La huella del coronavirus en las hermandades
La Tribuna Cofrade
El concepto actual de las cuotas anual y de salida y los contratos con las bandas pueden variar a partir de ahora
Las dolorosas de La Palma y Columna coinciden en el taller de restauración
Entre otras muchas cosas, lo ocurrido en torno a la Semana Santa de este año, inexistente en lo procesional debido a la epidemia del Covid–19, puede provocar dos grandes cambios, relacionados ambos con el ámbito económico de las hermandades. De un lado, parece que la fórmula actual de la cuota anual de un hermano y la cuota de salida no se sostiene, porque buena parte del presupuesto de la hermandad se nutre de esa cuota de salida. No sería extraño, por tanto, que las hermandades tiendan en los próximos años a implantar una cuota única anual que incluya la salida (que por otro lado no es un derecho sino un deber de los hermanos, el de salir a la calle acompañando a sus titulares), o cuanto menos a incrementar la cuota anual y reducir la de salida. En ese caso, si se suspende la procesión un año, no tiemblan los cimientos económicos de la hermandad al completo.
Las bandas
El otro gran cambio se barrunta que estará relacionado con los contratos de las cofradías con las formaciones musicales que van tras los pasos. Al igual que hace unos años se incluían en los contratos una serie de porcentajes o incluso la exoneración del pago si la salida se suspendía con una serie de horas de antelación (hubo hermandades que hasta suspendieron por la mañana sus salidas para beneficiarse de esto) que actualmente ya no existen –que sepamos–, parece previsible que las bandas incluirán en el futuro cláusulas que le aseguren algún porcentaje de cobro desde el mismo momento de la firma del contrato, para curarse en salud en caso de que suceda algo como lo de este año (a priori tan extraordinario que no debe repetirse).
La solución
El escenario de las bandas es bastante raro. Legalmente, parece claro que como el resto de contratos que no han podido celebrarse en toda España a consecuencia del coronavirus y del estado de alarma, dichos contratos quedan cancelados. La hermandad no ha podido salir, la banda no ha podido presentarse el día y a la hora contratada en la puerta de la iglesia, y ni una ni otra parte tienen culpa, por lo que el contrato queda sin efecto y aquí paz y después gloria. Pero ocurre que esos contratos son para las formaciones musicales buena parte del sustento anual (pago de locales, uniformes, arreglos y adquisición de instrumentos, nóminas de directores...) y quedarse de un plumazo sin un euro parece un revés muy duro. Así las cosas, todo parece que se solucionará con el contacto, la conversación y la negociación que cada hermandad cierre con la banda o las bandas que tuviera contratadas para este año. Y no mediante alguna suerte de acuerdo global que están planteando algunos y que defiende el Consejo de Hermandades (que, dicho sea de paso, es ajeno a esta cuestión).
El Pleno
A él se aferran algunos hermanos mayores como solución a sus problemas actuales (que no son otros que intentar no pagar nada o lo menos posible). De ahí que promovieran ese informe del Consejo que dice que legalmente no hay que pagar nada a las bandas por el contrato de esta Semana Santa, y que incluso encajaran bastante mal que ese informe se hiciera público (¿hay algo que ocultar?), mientras que otra parte de los hermanos mayores ya han cerrado con sus bandas el pertinente acuerdo para solucionar lo ocurrido este año. Unos gestionando y otros descalificando a diestro y siniestro y buscando intensamente al responsable de que esos documentos que por lo visto se quieren ocultar se den a conocer. Nada nuevo.
Ni Penas ni Lágrimas
Ni el barrio de la Viña pudo disfrutar este Lunes Santo de su Dolorosa, ni el Martes Santo pudimos ver por las calles a una de las Dolorosas más bonitas de la Semana Santa de Cádiz. En unas semanas tan convulsas por la epidemia, tan desgarradoras por esas cifras de fallecidos que se ofrecen a diario como el conteo de capirotes en la semana de Pascua, nos hemos quedado de un plumazo sin Penas y sin Lágrimas. Con todo lo que hay que lamentar, con tanto que hemos llorado y lloramos en este confinamiento, hemos perdido a las Penas de la Viña y a las Lágrimas de San Antonio. Además, en cuestión de 24 horas; porque si el miércoles fue trasladada la Dolorosa de La Palma al taller de Pilar Morillo y Álvaro Domínguez, después de celebrar una misa de despedida virtual el pasado domingo, a ese mismo taller llegó la imagen de Columna el día anterior. Morillo y Domínguez, de acreditada experiencia, se encargarán en estos próximos meses de devolver lo mejor de una y otra Dolorosa, dos de las muchas joyas marianas que atesora la ciudad.
Y a esa Esperanza de que las imágenes regresarán a sus altares en los próximos meses, que la Virgen de las Penas volverá a estar a los pies del Cristo de la Misericordia y que Lágrimas volverá a acompañar al Señor de Columna nos agarramos también para recuperar la normalidad en este mundo sacudido hoy por el coronavirus.
El Corpus
Sin Semana Santa y sin procesiones en mayo, las miras apuntan ahora al Corpus. Parece evidente, incluso se da por hecho en muchos círculos, que este año no habrá procesión. Una pena porque se interrumpe el cierto impulso que se le venía dando a una fiesta que este año iba a volver a contar con la imagen del Beato Diego en el cortejo, lo que es una buena noticia. La decisión final podría tomarse el martes de la próxima semana, ya que el Cabildo (salvo cambio) se reúne el primer martes de cada mes.
El futuro
Más allá del Corpus, todo es una incógnita. ¿Cuando acabará el estado de alarma? ¿En qué fase de la desescalada anunciada se permitirá volver a ir a misa sin miedo a que la Policía Nacional irrumpa y suspenda la celebración? ¿Cuándo podrán volver a trabajar juntos los equipos de mayordomía? ¿Cuándo podrán meterse debajo de un paso 50 o 60 personas? ¿Se considerarán las procesiones eventos de gran concentración de personas? Algunos empiezan ya a temer por la celebración de la Semana Santa de 2021.
EL DETALLE. La carrera oficial fantasma
La ciudad parece empeñada en retorcernos el corazón a pellizcos. Si duro ha sido el final de la Cuaresma con la mayoría de iglesias cerradas y los cultos celebrados en las redes sociales como cada hermandad ha podido, no menos duro era pasar en Semana Santa por Catedral o Palillero y observar los palcos a medio montar, en una especie de abandono que recordaba lo que era la Semana Santa en otros tiempos y lo que ha sido este año. El último pellizco al corazón se ha visto esta semana, cuando los operarios han empezado a retirar las estructuras de la carrera oficial fantasma de esta Semana Santa más cruel.
Los tramos
Primer tramo. Enorme el desvelo y las gestiones que el Consejo está realizando estas semanas en la atención social. El trabajo del presidente en este campo está siendo tremendo. Segundo tramo. Muy interesante la labor de rescate del pasado que están haciendo muchas hermandades y particulares estos días en las redes sociales. Interesantísimas las fotografías de la cuenta de Joaquín Bejarano. Tercer tramo. Los Wasaps. El primero: “Lo de los cargadores va a ser un lío porque ahí abajo pueden coger cualquier cosa”. El segundo: “Ya tengo bandas ofreciéndose para el año que viene”. Y el tercero: “¿Has visto el vídeo de los acólitos cruzándose en un ensayo?”. Cuarto tramo. Ahora que tan rápido se han movido para homenajear a un periodista, convendría recordar que Emilio López sigue sin calle o sin título de Hijo Adoptivo. Y lo merece como pocos. Quinto tramo. ¿Y si las hermandades renunciaran a la subvención, donando esos 120.000 euros a la ciudad?
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