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Turismo en la Sierra

La Sierra se convierte en destino para un turismo nacional que huye de las aglomeraciones. Agosto cierra con casi el 90% de ocupación en los pueblos más turísticos. Las casas rurales con piscina un bien en alza

Una joven con tabla y perro disfrutando en el Lago de Arcos / Ramón Aguilar

Hace menos de 10 años era impensable que en agosto la Sierra se llenara de turistas. “Ya ves, este año nos hemos decidido por veranear en mi propio pueblo. Nací aquí, vivo fuera, pero nos hemos decidido por alquilar una casa rural en este sitio. Con la pandemia, es lo que mejor se ajusta a nosotros”. Es el testimonio de una veraneante nacida en una localidad serrana, pero con residencia en otra ciudad andaluza, que ha optado junto a su familia por decantarse por la Sierra de Cádiz para pasar sus días de descanso.

La playita de Arcos, un atractivo más del verano en la comarca. / Ramón Aguilar

El temor a viajar lejos por el coronavirus, las restricciones, el miedo a aglomeraciones en primera línea de costa y la búsqueda de destinos que conjugan tranquilidad con naturaleza han puesto, otra vez, a la Sierra gaditana en el punto de mira de los destinos preferentes del turismo de interior en este verano tan atípico. Así los pueblos con más tirón turístico de la comarca han visto este verano cómo sus calles y sus pequeños negocios se han llenado de forasteros nacionales, que han optado por los Pueblos Blancos.

Y es que, en contra de lo que ha ocurrido en otros lares, donde ha habido un batacazo turístico por los efectos de la pandemia, la Sierra no sólo ha amortiguado el embiste sino que ha aumentado las pernoctaciones. “Las previsiones no eran buenas, pero la gente ha optado por nuestro destino. Han aumentado las reservas y los turistas se quedan más días en nuestros hoteles. Ha cambiado el sistema. Antes se movían más por los alrededores y había menos estancias. Este verano, los visitantes buscan quedarse en el sitio para mayor tranquilidad y evitar aglomeraciones”, resume el presidente de la Asociación de Turismo Rural CIT Sierra de Cádiz, Antonio Fernández.

Según la organización, muchos establecimientos de los pueblos más turísticos de la comarca han tenido en este agosto un nivel de ocupación que roza el 90%. “Hace 10 años esto era impensable. Además de las circunstancias de la pandemia, que incita a un turismo más tranquilo buscando destinos sin aglomeraciones, creemos que la Sierra, por sus atractivos y enclave está de moda. Si seguimos manteniendo el mismo nivel, cuidando la calidad, seguiremos más tiempo de moda. Lo digo convencido. Hay mucha gente que repite año tras año este destino”, añade Fernández.

Un grupo de personas con maletas por el casco antiguo de Arcos / Ramón Aguilar

Y en este resurgir turístico en tiempos de virus, hay un elemento clave: quien tiene una casa rural en el campo con piscina para alquilar, tiene un tesoro. “Están muy cotizadas este año. Las familias las demandan para conseguir aislarse de grupos de riesgo”, apostillan desde la asociación. Eso sí, el empresariado hotelero es consciente de esta competencia y pide que se regularicen. “No podemos competir en precios con ese tipo de alojamientos, pero sí en calidad. Tenemos que ser conscientes de la seguridad que ofrecemos. Es un sello que el visitante demanda, al que le gusta ver que los comensales tienen espacios seguros entre mesas, que se respetan las medidas de distanciamiento. Por ahí, hay que ir”, afirma el CIT.

Una de las biblias viajeras, la Lonely Planet, recomienda para este verano una ruta en coche por los Pueblos Blancos. Entre los destinos destaca algunos pueblos de la Sierra como Arcos como referente monumental y paisajístico. “Antes se asociaba el verano a la costa y ahora la gente busca otros alicientes y actividades como, por ejemplo, una playa artificial en medio del interior. Los turistas buscan otras cosas y nos hemos dado cuenta de esa estrategia. En Arcos, hemos habilitado 70 kilómetros para hacer senderismo, paseos en bicicletas y rutas en familia. Si a eso le unimos una oferta cultural, monumental, y gastronómica, tenemos una alternativa muy atractiva”, dice Ana Carrera, la concejala de Turismo del Ayuntamiento de Arcos.

La localidad arcense arrancaba el verano con previsiones complicadas, una tendencia que se ha roto ya que el número de pernoctaciones “se ha duplicado” en muchos alojamientos, según el Ayuntamiento local. “El reto era que la gente pernocte en Arcos, que no sólo venga un día de visita porque está alojado en un establecimiento costero. Creo que eso lo hemos conseguido, que el visitante se quede uno días aquí y desde aquí visite el entorno. Hasta hora, dormía en Jerez o la Costa y llegaban aquí para echar mediodía e irse. Ahora Arcos está asociado a un turismo monumental, de naturaleza y de bienestar”, confiesa.

Varios turistas en Arcos este agosto / Ramón Aguilar

La responsable del turismo en Arcos ve dos elementos que han contribuido a ello: la adecuación de la lámina de agua del pantano del río Guadalete, en El Santiscal, donde se ha habilitado desde hace unos años una playita artificial y se ha puesto a disposición de quien quiera deportes náuticos en un club de ámbito municipal. “A ello le hemos sumado una agenda cultural bastante amplia con aforo limitado como las visitas al castillo, iglesias, exposiciones y el atractivo denominado Las Noches de Palacio, que han tenido muy buena aceptación. El hecho de que Arcos crezca, redunda en el resto de la comarca. Y eso es bueno”, reflexiona Ana Carrera.

El verano en Setenil de las Bodegas, otro de los puntos más turísticos rurales, está dejando muy buen sabor de boca, también a los negocios. “Los últimos agosto han sido buenos, pero éste, en particular, está siendo brutal”. Así de gráfico lo aclara Juan Francisco Anaya, propietario de la tienda La Dehesa del Ibérico, un templo del buen yantar de vinos, quesos serranos y productos andaluces, ubicado en Setenil. Este joven empresario que abrió el negocio hace dos años y medio, y que a tenor de los buenos resultados lo ha ampliado con la apertura de una terraza para degustar productos en un enclave privilegiado del casco urbano, considera que la apertura de un camping este verano en su pueblo ha sido un revulsivo más para la temporada estival que ha colgado el cartel de completo en muchos de los alojamientos. “De hecho, en los últimos años, pueblos de los alrededores acogen pernoctaciones que nuestro municipio no puede asumir ”, añade.

La tienda La Dehesa del Ibérico, en Setenil de las Bodegas. / D.C.

Grazalema, otro de los centros neurálgicos del turismo en la Sierra, cierra agosto con datos más que optimistas. Siendo uno de los tres municipios serranos que cuenta con la declaración de Pueblo Más Bonito de España (junto a Zahara de la Sierra y Setenil), la ocupación hotelera en Grazalema ha oscilado entre el 80 y el 100 por cien en la mayoría de establecimientos durante este agosto. La localidad cuenta con 1.100 plazas de alojamiento. En este sentido, la Oficina de Turismo grazalemeña ha atendido en este mes unos 2.945 usuarios frente a los 2.835 del año 2019. La primera semana de agosto se atendieron a más de 700 personas.

Un grupo de personas disfruta de visitas guiadas en Grazalema / D.C.

“Hemos tenido un mes de agosto estupendo como viene pasando hace unos años. Creemos que está totalmente superada la desestacionalización. Hay que decir que el interior no es sólo un destino de otoño-invierno, sino también claramente de verano, con estupendas infraestructuras para el baño y destinadas al turismo de calidad”, reflexiona el alcalde de la localidad, Carlos Javier García. Y añade que “a partir de ahora, las incertidumbres son la falta de turismo internacional entre semana en la temporada de otoño y que la situación de la crisis pueda hacer que, tras las vacaciones, el turismo vuelva a retraerse”.

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