La vuelta de los pasos a la calle, cargada de interrogantes

Los capataces miran con ilusión e incertidumbre el regreso de los pasos a la calle y demandan unas pautas o protocolo para el trabajo de las cuadrillas

Maniguetas del palio de Victoria. / Julio González

El viernes de la pasada semana no se podía poner un pie fuera de las iglesias para nada. El sábado salió un paso de palio llevado por sus costaleros y acompañado de banda de música en Arcos. Y el martes el Obispado volvió a autorizar el culto externo, sobre el que el Ayuntamiento dice que no pondrá reticencias para que se desarrollen con la normalidad de antes de la pandemia. De la noche a la mañana, las cuadrillas que andaban adormiladas desde hace año y medio han tenido un súbito despertar, los capataces rescatan las agendas telefónicas para convocatorias inminentes y la Semana Santa parece reconstruirse a falta de poco más de 200 días.

En el mundo de la carga hay ilusión a raudales y disposición absoluta para volver a levantar los pasos. Pero eso no resta la gran incertidumbre que reina entre los capataces respecto al modo en que tendrán que trabajar con sus hombres a partir de ahora. “Nos tendrán que dar un protocolo, indicaciones o algo, porque con nosotros no habla nadie y hay muchos flecos en el aire: los relevos, las mascarillas, los ensayos...”, plantea el capataz de Humildad y Paciencia y de Columna, Francisco Álvarez.

Con el pensamiento de Álvarez coinciden el resto de capataces consultados, que esperan respuestas para los mil y un interrogantes que arrojan el trabajo que tendrán por delante para volver a salir a la calle. ¿Qué se le va a pedir al cargador para meterse debajo del paso? ¿Se van a exigir pruebas para cada convocatoria que realice la cuadrilla? ¿Quién va a costearlas? ¿Qué va a pasar con los relevos? “Hay unas ganas enormes de meterse debajo de los pasos, yo el primero, pero hay muchas cosas en el aire, demasiados condicionantes por resolver”, afirma el responsable de la cuadrilla de Misericordia, Manuel Ruiz Gené.

Ante esta situación, algunos capataces están a la espera de recibir noticias de sus respectivas juntas de gobierno. “Las hermandades todavía no me han comunicado nada, así que voy a esperar a que se reunan conmigo y ver el protocolo y las medias que hay que llevar, para luego reunir a las cuadrillas, exponerles la situación con las medidas que nos digan y ya empezar a trabajar”, señala el capataz del misterio del Prendimiento y el palio de Mayor Dolor, Francisco Javier Baena, coincidiendo con la idea del futuro próximo que tiene Joaquín Cortés para sus cuadrillas del Despojado y el Nazareno. “De momento estoy a la espera de que las juntas de gobierno digan cómo hay que hacer las cosas”, indica.

Y es que, como indica Ruiz Gené, el escenario “lo veo precipitado, porque de un día para otro hemos pasado de no poder sacar un rosario de la aurora aunque sea sin imagen, a poder sacar los pasos tan normal y tan corriente”. “Estamos en estado de shock todavía, porque hemos pasado del negro a la ilusión”, dice también Cortés, que confiesa parecerle “un poco raro pensar en la carga”.

Las procesiones ya tienen luz verde para volver a las calles, y los capataces empiezan ya a engrasar la maquinaria humana que hace posible que los pasos se muevan. Paco Álvarez quiere citar a la cuadrilla de Humildad el próximo viernes, y luego a la de Columna. Joaquín Cortés se reunirá el lunes con su equipo “para ir viendo cosas y posibles fechas” pensando sobre todo en “recuperar la convivencia, que se ha perdido por completo”. Y es que, como dice Baena, “en vista a como está el escenario, habrá que empezar a trabajar ya las cuadrillas” y no esperar a finales de año como él, por ejemplo, solía hacer hasta la irrupción del Covid. “Llevamos dos años sin salir, y hay que ensayar, convocar las reuniones, plantear el escenario, ver las bajas... Hay que empezar a trabajar mucho antes, porque son dos años sin Semana Santa y tres años sin salir. Hay que ponerse desde ya”, argumenta el capataz del Prendimiento y del palio de Buena Muerte, que recoge esa plena disposición del mundo de la carga a volver a propiciar el culto externo. El problema actual es saber cómo hacerlo.

Sin problemas de cargadores

Muchos son los que plantean una posible merma de cargadores que no estén dispuestos a meterse debajo del paso en medio de esta pandemia aún latente, que no puedan hacerlo por evitar posibles contagios a familiares de riesgo, o que después de dos años en el dique seco piensen en una jubilación del palo. Pero los capataces consultados, que son los que conocen y tratan a los cargadores, están convencidos de que ese problema no existirá en 2022. “Yo palpo que la gente quiere salir, que tiene ganas de volver”, dice Álvarez. Y con él coincide Ruiz Gené, que no ve problemas especiales con la carga “aunque sí va a faltar gente”. “El problema de verdad vendrá a partir del segundo año, porque el primer año todo el mundo querrá participar en la vuelta de los pasos a la calle y muchos me temo que optarán por retirarse”, añade el capataz de Misericordia.

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