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La nueva luz de Expiración

Cuaresma 2019

El Crucificado sorprende en su regreso a Santa Catalina tras el minucioso proceso de restauración realizado por Pilar Morillo y Álvaro Domínguez

El brazo derecho tenía grave riesgo de desprendimiento y estaba sujeto únicamente a un clavo

Restauración del Cristo de la Expiración / Marcos Piñero

El reencuentro con el Cristo de la Expiración se ha producido con el redescubrimiento de la imagen. Su regreso al culto después de una restauración que se ha alargado medio año ha supuesto la exposición de un soberbio Crucificado que muestra toda la fuerza y expresividad que el paso del tiempo y actuaciones desafortunadas le había hecho perder.

El trabajo que los restauradores Pilar Morillo y Álvaro Domínguez han llevado a cabo con la imagen ha sido de notable envergadura, diveros campos de actuación y una minuciosa precisión. “Los problemas más graves eran los estructurales de la imagen”, afirma Pilar Morillo. Y tanto es así, que el Crucificado llegó al taller con alto riesgo de desprendimiento de uno de los brazos.

“El principal problema que presentaba era el ensamble del brazo derecho, que presentaba mucha holgura y una grieta grande”, afirman al respecto los restauradores. Además de esto, la imagen tenía “mucha suciedad, muchos arañazos, grietas, muchos repintes... un aspecto general bastante deslucido”. Por si todo eso fuera poco, a lo largo de la restauración se han detectado dedos falsos en manos y pies (fruto de reposiciones improvisadas que se han hecho en diversas épocas, a priori como consecuencia de la pérdida de alguno de esos elementos por golpes, caídas o similar).

Este diagnóstico tan grave se completó con el examen a través de luz ultravioleta –técnica que se utiliza en restauración para detectar de manera clara todo tipo de repintes, resina o sustancia como lacas, betún o cualquier otro producto que se haya aplicado sobre la policromía de una imagen– que permitió constatar la presencia de repintes. “Generalmente se trataba de repintes efectistas que tenían como objetivo buscar los volúmenes de la imagen, realzar los rasgos”, explican Morillo y Domínguez, añadiendo que también se localizaron repintes cuyo origen estaba en la reparación de arañazos de la policromía, junto a otros que buscaban reforzar la sangre de la policromía original. Pese a todo ello, no se ha localizado ninguna policromía superpuesta, por lo que la imagen conserva la original.

Estos repintes localizados y eliminados es una de las causas de ese espectacular cambio que presentaba ayer el Crucificado respecto a antes de su retirada del culto en el mes de septiembre.

Sin duda la mayor gravedad de la intervención se ha localizado en ese brazo derecho que tenía riesgo de desprendimiento. Según han explicado a este periódico los restauradores, se ha tenido que desmontar la extremidad, que únicamente estaba ya sujeta al cuerpo mediante un clavo. “Tenía la espiga central mal montada, y tuvimos que proceder a quitarla y eliminar todos los clavos metálicos que se habían añadido para la sujeción del brazo”, explica Pilar Morillo.

Unido a esto, durante la restauración se ha realizado una revisión completa de los ensambles que dan forma a las distintas partes del cuerpo del Crucificado; y se ha procedido también a la fijación de las policromías en aquellas zonas donde había riesgo de desprendimientos.

Otra operación minuciosa ha sido la de la eliminación de la suciedad que de manera generalizada presentaba el Cristo. Aunque Álvaro Domínguez destaca como curiosidad “que había un contraste bastante grande en según qué zonas del cuerpo, sobre todo en el pecho, la zona superior de los brazos o los pómulos”. En esos puntos se ha localizado suciedad que se había depositado en la imagen.

Después de este exhaustivo trabajo, Morillo y Domínguez no esconden su satisfacción con el resultado que ayer asombró a aquellos que se acercaron a Santa Catalina. “La imagen ha ganado mucho, ha sido un trabajo muy satisfactorio. Pensamos que ahora se ve realzada, porque realmente tiene un modelado espectacular que hasta ahora no era visible por todos los problemas que presentaba”, explican.

En relación al trabajo realizado, Pilar Morillo señala que cualquier imagen que tiene que ser restaurada “es un reto para nosotros, pero cuando se trata de un Crucificado cobra aún más relevancia”, al ser tallas que por un lado suelen sufrir más que otras como un Nazareno, un Cautivo o una Dolorosa y por otro presentan con más detalle la fisonomía del cuerpo o los efectos de la Pasión. “Además, una imagen que procesiona es para nosotros más importante todavía, porque a los hermanos de la cofradía y a sus devotos se le suma realmente toda la ciudad, que es la que lo ve en la calle cuando sale”, añade Álvaro Domínguez.

El trabajo de estos dos restauradores gaditanos se ha completado también con la intervención de la cruz, que ha sido igualmente restaurada para completar una obra realizada “con mucho celo, con mucho mimo y con mucho amor, realmente”. Y el espectacular resultado puede contemplarse desde ayer en la iglesia de Santa Catalina: un Cristo de la Expiración que ha recuperado toda su luz, lo que ha permitido redescubrir un magnífico Crucificado del siglo XVII.

Un taller con un alto ritmo de trabajo

Las manos de Pilar Morillo y de Álvaro Domínguez se han convertido en fundamentales para la puesta en valor del patrimonio imaginero de la ciudad. De su taller salió la Virgen de las Angustias del Caminito, con el espectacular resultado que también se observa desde aquel día en la imagen concebida de talla completa y sentada sobre una peña. También han intervenido las manos del Nazareno de Santa María, posiblemente las más besadas de la ciudad.

Actualmente son tres los proyectos de calado en los que están trabajando estos restauradores que acaban de devolver todo el esplendor al Cristo de la Expiración.

Por un lado, están ultimando la restauración de los conocidos como Chinos de la Catedral: dos espectaculares imágenes de los Patronos realizadas en Filipinas y donadas en su día al Cabildo por un misionero dominico.

Por otro lado, van a iniciar de inmediato la recuperación de la imagen del Santo Ángel Custodio que preside el templo (una valiosa talla napolitana de Nicola Fumo).

Y por último, ya al margen de la imaginería religiosa, el tandem que desde hace años forman Pilar Morillo y Álvaro Domínguez están trabajando también en la recuperación de la fuente de los Niños del Paraguas, del Parque Genovés; una intervención que está generando interesantes datos artísticos e históricos y que financia la empresa municipal Aguas de Cádiz.

A todo ello se suman otras intervenciones que se anunciarán en próximas fechas y que estarán también relacionadas con el mundo de las hermandades de la ciudad, que ha confiado en estos dos restauradores el rescate de algunas de las mejores piezas de su catálogo imaginero.

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