Escolares agarrados a una cuerda andan 1,4 kilómetros para llegar al comedor en Olvera
Educación
Familias de un colegio de Olvera exigen el servicio de comedor ya que sus hijos de corta edad recorren una gran caminata hasta llegar al asignado en otro centro educativo del pueblo
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Andan a diario una media de 1,4 kilómetros de distancia para llegar al comedor escolar de otro colegio porque en el suyo no hay este servicio. Los más pequeños tienen poco más de tres años y pico. Lo hacen todos los días llueva, ventee o haga calor. Son los niños de la cuerda, escolares del colegio de Infantil y Primaria Miguel de Cervantes de Olvera, que han de desplazarse de lunes a viernes para comer hasta el colegio San José de Calasanz agarrados a una cuerda para que no se pierdan por las calles, junto a dos monitoras, para llegar hasta este segundo centro escolar de este pueblo de la Sierra.
Así que sus familias están en pie de guerra y piden a la Junta de Andalucía que ponga unas instalaciones en el propio centro Miguel de Cervantes para terminar con esta caminata que han de hacer estos pequeños hasta llegar al mencionado comedor del otro colegio, el San José de Calasanz, con un recorrido a pie muy largo para ellos y “con varios puntos muy peligrosos, por donde pasan muchos coches porque es el centro del pueblo y que pueden ser inseguros para nuestros niños”, defienden los progenitores.
“Los niños llegan cansados al otro colegio para comer. Llevan cinco horas de clases en el cuerpo, se han levantado temprano y cuando tienen que ir al comedor han de hacer casi un kilómetro y medio de distancia. Ya me dirán cómo llegan. Hay niños que se han llegado a quedar dormidos andando sujetando la cuerda y muchos de ellos se quedan fritos en el propio comedor sin probar bocado y cuando llegan a casa, ya sobre las cuatro de la tarde, hay que darles de comer”, explica Sandra Cabeza, madre afectada y presidenta de la AMPA El Pozuelo, del centro Miguel de Cervantes.
De este colegio Cervantes se desplazan al servicio de catering del otro centro unos 15 niños de Infantil y Primaria. Es el cupo existente, aunque “hay muchísimas más solicitudes de padres y madres que demandan este servicio, que se han quedado fuera”, añade la presidenta de la asociación. Para llegar del colegio al comedor del San José de Calasanz, la empresa del catering dispone de dos monitoras que acompañan a los escolares en este trayecto que discurre por aceras, cruces de calles, cuestas... En el itinerario, estos niños del Miguel de Cervantes hacen una parada para recoger a otros nueve pequeños más, de 3,4 y 5 años de la Escuela Infantil Gloria Fuertes, que se suman a la expedición para ir a comer. Este tercer centro dista unos 900 metros de distancia de las instalaciones del comedor, según las propias familias.
“En Olvera hace mucha calor o mucho frío y los niños lo sufren en estos trayectos. En tres semanas, se sube el termómetro y han de soportar temperaturas muy altas. Y cuando llueve, además de cargar con mochilas, tienen que llevar sus paragüitas y no tienen manos para tanta cuerda”, describe Sandra Cabeza como portavoz de unas familias que “no tienen más remedio que hacer uso de ese servicio para poder conciliar con sus jornadas laborales”.
El colegio Miguel de Cervantes nunca ha tenido servicio de comedor. Los padres dicen que hay suficiente demanda para ello, pero añaden que no tienen respuesta pese a la solicitud que han reclamado a la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. “Han dado plaza en este curso escolar a 15 niños del Miguel de Cervantes, cuyos padres han tenido que justificar que trabajan a esa hora. Pero fueron 25 familias las que solicitaron este servicio, y diez se han quedado fuera. Hay demanda suficiente para que se cree este comedor”, dice la AMPA, cuyos representantes tienen una cita para final de mes en la delegación provincial.
La asociación añade, además, que el Ayuntamiento de Olvera se comprometió en el mes de noviembre a correr con los gastos de la obra para las instalaciones de un comedor en el Miguel de Cervantes si la Junta da el sí al proyecto. “No es algo de mucha envergadura, puesto que la comida viene de un catering y harían falta los hornos para calentar y demás…”, añade la asociación de padres y madres.
Estas familias protagonizaron el pasado 21 de marzo una protesta a las puertas del centro escolar y se negaron a llevar ese día a sus hijos al colegio. Y ahora toman la decisión de retrasar una hora, cada martes, la entrada de los niños a clase como reivindicación a la demanda del comedor en el Miguel de Cervantes. Algo que esta semana ya han iniciado.
“A todo se suma que la empresa adjudicataria del comedor nos ha dicho que el año que viene no habrá monitoras que lleven a los niños por la calle. No sabemos cómo van a ir hasta las instalaciones del otro colegio durante el 1,5 kilómetros de distancia”, afirman. Sobre la posibilidad de que los pequeños hagan el trayecto en un bus, los padres y madres no ven esa alternativa y se mantienen en la creación de su propio comedor en el Miguel de Cervantes.
Esta AMPA tiene otras demandas y calcula que en este colegio hay 46 niños con necesidades de apoyo educativo para los que hay en la actualidad tres maestros de educación especial y otros dos más de audición y lenguaje. Una suma que piden que se eleve con dos profesionales más para atender a este colectivo de menores.
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