El Cristo emparedado ve la luz
patrimonio
La parroquia de Puerto Serrano recupera una talla del siglo XVI que se encontraba oculta a la vista, detrás de un muro, y que unas obras en la iglesia pusieron al descubierto en 1986
Puerto serrano/En Puerto Serrano se sabía que entre los muros de la parroquia de Santa María Magdalena había un Cristo, que se encontraba emparedado en una especie de nicho. Ha sido casi un secreto a voces durante años, que ha originado más de una especulación de por qué se hallaba oculto y no se sacaba a la luz. Pero, por fin, este Crucificado se ha sacado de entre los muros que lo tapaban a los ojos y ya está expuesto en esta iglesia tras un proceso de consolidación ya que la talla se encontraba totalmente despiezada, muy deteriorada y quemada. Los primeros estudios apuntan a que esta imagen de madera y policromada data de mediados del siglo XVI.
La historia del Cristo emparedado es la del tesón de este municipio serrano por conocer su identidad. En 1986, la ejecución de unas obras de demolición en el altar de la Virgen del Carmen reveló que detrás de un muro se hallaba este Cristo oculto y metido en un hueco, reposando. Hubo gente que incluso fue a verlo, pero se decidió dejarlo allí tal como estaba y volver a tapiarlo. Y el tema se enfrió.
Pero otra obra en el templo, en 2014, hizo que un electricista se llevara un buen susto cuando al picar una pared para meter unos cables se topó con unas piernas y pensó que eran de un cadáver. Y era, otra vez, la imagen del Crucificado, que reposaba en el mismo lugar que un día alguien, no se sabe quién, depositó allí. El párroco de entonces dijo a Diario de Cádiz que la talla quedaría allí tal como se había encontrado y como había decidido unos años antes. Parecía de poco valor artístico.
Y ahora, otra reforma en esta iglesia han convencido al nuevo párroco: mediante autorización arzobispal, ha mandado sacarlo de donde estaba y que se hiciera un proceso de conservación y limpieza de la imagen, a la que le faltan algunas partes de las piernas, los pies y los dedos de las manos. Así que este Cristo ya se encuentra expuesto y visible a la feligresía y visitantes en un espacio reservado encima de la puerta del campanario.
El historiador local Juan Jesús Portillo sostiene por los primeros indicios que este Cristo, de estilo renacentista, al que le pondrán de la Vera-Cruz por los datos que ha revelado su limpieza, podría fecharse en la segunda mitad del siglo XVI. "No hay documentación de cómo llegó a ese sitio, por qué se quemó o quién lo puso", dice el investigador.
El restaurador Ismael Rodríguez-Viciana Buzón ha sido el encargado de la limpieza del Crucificado y de montar como si de un puzzle se tratara las piezas de la imagen que se han sacado del hueco. De hecho, le faltan la parte de las tibias hasta los pies, el pelo frontal y parte de un brazo. "Las grandes pérdidas sufridas no sólo a nivel de policromía sino, además, de grandes volúmenes de su anatomía, desembocaron en que actuara sobre la misma de un modo preventivo y a nivel de conservación", explica.
En la limpieza se vio que en el reverso había una alcayata que presagia que es un Crucificado. La imagen tiene cabellera tallada por detrás; por delante se sustituyó, en su día, por pelo de un donante. Uno de los brazos podría ser articulado.
Tanto Portillo como Rodríguez-Viciana quieren dejar claro que la intervención sobre este Cristo se ha centrado en la limpieza, retirando restos de hollín y suciedad y en el pegado de las piezas. "No se ha restaurado. Eso supondría hacer un Cristo nuevo porque habría que realizar la volumetría que le falta y se podía confundir la obra del autor original con el trabajo que ha hecho, ahora, el restaurador", declara Portillo. Por su parte, Ismael Rodríguez-Viciana agradece a la parroquia de Puerto Serrano y a sus vecinos el "ejemplo" que han dado por conservar su patrimonio, pese al mal estado de la imagen, que forma ya parte de la "seña de identidad e historia de todo un pueblo".
El pasado viernes, el Cristo se presentó en la parroquia de Santa María de Magdalena, en un emotivo acto al que acudieron numerosas personas.
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