Una corona a la espera de coronación
La Palma presenta la presea que se le impondrá a la Virgen de las Penas cuando sea coronada canónicamente
Ha sido realizada en oro, plata, marfil y piedras preciosas y pesa 4,3 kilos
La pandemia impidió a los hermanos de La Palma y a los cofrades gaditanos vivir ayer una nueva coronación canónica, la de la Virgen de las Penas. Pendiente queda que esa ceremonia aplazada hace unos meses tenga fecha definitiva. Pero lo que ya tiene la cofradía del Lunes Santo en su poder es la corona que ese futuro día imponga el obispo diocesano sobre la cabeza de la Dolorosa. No hubo coronación, pero sí corona, que este sábado ha sido presentada en un acto celebrado en una parroquia de La Palma que presidía la Virgen de las Penas, expuesta en todo su esplendor en el altar mayor del templo.
La corona es una pieza de enorme categoría que ha realizado el más que reconocido orfebre cordobés Manuel Valera, autor de muchas de las grandes coronas que por toda Andalucía (y más allá de la comunidad autónoma) se vienen realizando desde hace años. El de la Virgen de las Penas era su primer trabajo para la capital gaditana. Y el resultado es una corona en la que tienen cabida tantas muestras de devoción a la Virgen (en forma de piezas de oro, de plata y de piedras preciosas que han sido donadas para su confección, así como por medio de donativos económicos que han permitido culminar esta obra) como la propia ciudad en sí. Y es que como si de un collage se tratara, la presea presentada ayer está plagada de detalles característicos de Cádiz y de La Palma.
En la corona están presentes la Alameda (con la representación de los característicos azulejos de los bancos situados en el paseo de la balaustrada), la Catedral (con las antorchas que rematan su fachada), las casas históricas del centro (con la reproducción de una cabeza fenicia que se localiza en la calle Ancha o de las peculiares cabezas de la Cámara de Comercio), el mar (sustituyendo los dragones tan habituales en las representaciones alusivas a la Virgen, en delfines), la Catedral Vieja (en la representación central, que reproduce el retablo de la Coronación de la Virgen que se localiza en el Torreón del Sagrario de Santa Cruz, obra de Patalano) o la piedra ostionera (que sostiene un ángel en la parte trasera de la obra, en uno de los detalles que más han llamado la atención).
Y hay también mucha Palma en la pieza de Valera. Racimos minúsculos de uva tallados en marfil y hojas de parra que juguetean por las dos caras de la diadema, en alusión a los orígenes del barrio de la Viña; palmas que componen los rayos que rematan la corona; y grabado en el interior del canasto la leyenda de las misiones parroquiales que realizó la parroquia en 2019 y que dio lugar a la coronación de la Virgen: Con María de las Penas, misioneros de la Misericordia.
Estos y otros muchos detalles que no impiden la visión armónica de una corona sencilla (como los ramos de azucenas en referencia a San José y el año de gracia que el Papa ha declarado, las rosas de marfil alusivas al rezo del rosario, o una frase en latín del Stabat Mater alusiva a la advocación de la dolorosa) son fruto de meses de trabajo entre la cofradía y el orfebre hasta dar con este diseño tan personal. “La verdad es que la idea la tuvimos bien clara casi desde el principio, desde que nos pusimos a hablar”, explica el mayordomo de la cofradía, Juan Jesús López. Ideas que iba trasladando la corporación gaditana al taller de Córdoba y otras que planteaba el orfebre, que guarda un vínculo personal estrecho con Cádiz. “La idea de incluir piedra ostionera en la corona, por ejemplo, es suya”, reconoce Juan Jesús, que explica cómo el orfebre planteó diversas opciones para incrustar la piedra llevada desde Cádiz a Córdoba hasta que decidió que la sostendría un ángel en sus manos.
La corona que el domingo y el lunes podrá contemplarse en la iglesia de La Palma ha sido realizada en oro, plata sobredorada (los rayos y la base de la cruz central, al ser los elementos que exigen una resistencia que no la da el oro), marfil tallado, piedra ostionera y diversas piedras preciosas (amatistas, zafiros, perlas cultivadas, un topacio, circonitas, diamantes y esmeraldas). Todo ello ha sido donado por hermanos y devotos de esta Dolorosa del barrio de la Viña. “El zafiro, por ejemplo, pertenece a un anillo que donó la madre de un hermano nuestro; y el otro día vivimos un momento muy emotivo cuando ese hermano vio el zafiro en la corona”, reseña el mayordomo de La Palma.
Las donaciones han sido tantas que incluso ha sobrado oro que ya no podía utilizarse en la corona “y que tenemos ahí guardado para algún otro proyecto que se pueda plantear en el futuro”. Un futuro que, por ahora, pasa por una coronación para la que ya hay corona. Y vaya corona.
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