No hay olvido en la distancia

Hay cofrades gaditanos que recorren cientos y hasta miles de kilómetros para salir con su hermandad. Otros lo llevan dentro pese a tener raíces diversas.

Pedro M. Espinosa

17 de abril 2014 - 06:55

DICEN que el roce es el cariño y la distancia el olvido. Dicen tantas cosas. Pero hay cariños que se retroalimentan sin otra necesidad que los recuerdos. Por eso, ni cientos, ni miles de kilómetros pueden con el deseo, el fervor, la pasión de algunos gaditanos por acompañar a sus cofradías durante sus desfiles procesionales. Es un sentir grabado a fuego, como ese cariño verdadero hacia una imagen que adoran. Una devoción que puede crecer con los años, desde pequeños y que a veces, pese a verse interrumpida por los avatares de la vida, se mantiene latente. Algo así le pasó a Manolo Colón, un gaditano de 66 años que con 15, en 1963, tuvo que emigrar con su familia a Barcelona. Allí se casó y formó una familia, aunque nunca olvidó sus raíces gaditanas. Durante muchos años las obligaciones profesionales y familiares le impidieron acudir a procesionar junto a la virgen de su barrio, del barrio de San Carlos, donde creció en la calle Ahumada, pero en cuanto que pudo conseguir días de permiso retomó la costumbre de salir con una sonrisa amplia y sincera justo delante de la Virgen de las Angustias. Su reencuentro con la Semana Santa gaditana se produjo en 1992 y sin previo aviso. "Llegué a Cádiz -relataba ayer Manolo poco antes de iniciar un nuevo cortejo- un Lunes Santo y me fui para el Caminito, allí me encontré con Pablo Chaves padre y le expliqué que mi deseo era procesionar el miércoles. No había túnica ya ni forma de conseguirla, pero Pablo, una gran persona, no paró de darle vueltas hasta que se le ocurrió utilizar la túnica de un hermano que no podía salir al estar enfermo. Recuerdo que en agradecimiento le compré un gran ramo de flores para la Virgen. Mi mujer Angelines también salió aquel primer año cerrando la penitencia".

Anoche Manolo realizó la Estación de Penitencia como penitente mientras su mujer y su hija Marta le seguían en la penitencia. Desde el año 1992 sólo ha faltado a su cita con la Virgen del Caminito en tres ocasiones por culpa de una angina de pecho. "Cuando sufrí la angina tardé en recuperarme, pero ahora vuelvo a encontrarme mejor y como me jubilé el pasado año quiero volver a salir mientras pueda. Siempre he tenido una gran devoción por la Virgen de las Angustias, desde pequeño. Con apenas nueve años mi madre ya intentó que procesionara, aunque entonces no pude porque el cirio era más grande que yo, así que salí aquel año en el Nazareno del Amor, también de mi barrio".

Manolo Colón no acudió el pasado año pero este no quiso perderse la oportunidad de recobrar una tradición que le hace sentir más gaditano si cabe, aunque él jamás ha perdido esa condición, ni en Barcelona, ni en Madrid, donde vive su hija Marta con su marido y sus dos hijas, ni en Peñaranda de Duero, el pueblo burgalés de su mujer al que también acuden cuando pueden. Se da el caso que incluso hay ocasiones en que comparten entre Cádiz y Burgos su tiempo cofrade. "Allí también salgo en procesión, aunque sólo somos unos 20 y el recorrido es mucho más corto, de menos de dos horas. También ayudo en la iglesia, sobre todo cuando hay que colocar una gran cruz de madera, de más de seis metros, para realizar el descendimiento de Cristo". Y es que si se habla de ayudar, ahí está Manolo Colón, un gaditano hasta la médula que lleva 51 años viviendo en Barcelona.

La distancia, la larguísima distancia, tampoco ha impedido que Juan Luis Álvarez saliera el martes de penitente con el Cristo del Ecce-Homo. Juanlu trabaja desde diciembre en México, concretamente en Monterrey, dirigiendo un proyecto de Escuelas de Formación Profesional. El hecho de tener derecho a tres viajes durante el año hizo que ni dudara aprovechar uno de ellos para salir con su cofradía. "Llevo más de 25 años saliendo, si no recuerdo mal desde el año 1989, cuando Antonio Hernández Rodicio era el capataz del paso de misterio y unos amigos y yo empezamos a cargar. Ahí estuve hasta 1998, también formando parte de la junta, y desde entonces siempre he salido como hermano de fila".

Juanlu reconocía que ya que han realizado un viaje tan largo hasta Cádiz "vamos a aprovechar y nos quedaremos toda la Semana Santa para poder disfrutarla bien".

Juanlu y su pareja Anabel se están intentando aclimatar a su nueva residencia, aunque la diferencia con Cádiz es grande. "Allí en Monterrey, que es precioso pero no se parece en nada a esto, son muy católicos, pero no hay nada de Semana Santa. Donde hay más tradición de procesiones y eso es en el Sur, pero donde estamos nosotros no. Sólo en diciembre, con la peregrinación a la Virgen de Guadalupe, a la que le tienen mucha devoción y que es la patrona de México, hay algunos actos en la calle".

Al preguntarle por su experiencia el pasado martes indicó que "fue muy emotivo poder pasear por Cádiz realizando el desfile procesional, algo muy íntimo, con amigos de la cofradía que todavía siguen saliendo. Ecce-Homo ha sido mi hermandad de toda la vida y nunca me voy a ir".

Juanlu, gran aficionado al Carnaval también, de hecho durante muchos años ha formado parte del coro de Julio Pardo, ha preferido colocar sus viajes anuales a su tierra en Navidades, Semana Santa y verano, "aunque ya veremos si en verano podemos venir porque hay mucho trabajo".

Pero ese deseo de acompañar a sus titulares también se da en los más pequeños, aunque tengan raíces de más allá de Cortadura. Dos de estos ejemplos los pudimos encontrar en la salida de la Sagrada Cena de Santo Domingo. Allí estaban dos jóvenes cofrades. Una de ellas es María Teresa, hija de Rosa, nacida en la República Dominicana pero que lleva ya 17 años viviendo en el gaditano barrio de Santa María. María Teresa tiene ocho años y lleva desde los cinco saliendo. La pequeña, nerviosa ante la inminente salida, decía que le encantaba salir de procesión. Su madre por su parte reconocía que allá en el Caribe se realizan algunas procesiones pero sobre todo en las capitales importantes. "Allí se toma todo como con más concentración, los más devotos incluso hacen ayunos de varios días".

También en la Sagrada Cena salió el domingo por primera vez Zlata, una joven de 11 años nacida en Ucrania y que posó sonriente con sus hermanastros gaditanos. A pesar de que sólo lleva un año viviendo en la provincia, concretamente en San Fernando, Zlata reconocía estar pasando unos momentos muy emotivos y quería formar parte de la Semana Santa gaditana procesionando junto a sus hermanastros.

Y es que ni la distancia, ni el hecho de tener raíces diversas, hace que el amor y el sentir cofrade se abran paso cada Semana Santa.

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