La crónica del Corpus de Cádiz 2023: Buenos tiempos para la fiesta eucarística
La climatología acompaña por completo a una gran jornada dominical que preside en la Catedral y por las calles de la ciudad el nuncio del Papa en España
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Hay veces, muy pocas, en las que es palpable cierta sensación de que las cosas están saliendo redondas, casi perfectas. Ocasiones en las que la dicha del éxito se deja notar. Momentos puntuales en que el Gloria suena a gloria para el que asiste entre los muros de la Catedral para reafirmar que algo importante se está celebrando. Días en el que hasta el tiempo se alía con la celebración para que nada pueda fallar, en el que la brisa fresca permite soportar sin grandes dificultades las paradas de un cortejo a pleno sol al mismo tiempo que la intensidad no se convierte en enemigo de cirios y candeleros.
La sensación que queda con la celebración del Corpus de este domingo es plena, es de cierta reconciliación de la ciudad, su Iglesia, su gente y sus cofradías con la fiesta religiosa; la de la recuperación de los altares -aunque poco-, la de la rampa en Catedral para que el cortejo y el Santísimo salgan a la calle como Dios manda, la de las calles llenas de público a pesar de que el recorrido haya sido alargado -innecesariamente-, la de una Catedral que despertó a las nueve y media de la mañana una expectación inusitada que obligó incluso a impedir el acceso a más público cuando se completó el aforo -con lo difícil que es que la Catedral de Cádiz coloque el cartel de no hay billetes-.
Cádiz ha vivido un gran domingo de Corpus. Una jornada que sin duda muestra una clara mejoría respecto a años anteriores, que deja entrever que se ha superado la crisis provocada por el Covid (con los dos años sin salir a la calle y el tercero afectado de lleno por un Carnaval sacado de contexto y colocado a dedo por un gobierno que no reparó en el Corpus) y que vislumbra el camino por el que debe transitar en años venideros la fiesta eucarística, sus vísperas y su domingo.
El principio de la mañana
Desde bien temprano se echaba la ciudad a la calle para vivir la intensa mañana de Corpus. Desde las siete y media de la mañana había cortejos e imágenes transitando camino de la Catedral o de un altar en el recorrido. Y desde bastante antes de las nueve y media de la mañana el goteo de personas trajeadas camino del templo diocesano y de coches oficiales parando en Arquitecto Acero fue cada vez más constante.
El Corpus de este año no recuperaba solo la plena normalidad en la calle, con todos los ingredientes que no se veían en la ciudad desde 2019, sino que también daba fuerza al pontifical previo que en otras ocasiones pareciera casi un obstáculo para la procesión. Sin duda, a esto último ha ayudado sobremanera la presencia anunciada hace unos días del nuncio del Papa Francisco en España, Bernardito Auza, que posiblemente propició el empujón que necesitaba una Catedral llena hasta el último asiento disponible, incluido el altar mayor donde algún sacerdote a punto estuvo de quedarse sin asiento. Jugada maestra del obispo Zornoza, que tuvo la idea de invitar al nuncio.
La solemnidad de la celebración, agrandada siempre que participa el grupo Virelay con sus levitantes interpretaciones que llenan de armonía y espiritualidad los blancos muros y las cúpulas de la Catedral, ha sido casi una premonición de la jornada que iba a vivir la ciudad.
La procesión
En el tramo final de la misa empezó a salir el cortejo, del que llamaba la atención el más que numeroso grupo de niños de Primera Comunión (alrededor de 300, contabilizaron los organizadores). Los grupos de la Iglesia (asociaciones contadas, como la Hospitalidad de Lourdes y sus llamativos uniformes, y sobre todo las cofradías) se iban intercalando con los pasos (Dulce Nombre, Beato, San Servando, San Germán y Patrona) por la nave lateral de la Catedral y rampa abajo en busca de Santiago y Candelaria.
Desde la misma salida de la procesión ha sido palpable la implicación que el obispo busca en el Corpus de los colegios religiosos de la ciudad. En la Catedral había una representación, pancarta en mano, del colegio de La Palma; en Candelaria montó un altar La Salle, en San Agustín estaban las Esclavas (con un pequeño altar) y las Carmelitas (con el banderín recién estrenado con pintura de la Santa Joaquina de Vedruna realizada por Pedernal), en San Francisco Amor de Dios y en Pelota San Felipe Neri. Habrá que articular de mejor manera esta presencia escolar en el Corpus, pero sin duda es una gran noticia la existencia de esta implicación y la participación de uno u otro modo en la procesión.
El ritmo de la procesión ha sido otra de las buenas noticias de este domingo, sin grandes parones en el cortejo y en un andar casi constante que unido a las buenas temperaturas y al aire que corría por las calles hacía que los tramos de sol (San Agustín, parte de Nueva y ya a partir de San Juan de Dios hasta el regreso a Catedral) fueran bastante llevaderos.
El público ha sido bastante cambiante según qué tramos. En Santiago apenas había gente, tampoco en Cardenal Zapata; pero Candelaria estaba bastante concurrida, y Nueva rozaba el lleno, siendo también numeroso el público de San Juan de Dios y resto del itinerario. En general, la impresión es que mucha más gente se ha echado esta mañana de domingo a las calles a ver el Corpus, que en torno a la una de la tarde regresaba a la plaza de la Catedral para impartir la bendición final y dar paso a los traslados de las imágenes que se agolpaban a los pies de la rampa.
Hasta aquí lo más reseñable en el plano positivo. En el otro extremo, quizás lo más llamativo haya sido la ausencia casi absoluta de engalanamiento de la ciudad para recibir al Santísimo en sus calles. Increíble que apenas hubiera balcones y fachadas exornados con una simple colgadura de las que sí se ven en Semana Santa y otras fiestas de la ciudad. Triste que esta ausencia se haya extendido a edificios públicos, como la sede de la Junta de Andalucía en Candelaria o la residencia universitaria en plena plaza de la Catedral. Y plausible esos pocos vecinos de Candelaria, San Juan de Dios o Pelota que sí han dispuesto al menos una colgadura en su balcón.
Es este capítulo del exorno el punto más negativo del Corpus, con muy pocos altares (muy destacados los de la Santa Caridad en la puerta de San Juan de Dios, o el del Perdón en Pelota), casi ningún escaparate dedicado a la fiesta en el recorrido de la procesión, sin toldos en San Juan de Dios, y sin romero, juncia, tomillo y otras especies en el suelo (a excepción de un tramo de Nueva delante del altar de la Cena que sí olía a gloria, a Corpus). Por fallar en el exorno, falló -un año más- al alfombra en el centro de la plaza de San Juan de Dios, enésimo batacazo del Consejo en este menester que necesita una reflexión y transformación o un desistimiento definitivo.
Con todos estos vientos a favor, y algunos que otros lunares también reseñados, la procesión ponía fin en torno a la una y media de la tarde, después de escuchar los últimos sones a cargo de la banda de música Agripino Lozano de San Fernando, que cumplió ampliamente en su estreno eucarístico. Ya con el Santísimo camino de su reserva, el nuncio -que estuvo muy atento a todo durante la procesión- se saltó el protocolo para saludar al capataz de la Custodia, a los miembros del Consejo de Hermandades y a otras autoridades para sellar la victoria de un Corpus que parece haber encontrado el camino y que tuvo este domingo hasta el tiempo a su favor.
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