Cuando llueve a cántaros en Grazalema

Efectos del temporal

El pueblo bate el récord mundial de precipitaciones y genera algunas interrogantes como el porqué no se inunda pese a la fuerte acumulación, cómo y desde cuando se registran los datos o el sentir de los vecinos

Espectáculo de cascadas al reventar de agua los caños de Grazalema

Emana un río de la Sima de la Olla en Grazalema por la intensa lluvia

Los mayores Activos de Grazalema y Benamahoma, con paraguas decorados por ellos.
Los mayores Activos de Grazalema y Benamahoma, con paraguas decorados por ellos. / Paqui Viruez
E. Armario

17 de diciembre 2022 - 06:00

Grazalema lleva más de un siglo midiendo las nubes que se posan encima de sus cielos para descargar esa bendita agua vital para la vida. Y lo ha registrado desde 1910 en libros escritos de puño y letra, que hablan de años secos, años lluviosos y años excepcionales.

También pasará a esos libros, ahora ya informatizados, un récord que se ha dado esta semana, por ser el lugar del mundo donde más llovió en 24 horas, alcanzando una acumulación de 212,1 litros por metro cuadrado, tras la comparación con la media registrada en distintas estaciones internacionales automatizadas. Fue, en concreto, desde el martes a las nueve de la mañana, al miércoles a la misma hora. Pero no es la primera vez que este pueblo de la Sierra se pone a la cabeza mundial. Ya en 2017, hubo un episodio de lluvias importantes en el mes de marzo, acumulando casi 300 litros consiguiendo el mayor índice pluviométrico del mundo entonces.

Que los grazalemeños tienen a gala esta singularidad climatológica es bien sabido por muchos. Que televisiones generalistas abran partes hablando de Grazalema y lo mucho que ha llovido en una jornada en este punto de la Península sugiere más de un debate fuera de sus contornos y no son pocos los que piensan que por qué llueve tanto en esta localidad, situada al sur de España. Las razones están en la orografía de la zona: las nubes procedentes del Estrecho y cargadas de humedad se topan con una primera cadena montañosa que es la de Grazalema. El macizo montañoso obliga a las nubes a subir y al ascender rápidamente, la humedad que transportan se enfrían y se producen las precipitaciones fruto de la condensación.

Un caño de agua tras las lluvias.
Un caño de agua tras las lluvias. / Paqui Viruez

El alcalde de Grazalema, Carlos Javier García, añade claridad: “Se trata de lluvias estacionales y cuando caen lo hacen en mucha cantidad y hay acumulaciones grandísimas”, explica. Otra de las interrogantes que se hace cualquiera es por qué a pesar de toda el agua que se recibe no se inunda Grazalema. “Tiene que ver con la orografía, teniendo en cuenta que el pueblo cuenta en la zona baja con el río Guadalete, lo que da una fluidez natural. El suelo es permeable, con un terreno kárstico que hace que el agua se filtre. Ciertamente la lluvia que cae se convierte en ríos estos días en las calles y salir al exterior implica tenerte que cambiar varias veces al día. Pero también es cierto, que las alcantarillas tienen una profundidad considerable que permiten tragar mucha agua y que es un sistema preparado debido a la constancia histórica para este tipo de situaciones”, añade el regidor serrano.

Grazalema cuenta con tres estaciones meteorológicas instaladas en el mismo casco urbano. La ubicada en la zona del depósito gestionada por la AEMET y está automatizada. Un segundo medidor está ubicado en la sede del propio Ayuntamiento, también de la AEMET, pero se toman las observaciones de manera manual porque buscan corroborar el dato del automático de la estación del depósito. Y existe un tercer pluviómetro de la Confederación Hidrográfico, que está en el entorno de la zona conocida como El Chorrito, cercano al hotel de la Villa Turística. Echando un vistazo a los registros históricos el año hidrológico (va de octubre a octubre) más recordado en Grazalema fue el de 1962-1963 ya que se recogieron 4.153 litros. Fueron tantos los aguaceros entre enero y febrero de 1963, que aportaron nada menos que 2.245 litros, que se anegó la plaza de España porque reventaron las cañerías.

Desde que hay registros de pluviometría en Grazalema hasta el momento actual, el año más generoso en lluvias fue el de 1935-36, donde se contaron 4.249 litros. Por su parte, la media de litros de la serie histórica sitúa a los meses de diciembre y enero como en los que más llueve generalmente, con unos 400 litros y los más secos son julio y agosto, donde apenas se recogen entre 5 y 6 litros.

Pese a esta generosa ‘rareza’ climática, también Grazalema ha sufrido el impacto de la sequía y la falta de abastecimiento de agua a lo largo su historia hasta que se dotó a la población de infraestructuras necesarias como la puesta en servicio de la presa del Fresnillo, con 270 mil metros cúbicos, que garantiza el suministro a este pueblo y las cercanas Villaluenga del Rosario y Benaocaz. “Siendo uno de los pueblos con mayor índice de lluvias de España, con registros diarios a la cabeza en todo el país, lo cierto es que se daba la paradoja de que el agua no llegaba a todas las casas del pueblo hasta que, al principio de los años 80 del pasado siglo, se canalizó porque había aún domicilios que se surtían de las fuentes del pueblo. En el año 83 se garantizó el suministro durante las 24 horas gracias a una conducción que venía de la Ribera del Gaidóvar y en el 85 se pusieron en marcha unas captaciones para la localidad”, apunta el regidor.

Volviendo a la actualidad, desde que arrancó este mes de diciembre, el casco urbano de Grazalema ha recibido 683, 4 litros. La bendita lluvia ha dejado estos días estampas inusuales como la aparición de un riachuelo por la acumulación en la Sima de la Olla o los caños de Grazalema, que han reventado ofreciendo un espectáculo de pequeñas cascadas a presión que se escapan del interior de la paredes de piedra que rodean al pueblo.

De cómo llevan los habitantes de Grazalema esta ‘manta’ de agua que han recibido estos días, el alcalde Carlos Javier García lo resume con una frase: “Existe una relación estoica del hombre con el agua, mi pueblo ha aprendido a convivir con ella”. En este sentido, apostilla que “la gente lo lleva muy bien porque se siente protagonista de una rareza que hace que el pueblo tome protagonismo y se conozca esto en una zona en el sur de España tan seca”.

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