Las verdades de Fernando Pérez
Pregón de la Semana Santa de Cádiz
El pregonero de la Semana Santa 2023 ha firmado este Domingo de Pasión una proclama emocionante y con personalidad donde el respeto por el pasado y la reivindicación de futuro se han aliado con éxito
Fernando Pérez, un pregonero sin complejos
Cádiz/Siendo estrictamente justos con las palabras, y a horas de la inauguración del IX Congreso Internacional de la Lengua en Cádiz, es menester recordar que Fernando Pérez no sólo es el pregonero de la Semana Santa de Cádiz de 2023, sino que son ya más de tres décadas las que este gaditano lleva pregonando la Semana Grande desde ese maravilloso artefacto llamado radio que, por cierto, también ha tenido cabida en la loa con la que este domingo 26 de marzo vistió al Gran Teatro Falla de verdad. De verdades. Las de un periodista, "cofrade inquieto" e hijo de la calle Ancha que, como ha dicho su presentador, su amigo y colega Pablo Manuel Durio, "no se baja de su opinión y aguanta tela del telón".
De aguante, de resiliencia, de nostalgia -"que es la palabra que se aprende a conocer cuando la Semana Santa te llega tan adentro"-, de pasado -¡qué hermosa colección de imágenes de la infancia y primera juventud!-, de futuro y, sobre todo, por encima de todo, de mucha emoción ha trufado el profesional de Canal Sur su Pregón que a veces se nos antojaba como un canto "a la tolerancia", otras como una erudita demostración de la historia cofradiera gaditana y, casi todo el tiempo, como una honesta carta de amor a sus raíces, su familia (¡la madre, ay la madre!), sus compañeros y maestros, a una Semana Santa y a una ciudad que ama tanto que hasta se enfada con ella en su ansia de procurarle lo que cree mejor. Como con los hijos...
"Cádiz, te pido que me perdones cuando me enfadas por tu indolencia y no me das lo que te demando. Te pido que me aguantes un poco más y que me dejes decirte como podrías ser mejor. Y perdona mi insolencia y atrevimiento por pensar que yo soy el que debe hacerlo y por creer que puedes mejorar en todo, incluso en Semana Santa".
Así, el hermano y devoto de la cofradía del Ecce-Homo no ha dudado (y ha acertado) en mostrarse vulnerable y cercano, tanto, que se ha separado del atril y ha descendido del escenario al patio de butacas para, en uno de los momentos más sobrecogedores de su proclama, pedirle a su madre, que casi presume de siglo, que se quede, que se quede un poco más con todos nosotros. Con él. "Esto de hacer un pregón tiene guasa...", musita mientras saca el pañuelo para borrar las huellas de la debilidad.
"Ahora que estás aquí, con casi un siglo de existencia en tus espaldas, después de haber cosido, planchado y arreglado las túnicas de tus hijos, los hábitos penitenciales. Y haberles quitado la cera un año tras otro con papel de estraza; haber ido a pelearte con los mayordomos para que tus hijos salieran, pagado recibos, buscado los capirotes en casa Horozco o Acuaviva, buscar hebillas plateadas para los zapatos el día de la salida.
Y a ti, que has vivido para los demás, eso sí, sin cambiar de opinión nunca porque cabezota eres tela. A ti, madre, aunque tu Medinaceli te llame para que vayas tras Él como hiciste tantos años, dile al Cautivo, que aún te queda.
Dile a Jesús que tus hijos, tu familia y tus amigos, aunque se han ido ya muchos, no quieren que te vayas hacia esa procesión eterna que nos espera a todos y que, con tu fe inquebrantable, merecerás estar en ese cielo donde la bondad, la entrega y sacrificio se te devolverán para comprender todo lo que nos has dado. No te quepa duda que tendrás ese sitio en el cielo, pero no aún. Aún no, mamá. No te vayas, quédate con nosotros. Quédate"
Emocionado, que no almibarado; exquisito, que no vanidoso; reivindicativo, que no ofensivo; ocurrente, que no sarcástico, definitivamente, Fernando Pérez ha encontrado la inteligencia y mesura para que sus palabras de este Domingo de Pasión resuenen en el tiempo. Objetivo para el que se encomendaba a la Oración al Espíritu Santo del Cardenal Verdier (Espíritu Santo, dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar...) al comienzo de una proclama que, como manda la tradición, estuvo antecedida por el Ángelus conducido por el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, y por la presentación (de impecable factura en verso) cálida e ingeniosa del periodista de Diario de Cádiz. Menos habitual, huelga reseñarlo, fue el pase de palabra de Durio a un pregonero "de banderas" con un brindis con un amontillado.
Tradición e innovación -fondo y estética de la mano en el teatral gesto- como la que reivindica el pregonero para la Semana Santa de Cádiz en un texto paladeado, como se esperaba, con la compostura de un profesional, pero que no deja de sorprender por su tremenda verdad, una que no tiene que ver con comulgar más o menos con las ideas que para la la semana del fervor tiene este cofrade sino con la honestidad. Con la valentía, la dignidad y el respeto con la que las expone en plazas más o menos favorables. De la controversia que ha generado su elección, también ha hablado Pérez con sutileza en su pregón.
"Gracias, Juan Carlos, por tu confianza y tu valor. No es fácil atreverse a tomar una decisión sabiendo cómo son las cosas. Nadar a favor de corriente lo hacemos todos. Cuando no es así, el asunto es más complejo.
Gracias, además, por tus esfuerzos para mejorar la Semana Santa de Cádiz y por tu talante. Ese talante que ha traído una pax romana a nuestras cofradías en el continuo mundo convulso de las hermandades a las que les cuesta a veces tanto predicar con el ejemplo y ser verdadera fuente de confraternidad"
Además de elogiar y mostrar su apoyo firme a otras figuras de la escena cofrade que suscitan opiniones encontradas como Ramón Velázquez o la propia cofradía de Nuestro Padre Jesús del Amor Despojado:
"Ese aire fresco, que regenera, y da lustre a nuestra Semana Santa. Siempre sean queridos y bienvenidos al centro tras su duro caminar. Un orgullo para la Semana Santa y un ejemplo para las intransigencias. Siempre dando ejemplo de amor, perseverancia y paciencia. Y a esos que dicen que no hay sacerdotes cofrades, gracias padre Perdigones por tanto esfuerzo para incorporar a una cofradía en la nómina de hermandades de Cádiz"
Y hasta de conflictos y complicadas situaciones por la que atraviesa la vida cofrade en esta ciudad, con un oportunísimo mensaje de "respeto, por favor, respeto" para la hermana mayor de Las Penas y una misiva implorando que se resuelva la situación que ha llevado a que las imágenes de la Hermandad del Huerto no vean este año la calle.
"Echa a andar el Huerto con su recorrido tan duro e interminable como está siendo encajar a la Hermandad y a la Parroquia en los últimos tiempos. Un recorrido que esperemos llegue a buen puerto. (...) Señora, yo te pido que llenes esta ciudad de Gracia y Esperanza. Aunque nos dejen sin tu necesaria presencia en las calles de Cádiz. La Virgen tiene que estar entre su pueblo. Qué intransigencia, qué cerrazón al diálogo, qué falta de actitud conciliadora… Yo les pido, en nombre de todos sus hermanos que arreglen El Huerto. ¡Por favor, arréglenlo!"
De todo, de tanto, ha hablado Fernando Pérez en su pregón con variados, medidos y pensados momentos musicales que sumaban a la emoción o el recogimiento según la palabra pidiera. Desde la Filarmónica de Conil, a los Polillas y Rosario de Cádiz; desde el coro de Julio Pardo a la saeta punzante y melodiosa del cantaor Manolo Gago... Cada uno de los recursos al servicio de la verdad, hecha palabra, de Fernando Pérez que de todo, de tanto, ha hablado este Domingo de Pasión dentro de un texto que ha recorrido, de alguna forma, tres semana santas: la legada, la vivida y la ansiada.
Un texto, un pregón, una verdad para muchas verdades, guiado al comienzo por la luz de un Cádiz tempranero con el que se reencuentra el cofrade año tras año; para después iluminar bares, rincones y, con ellos, costumbres de la Semana Grande que Fernando Pérez vivió y sigue viviendo. Doña Emilia y Don Higinio (sus padres), Antonio (su hermano), La Camelia o la casa de hermandad de Feduchy. San Pablo de su devoción y su despertar cofrade. La Gades romana y los romanos que a ciertas horas ya no lo eran tanto... Una Semana Santa, la del presente, de Lunes Santo a Domingo de Resurrección.
En estaciones y paradas el periodista se descubrió, nos abrió su vida cosida de nombres, unos que hoy son todavía heridas abiertas (Juan Manzorro, Jaime Velasco...), otros que le siguen dando vida (Carlos Alarcón, Francis Lucero, Antonio Grimaldi, Hernández Rodicio...). Estuvimos con Fernando en una habitación de hospital escribiendo con él las líneas de este mismo pregón, y buscándonos la vida para comer una tapa de ensaladilla "con un pico en una mano y con el itinerario en la otra". Con Fernando hemos viajado a la Fama Gaditana, que ya no existe, y al Liba y Los Italianos, que resisten. Con Fernando hemos recordado que Columna es clásica e innovadora ("nos introdujo, allá por los años 20, el palio sevillano, el de los doce varales") y que el corazón no se divide, porque el amor, si es amor, amor de verdad, multiplica:
"Háganse dignos de una ciudad que les ha visto nacer y que tiene mucha historia. Respétenla. Y cuiden lo que hay a su alrededor, que al fin al cabo es su tierra. Quieran a todas las semanas santas sin denostarlas. Ni la suya es la mejor ni la de los demás es la peor. Viajen con las ganas de disfrutar y no de sacar los fallos. Paladeen, saboreen y aprendan para ser mejores cofrades y fundamentalmente mejores personas"
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