El vía crucis de la paz
Cuaresma 2022 en Cádiz
La intención por el fin de la guerra en Ucrania marca la cita de las hermandades en la Catedral presidida por el Señor de la Sentencia
El año pasado fue el vía crucis del Covid, el acto en el que los cofrades gaditanos rindieron honores a los fallecidos, a los enfermos, a los sanitarios, a los cuerpos y fuerzas de seguridad, a los sacerdotes y al resto de colectivos que sobresalían en una pandemia que un año después sigue marcando la vida de la gente. Y este primer lunes de Cuaresma ha sido el del vía crucis de la paz; convocados por el Señor de la Sentencia, que presidía el altar mayor de la Catedral majestuoso en la parihuela dorada que ha utilizado, las cofradías se han reunido para elevar oraciones por el fin de la guerra en Ucrania.
Este marcado carácter que el Consejo ha dado al acto penitencial de este año, siguiendo así las indicaciones del Papa Francisco (que al inicio de la Cuaresma demandaba oración y ayuno como armas contra la guerra), se ha puesto de manifiesto desde el mismo inicio del vía crucis, algo retrasado respecto a la hora fijada. Una joven y una niña de la cofradía de Sentencia encabezaban el cortejo de lectores y sacerdotes que en procesión se dirigió al altar mayor; cada una de ellas llevaba en su mano una flor blanca que quedó depositada a los pies del Señor de la Sentencia como símbolo de esa unánime oración por la paz que ha retumbado hoy en la Catedral.
Por la paz que ahora le ha sido robada a Ucrania, sin olvidar otros conflictos armados que en la actualidad se suceden en distintos lugares del mundo. Y por la paz también “en cada uno de nosotros”, en esos conflictos cotidianos que surgen “con nuestra esposa o esposo, con familiares, con algún amigo, con alguien de la hermandad, o de otra hermandad, con el director espiritual, con el obispo...”, ha expuesto el agustino Marcos Peña, director espiritual del Consejo, en un precioso alegato que ha dado inicio al rezo de las catorce estaciones.
Con una Catedral tenue en su iluminación, el Señor de la Sentencia ha presidido sobre la parihuela del Nazareno de San Fernando, otro gran acierto en la elección de las andas para este día (como viene ocurriendo en los últimos años por parte de las mayordomías). La imagen presentaba un cambio bastante notorio respecto al viernes, cuando fue trasladada a la Catedral. Lucía nueva túnica bordada en plata, cordón también de plata y fajín ceñido a la cintura; corona de espinas tallada por Ana Rey, que estrenaba también, y potencias plateadas. Hasta el pelo natural de la imagen era distinto al viernes, cambiando el liso por uno ondulado.
Esta disposición repetía el modelo del año pasado, con la imagen ya entronizada en el altar mayor, sin traslado previo el mismo lunes, y con un vía crucis que se ha desarrollado de manera estática, con el público en sus asientos y no recorriendo las naves de la Catedral. De hecho, salvo la primera estación, el resto del acto se ha seguido con todo el público sentado. A la derecha (según se mira al altar mayor), las representaciones de todas las hermandades de la ciudad, igual de nutridas pese a la ausencia de ese traslado de la imagen; a la izquierda, los hermanos de Sentencia, que han sido legión en torno al Cristo y a la especial ocasión que por segunda vez en una década han podido vivir.
Sobre el altar mayor, los lectores de las estaciones, entre los que se encontraban los tres únicos curas que acompañaron a las cofradías -y al obispo- en esta importante cita con la que tradicionalmente arrancan la Cuaresma. El ya mencionado Marcos Peña, el director espiritual de Sentencia, José María Sánchez; y el deán de la Catedral, Ricardo Jiménez (sin hábito coral); también acudía, un año más, el párroco de San Lorenzo, Iván Llovet, que junto a otras voluntarias ha traducido el rezo de las estaciones a la lengua de signos, de cuya pastoral es responsable.
La última de las estaciones, como es habitual, le ha correspondido al obispo, Rafael Zornoza, que ha invitado a los cofrades de la ciudad, a los asistentes a este acto y también a los que lo seguían por la tele municipal (que por segundo año retransmitía en directo) a vivir “como resucitados en un mundo sin Dios que a veces parece morir”, ya que “el mal no llega a triunfar sobre el bien” porque “el amor muestra su victoria siempre”.
También ha recordado Zornoza, como no podía ser de otra manera, el conflicto ucraniano, haciendo un llamamiento a que “no dejemos de orar por la paz, no solo por los conflictos bélicos, sino también por tantas violencias de los derechos y tanta ignominia”. “Que la oración sea la palanca que mueve el mundo”, ha propuesto Zornoza, que ha tenido un guiño hacia los cofrades mostrando su satisfacción por el regreso de estos vía crucis y de las cada vez más inminentes procesiones a las calles.
A las ocho y media de la tarde ha llegado a su fin el acto penitencial, disponiendo rápidamente tanto el Consejo como la hermandad el cortejo de regreso a la Merced. Con tres golpes secos de llamador tras bajar la parihuela del altar mayor, Quico Gallardo mandaba a sus hombres para que el Señor asomara a la fría noche de Arquitecto Acero y Catedral y comenzara el camino al templo mercedario, con bastante público en los metros iniciales que poco a poco han ido dando paso a la intimidad de los hermanos de Sentencia y el resto de hermandades que han acompañado al Señor, cerrando así otra gran jornada de lunes de Cuaresma, dedicada en esta ocasión a la tan necesaria paz en el mundo.
“Esto no ha hecho más que empezar”, ha advertido el obispo, con mucha razón, al terminar el vía crucis.
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