templo y más aún en la calle, con ese pelo bamboleándose con el mecido de su paso. Esa quietud elegante sobre un monte de claveles morados en esta ocasión y que fue una de las grandes novedades de la cofradía, una apuesta que resultó ganadora porque el efecto de la túnica morada de la imagen de Miguel Láinez gustó muchísimo.
Una vez que los penitentes de las secciones del Cristo salieron de la iglesia hacia el barrio del Pópulo, el paso de plata de ley tallado en los talleres de Manuel Seco Velasco entre 1957 y 1967, fue acercándose al dintel de la puerta, que traspasó en silencio y bajo las certeras órdenes del capataz José Luis Pájaro. Una vez en la calle, impone el sonido de las horquillas golpeando el empedrado de cantos rodados del Pópulo que rompe el respetuoso silencio. Por primera vez en su historia, los pasos de Jesús de Medinaceli le llevaron por la calle que lleva su nombre, nada más salir de Santa Cruz.
La restauración de los respiraderos del paso de misterio mostró un aspecto espléndido en la ventosa noche gaditana.
La larguísima penitencia que acompaña cada año a Jesús de Medinaceli tardó un buen rato en abandonar la parroquia de Santa Cruz.
Posteriormente, la Santísima Virgen de la Trinidad, de cuyo paso de palio es capataz Manuel Ruiz Gené, salió del templo sin contratiempos e inició su andadura en silencio también, puesto que ninguno de los titulares de esta cofradía lleva acompañamiento musical.
Su paso por las calles del Pópulo, donde una muchedumbre los esperaba en silencio, fue muy destacada. Y así, con su paso sereno y el único sonido de las horquillas de los maniguetas como acompañamiento, el Medinaceli y la Virgen se dirigieron hacia la Catedral, con una noche despejada y donde ni el levante quiso faltar a su cita para mecerle su eterna melena.
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