Un sueño de 30 años

Semana Santa de Cádiz

El paso del Cristo de la Misericordia se expone en la iglesia de La Palma totalmente finalizado

El proceso iniciado en 1995 finaliza con el dorado de los respiraderos laterales

Frontal del paso de Cristo de la Misericordia / Marcos Piñero

A finales de los 80 del siglo pasado, un grupo de hermanos de La Palma empieza a plantear que el Cristo de la Misericordia necesitaba un paso “a la altura del palio que ya teníamos”. A finales de los 10 del siglo XXI, La Palma presenta la conclusión del nuevo paso del Crucificado. Esta noche ha puesto fin la hermandad de la Viña a un sueño de 30 años con la exposición del nuevo paso de Cristo totalmente realizado.

Fue en el año 1995 cuando la hermandad se decide a empezar el camino de realizar un paso nuevo. Los tallistas Antonio Martín y Guzmán Bejarano fueron las opciones planteadas desde un principio; pero con el primero hubo una especie de ‘flechazo’ que llevó a la hermandad incluso a esperar unos años ya que en esos momentos estaba realizando el altar mayor del santuario del Rocío de Almonte y no podía comenzar el trabajo.

“Yo creo que fue clave que la hermandad le dio libertad absoluta para trabajar, únicamente teniendo en cuenta una serie de condicionantes como eran las dimensiones de la puerta de la iglesia, la salida del Cristo tumbado, la imaginería menor de Buiza que queríamos mantener en el nuevo paso, y las referencias de pasos que gustaban como el de San Benito y el Museo”, explica quien en aquel entonces era un joven Francisco Javier Lucero a punto de convertirse en hermano mayor de La Palma.

De hecho, sería pocos meses antes de llegar al cargo cuando la hermandad –en la recta final del mandato de Antonio Lucero– encargaría a Francisco Bailac el paso, que llegó a Cádiz en fase de carpintería en 1999. “Se montó aquí en la iglesia, en el mismo lugar donde está ahora”, recuerda Francisco Javier Lucero, que apunta al hilo de esta cuestión que de manera paralela al trabajo de Bailac “Manolo Romero ‘El Viejo’ realizó la parihuela que todavía se conserva”.

Desde ese año 1999 hasta la Semana Santa de 2004 emplea Antonio Martín en la talla del paso, que en 2003 asomaría a la puerta del templo el Lunes Santo a falta de los respiraderos laterales aunque la lluvia impediría el estreno hasta estar totalmente finalizado de talla al año siguiente.

Por medio de estos treinta años (veinte realmente, si el reloj empieza a contar con la firma del contrato con Bailac) han surgido no pocos inconvenientes en relación a este gran proyecto de La Palma.

Por un lado, las circunstancias sobrevenidas como la obra de rehabilitación integral de la iglesia (entre 2003 y 2007) que obligaron incluso al traslado de la hermandad a Santa Catalina, y por otro lado “la crisis económica que por un lado hizo que perdiéramos muchos de los donativos que hasta la fecha se recibían para este proyecto, y que por otro hizo a la hermandad volcarse con el barrio y con la obra social que veíamos a diario que era más necesario que seguir avanzando en el paso”, como explica Lucero.

La obra de rehabilitación de la iglesia o la crisis económica frenaron durante unos años el proceso de ejecución del paso

A todo esto se suma el inicio de unos trabajos de imaginería menor y de dorado sobre los que luego se dio marcha atrás. En la sacristía de La Palma se conservan las tres cartelas y las imágenes de dos apóstoles que el gaditano Luis González Rey realizara para el frontal del canasto; y durante tres años se estuvo trabajando con un dorador –Miguel Santana, que ha realizado otras obras en la Semana Santa como el frontal del paso de La Cena o la restauración del paso del Caminito– “que no nos convencía”.

Es por eso que en 2009 se contacta con el taller sevillano de Abel y Justi –que eliminó el dorado que ya había y el estucado completo del paso para empezar el trabajo desde cero– y años más tarde con la imaginera de Utrera Encarnación Hurtado –al mismo tiempo que se cambian los motivos elegidos para cartelas y respiraderos–.

Vista lateral del paso de La Palma / Marcos Piñero

Desde entonces, superada la obra de rehabilitación, elegidos los nuevos doradores y la nueva imaginera, el proyecto recupera la agilidad de sus primeros años, hasta que ha llegado el paso a la iglesia de La Palma totalmente finalizado este miércoles.

“Ha sido muchísima gente la que ha pasado desde que empezó la ilusión por tener un paso nuevo hasta hoy. Y todos han sido muy importantes, como por ejemplo los tres capataces que ha tenido el paso en este tiempo (Enrique Rodrigo, Francisco y Tomás Martín, y Manuel Ruiz Gené) que han colaborado con sus cuadrillas en el proceso de ejecución; o las aportaciones que ha hecho mucha gente para que esto sea una realidad”, valora el hermano mayor de La Palma, que no esconde su emoción por el estreno que desde esta noche y hasta el próximo sábado se expone en la iglesia.

“Coincide que llegué de hermano mayor al comienzo del proceso y que se termina también siendo hermano mayor, en dos etapas distintas. Así que prácticamente he estado en todas las fases del proyecto, y me emociono mucho porque han sido muchas horas de trabajo, mucha falta de sueño para ver cómo podíamos seguir adelante con el paso teniendo en cuenta lo complicado que es de por sí una hermandad como La Palma”, confiesa Lucero. “Me sube mucho el ánimo la emoción de la gente al ver la obra terminada; te das cuenta de que todo ha merecido la pena. Hemos finalizado una gran obra de arte, con los errores que durante el camino hemos cometido”, añade.

El de La Palma es, además, el último paso finalizado que tallara el prestigioso Antonio Martín (autor también en la ciudad de los pasos del San Juan y de misterio de Las Aguas y el del Cristo de la Vera–Cruz), “que era un artista como la copa de un pino” y que desde esta noche se puede disfrutar en todo su esplendor en la iglesia de La Palma, cuya cofradía ha visto cumplido un sueño de treinta años.

De los misterios dolorosos a las obras de misericordia

En el proceso de ejecución del paso del Crucificado de La Palma ha pasado también una cosa muy curiosa. La hermandad tenía inicialmente proyectada una representación para las cartelas que adornan el canasto y para las pequeñas imágenes que estaban proyectadas en cada capilla del respiradero. En el canasto iban a representarse cuatro misterios de la Pasión y los cuatro misterios correspondientes al rosario doloroso, siendo el quinto misterio la imagen del Cristo de la Misericordia (Jesús muere en la cruz). Y en los respiraderos irían los doce apóstoles.

Pero una vez comenzado el trabajo de imaginería menor, que en un principio se le encargó al gaditano Luis González Rey, se vio más oportuno dar un giro a la temática más directamente relacionada con la advocación del titular y con el título de la Archicofradía.

Así, se encargó a Encarnación Hurtado la realización de ocho cartelas que representaran siete de ellas una de las obras de misericordia: el traslado del Señor al Sepulcro (haciendo mención a la obra de misericordia de dar sepultura a los difuntos), la parábola del Hijo Pródigo, con el padre vistiendo a su hijo (vestir al desnudo); la curación del paralítico (vinculada a la obra de visitar a los enfermos); el pasaje de Moisés sacando agua de la roca de Horeb (dar de beber al sediento); y el momento de la liberación de San Pedro (visitar a los presos); la caída del maná del cielo (dar de comer al hambriento); y la escena de Abraham con los ángeles (dar posada al peregrino). La octava cartela, la central, representa la exaltación de la cruz sobre las aguas, en recuerdo a la ciudad de Cádiz y al maremoto de 1755 tan presente en la hermandad.

La imaginería de los respiraderos, por su parte, se centra en los santos con los que tiene vinculación la hermandad a raíz de sus títulos: San Pedro y San Pablo, los Patronos de la ciudad, San Vicente Ferrer, San Juan Bautista de la Salle, San Francisco, el Beato Fray Diego José de Cádiz, San Francisco Javier, San Roque, San Hiscio y San José.

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