Las huellas gaditanas en la exposición cofrade de Sevilla
La muestra sobre religiosidad popular inaugurada en la Fundación Cajasol con motivo del Congreso Internacional de Hermandades que se celebra esta semana en la capital andaluza cuenta con tres pinceladas de la provincia gaditana
Sevilla será esta próxima semana el epicentro mundial del mundo cofrade. La capital andaluza acoge un congreso internacional de hermandades con más de un millar de inscritos procedentes de diversos países; una cita de excepción que culminará el domingo 8 de diciembre con la procesión magna que protagonizan algunas de las imágenes más devocionales de esa diócesis, como la Macarena, el Gran Poder, la Esperanza de Triana o las patronas de la propia Sevilla, de Dos Hermanas o de Utrera.
Un acontecimiento de tal calibre cuenta con una amplia programación no solo de conferencias y actividades vinculadas directamente al congreso que se desarrolla a partir del 4 de diciembre, sino de otras muchas propuestas que giran en torno a esta cita cofradiera de carácter internacional. Y en algunas de esas convocatorias hay, como no podía ser de otra manera, pinceladas gaditanas.
Así ocurre con una de las grandes exposiciones organizadas por este encuentro cofrade, la que ya se ha inaugurado en la sede de la Fundación Cajasol (en la plaza de San Francisco de la capital sevillana). Bajo el título Arte y Devoción en Andalucía: Hermandades y Piedad Popular, esta exposición auspiciada por la Archidiócesis de Sevilla y el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla recorre un itinerario singular por el vasto y rico patrimonio artístico (pintura, escultura, orfebrería, bordado y cerámica) así como por la espiritualidad que define a las corporaciones de penitencia y gloria del sur de España.
La exposición dispone de 86 piezas que recorren ocho siglos de historia del arte y religiosidad popular, redundando en la riqueza artística generada por las hermandades y cofradías andaluzas. Consta de cinco espacios repartidos entre las distintas salas de la Fundación Cajasol, en los que se muestra la evolución de la piedad popular desde el origen del culto a la Eucaristía, la devociones marianas, la Pasión de Cristo o la huella americanista, hasta las representaciones artísticas de los últimos tiempos.
De todas esas piezas artísticas, algunas venidas de fuera de Andalucía, pueden encontrarse tres que pertenecen a la provincia de Cádiz, habiendo sido cedidas por hermandades o por templos para esta ocasión extraordinaria.
En concreto, se trata del primitivo Cristo de la Vera-Cruz de Cádiz capital, del popular 'Marquillo' de la hermandad del Nazareno de Jerez de la Frontera y del cuadro de la Piedad de Jacob Jordaens que conserva la iglesia de Santo Domingo de Sanlúcar de Barrameda.
Un Crucificado de pasta de papel
La presencia del primitivo Cristo de la Vera-Cruz busca poner de manifiesto la singularidad de estas tierras a raíz del descubrimiento de América, en un intercambio comercial que también alcanzó el arte sacro. Es así como llegan este tipo de imágenes realizadas por indígenas, que utilizan la pasta de papel para moldear representaciones del Señor, especialmente Crucificados. Según cuentan los comisarios de la muestra, el atractivo que encontró Andalucía en este tipo de tallas no estaba en su calidad artística ni en la precisión anatómica, sino en el escaso peso y en su resistencia, lo que facilitaba ser utilizadas en procesiones en unos tiempos en los que la carga y los pasos procesionales no estaban a la orden del día.
"Los crucificados de pasta americanos traídos a España durante el período virreinal constituyen un legado cultural único, fruto de la fusión entre las tradiciones indígenas y las prácticas europeas de devoción", destacan los organizadores de la exposición, que señalan la curiosidad que supone el rechazo que en su momento tuvo entre los cofrades de la Vera-Cruz la propuesta de sustituir esa imagen de papelón por el actual titular de la corporación; un hecho relevante "si se tiene en cuenta la notable calidad de la nueva obra y el marcado deterioro de la primitiva", que había sido afectada por el paso del tiempo, por las lluvias caídas en las procesiones y por una desafortunada restauración que recientemente revirtió la intervención realizada por Ars Nova.
El Marquillo jerezano
La segunda pieza gaditana en la exposición que desde el 28 de noviembre acoge la sede de Cajasol en Sevilla es la del popular Marquillo de la hermandad del Nazareno de Jerez. Un ejemplo de una iconografía -el sayón tirando de la soga- que fue ampliamente repetida durante una época de la historia de la imaginería, como muestran un encargo para Guadalajara en el taller de Diego de Rueda y Lucas de Rueda el Joven, o la conocida obra de Gregorio Fernández que se disfruta en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
Desde el año 1813 hay constancia documental en el Nazareno de Jerez de este apelativo de Marquillo al sayón que acompaña al Señor en el paso de misterio, cuya autoría no ha podido ser aún desvelada. Según los comisarios de la muestra, con la presencia de Marquillo se quiere poner de relieve cómo la figura del sayón "se convierte en un recurso visual que busca provocar en los fieles sentimientos de empatía y conmiseración hacia el sufrimiento de Cristo y de rechazo hacia el pecado que la grotesca figura representa". "La fuerza con la que Marquillo sujeta la cuerda no es solo un acto de violencia física, sino una alegoría del peso que la humanidad, con sus pecados, impone a Cristo, evocando a quienes contemplan el conjunto el inminente sacrificio del Calvario y el misterio de la redención", añaden.
Una pintura sanluqueña
La última de las piezas gaditanas expuestas en Sevilla es el cuadro de la Piedad que tiene la firma de Jacob Jordaens (entre 1645 y 1650). Se trata de una obra que ha tenido un curioso recorrido histórico desde la capilla de la hermandad del Rosario en San Juan de Aznalfarache a la iglesia de San Juan Bautista de esa localidad sevillana (donde fue trasladado en 1936); y de ahí al Instituto Eucarístico Diocesano que se constituyó en 1945 en Bonanza, Sanlúcar, para terminar en su actual emplazamiento de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán.
No fue hasta el año 2019 cuando se vinculó esta pintura a Jacob Jordaens, fruto del trabajo del especialista en pintura flamenca Matías Díaz después de que en 1985 se vinculara por primera vez a la obra de este mismo pintor en el Museo del Prado y que en 2007 se catalogara como copia de la segunda mitad del siglo XVII. Jordaens fue discípulo del maestro de Rubens; y tras el fallecimiento de este pintor y de Van Dyck se convertiría en el principal exponente de la pintura flamenca.
La exposición permanecerá abierta al público hasta el próximo 5 de enero, siendo unos los principales alicientes del programa cultural del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. Abrirá de lunes a domingo de 11.00 a 21.00 horas, a excepción del día 24 y 31 de diciembre, y 5 de enero, que sólo abrirá de 11.00 a 14.00 horas. El 25 de diciembre y 1 de enero estará cerrada al público.
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