¡Échale la llave al pueblo, que son ya las seis!
Coronavirus Sierra
La ausencia de actividad comercial por las tardes, el cierre perimetral desde hace 22 días y el subidón del coronavirus aboca al autoconfinamiento en la Sierra
Llega la tarde en Algar y no se ve un alma por las calles. La vida está de puertas para dentro. No está la cosa como para andar despistado. En poco más de una semana, en este pueblo donde apenas el coronavirus había tenido incidencia, la situación se ha puesto difícil ya que se han disparado los casos de positivos alcanzando una tasa de incidencia de más de 1.700 por 100.000 habitantes. Y eso hace que la gente se autoconfine por voluntad, aunque, también, suma y mucho las restricciones horarias de los comercios y bares, que echan la persiana a las 6 de la tarde, con lo que la vida en la calle de pueblos más pequeño se reduce a cero. Y suma también la restricción de la movilidad entre municipios, decretada en la comarca serrana el pasado 28 de octubre que ha dejado carreteras comarcales y provinciales casi fantasmas y efectos económicos muy importantes en los pueblos más turísticos de la zona. Todo sea por frenar al bicho.
“Hay actividad comercial por la mañana. A partir del mediodía todo cambia. Por la tarde sólo tenemos dos o tres tiendas abiertas para cubrir las necesidades básicas. Pero no se ve movimiento. Los dueños de las mismas aprovechan para adelantar tareas. Aquí da igual que el toque de queda sea varias horas antes o varias después. No hay nadie en la calle. No es la alegría de antes. En una semana, este pueblo se ha venido abajo en casos de positivos, pero esperemos que pronto se normalice”, confiesa el alcalde de esta localidad, José Carlos Sánchez, que pide a sus habitantes que sigan las instrucciones sanitarias para luchar contra esta pandemia. El regidor dictó hace unos días, incluso, la eliminación de las actividades deportivas de las dependencias municipales para propiciar que los más jóvenes no salgan.
Él como la mayoría de regidores de la Sierra llevan meses desgranando a sus convecinos por redes sociales y en intervenciones directas la realidad de sus poblaciones y la montaña rusa de los datos. Hoy un pueblo está en el top ten de casos de incidencia y dentro de 2 o 3 semanas le toca a otro…Y sobre todo, clamando a la responsabilidad de la ciudadanía y al cumplimiento de las medidas impuestas por las autoridades sanitarias. “Además de todo ello, los responsables de los pueblos más pequeños donde todos nos conocemos estamos soportando una carga emocional importante. Te llama la gente preocupada porque tiene familiares con positivos, y que no les hacen las pruebas y lo están pasando muy mal. Y hacemos hasta de psicólogos. Estamos luchando contra un invisible y eso te lo llevas a casa y te afecta”, añade otro alcalde.
“Rogamos que extremen las precauciones, que abandonen las plazas si no es necesario, que organicen sus compras para varios días, que eviten coincidir en la calle con más vecinos, que tengan las mascarillas siempre puestas y que se abstengan de quedar con amigos”. Así reza, por ejemplo, una advertencia colgada en la web del Ayuntamiento de Villamartín, uno de los más castigados en las últimas semanas por el virus y donde la Junta de Andalucía ha realizado ya un cribado para hacer una radiografía de la preocupante situación.
La mayoría de los representantes municipales han pedido a sus vecinos que limiten al máximo las salidas. En algunos casos se ha pedido explícitamente un confinamiento como en Alcalá del Valle, que esta semana vuelve a ocupar el primer puesto en incidencia del Covid de toda la provincia. Sus habitantes recuerdan el golpetazo que supuso para ellos la primera oleada del virus, que sacudió a la residencia de ancianos local, dejando una quincena de fallecidos. El propio alcalde pidió también a los hosteleros del pueblo un gesto de responsabilidad y los mismos respondieron cerrando durante dos semanas la actividad y por solidaridad otros comercios redujeron el horario a las dos de la tarde. Finalmente, los bares y restaurantes han subido la persiana este mismo jueves para retomar su labor.
“Los bares han vuelto a abrir porque tienen que comer. El pueblo les ha agradecido el gesto de que hayan cerrado de manera voluntaria”, cuenta Paco, un vecino de Alcalá del Valle, que tiene familiares directos que han dado positivo. Él coincide con otros habitantes de la comarca en que esta segunda ola ha dejado a los municipios sin fuelle. “Mi mujer que tiene que ir a asistir también a otro familiar me comenta lo triste que está el pueblo y no es para menos. Nos ha cogido de lleno otra vez la segunda ola con un boom de casos”, añade. Y es que Alcalá del Valle se ha llevado otro golpe con el último subidón de casos positivos, al parecer, por varios brotes salidos de un entierro y de algunos negocios. “Mis familiares están en su casa confinados por el virus. A través de una ventana, les llevo a mis hijos para que los vean. Al menos para que se motiven un poco y resistan con ánimos este trance”, narra Paco.
En otro extremo de la Sierra y a la una de la tarde de un día de esta semana la plaza principal de El Gastor, el centro neurálgico de la vida local, está desierta. Los centros sociales como el Guadalinfo no tienen apenas usuarios. En las dos horas que permanece abierto el gimnasio local al día, apenas se cuenta con los dedos de una mano las personas que van.
“Los alcaldes no tenemos competencia para pedir el confinamiento. Pero pedimos un esfuerzo a nuestros vecinos apelando a la responsabilidad para prevenir los contagios”, apostilla el regidor de Villamartín Juan Luis Morales, quien informa de la línea de ayudas de 350 euros que su Ayuntamiento ha establecido para los empresarios, que se han visto obligados a cerrar. “Entendemos que es una sangría el hecho de que los negocios tengan que romper sus horarios con los cierres adelantados, pero por razones de salud pública son las normas dictadas por la Junta de Andalucía y hay que dar cumplimiento”, reafirma.
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