Los últimos moradores del pantano de los Hurones
Turismo
La Venta El Pantano, el único establecimiento abierto en el antiguo poblado del embalse, cierra sus puertas obligado por las obras de acondicionamiento del enclave que la Junta ejecuta para un futuro proyecto turístico
Han sido de los poquísimos moradores que han vivido en el poblado de la presa del pantano de los Hurones en los últimos decenios. Han sido sus ojos de noche y su avituallamiento de día, y ahora cogen sus pertenencias y sus enseres laborales para cerrar un capítulo que ha durado 23 años.
El único establecimiento abierto en el antiguo poblado del embalse de los Hurones, ubicado en el término de San José del Valle, la conocida venta El Pantano, echará el cierre al público este 2 de mayo obligado por el proyecto de mejora ecoturístico que la Junta de Andalucía ejecuta desde el pasado año. La familia que lo regenta tendrá que poner punto y final a su actividad hostelera después de que la Junta le comunicará, en el último trimestre del año pasado, que deberá desalojar el edificio donde se asienta la venta porque ahí se instalarán las oficinas técnicas de la propia gestión de la presa. Fue coincidiendo con la última renovación de la concesión anual que tienen los propietarios con la administración autonómica.
Una noticia que ha despertado, incluso, una cadena solidaria con los afectados, ya que clientes y amigos han movido en redes sociales una petición para impedir el cierre de la venta, con más de 700 firmas acumuladas el pasado viernes.
Esta familia no quiere entrar en polémicas. Reconocen que la Junta barajó en su día la posibilidad de que se les recolocara en una de las instalaciones con las que cuenta el poblado, pero los números para la fuerte inversión que se necesita no le salen a la administración. Así que, el 2 de mayo, la venta El Pantano cerrará sus puertas al público, aunque tendrá hasta el día 8 para desalojar el inmueble.
Hay que recordar que la Junta de Andalucía ejecuta en la actualidad obras en el poblado del popular ‘Charco’ de los Hurones, con fondos europeos procedentes de la ITI Cádiz, en varias fases y por valor de casi cuatro millones de euros. La idea es crear un proyecto ecoturístico en este emplazamiento del embalse de los Hurones con la mejora de las infraestructuras del viejo poblado, que cuenta con 48 viviendas que eran donde se albergó en los años 50 y 60 del siglo pasado a trabajares y sus familias para poner en pie esta presa.
La infraestructura la gestionó hasta 2005 la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para garantizar el agua a la llamada Zona Gaditana, con capacidad para 135 hectómetros cúbicos. Aún se conserva en el enclave natural el hospital que prestó servicios a los operarios y vecinos de la zona, donde nacieron numerosos niños, la iglesia o la escuela, entre otros. Hoy en día la gestión de este recurso hidrológico está en manos de la Junta de Andalucía por tener las competencias en la materia. Toda vez que la administración autonómica termine la mejora de las infraestructuras, se proyecta que alguna empresa especializada pueda hacerse cargo del sitio para su explotación ecoturística. Y, algunos sostienen que tal vez ahí se pudiera tener en cuenta a este negocio. Algo que, de momento, está en el aire.
Por lo pronto, los tres empleos que genera la Venta El Pantano terminan este mes de mayo, y también se notará en el bolsillo de los proveedores de materias del negocio que, en fines de semanas, pueden dar servicio a más de un centenar de visitantes.
La fantástica ubicación donde se asienta esta presa, entre los parques de los Alcornocales y Grazalema, no deja indiferente a nadie. Serpenteando por carreteras comarcales, con una naturaleza privilegiada salpicada de ganado vacuno, el visitante se adentra en un espacio único donde le espera una mole de piedra, que precisó en su día de cientos de operarios de la zona y un cuerpo de talladores gallegos que se contrataron para hacer a mano la sillería de la presa.
Aquí, la Venta el Pantano, con una terraza casi a los pies de la pared vertical del aliviadero se ha crecido como negocio. “Arrancamos los primeros años y apenas facturábamos un fin de semana. Ahora, la gente conoce este enclave. Viene a ver la presa y aprovecha para comer y degustar una cocina que recupera platos de caza como el venado o el jabalí y sabores de la tierra. Después del Covid muchas personas han tirado de teléfono para reservar buscando una terraza para disfrutar de naturaleza y espacio”, cuenta José, el dueño, reconociendo que la zona se llena durante los fines de semana.
El hombre recuerda cómo en los momentos de mayores restricciones del Covid se daban unas circunstancias muy peculiares. En este lado de la presa, cruza el río Majaceite y una de sus orillas, según el dueño del bar, pertenece al término de Jerez y la otra, donde está el bar pertenece al pueblo de San José del Valle. “Venía gente, por ejemplo, desde Jerez y si se había decretado restricciones en el municipio de San José del Valle, estos se quedaban a las puertas y no podían entrar aquí porque ya el mismo puente que da acceso cambiaba las reglas”, añade.
Los propietarios de esta venta han convivido en este lugar puesto que, también, se les cedió a partir de 2006, unas dependencias en el emplazamiento. Así que cuando las compuertas se han abierto para aligerar agua en los meses más lluviosos han sido testigos presenciales, como también los visitantes que se acercaban para ver este espectáculo. “De noche, acostado, con las compuertas abiertas escuchas ese ruido casi atronador, pero no hemos pasado miedo nunca. Es una presa de tipo A, que está muy bien construida, con lo que hemos dormido muy tranquilos”, asevera el gerente del negocio.
Por ser el único establecimiento abierto en el lugar, los dueños de esta venta reseñan que han ejercido también casi de informadores de turismo y de ojo avizor de noche por si amigos de lo ajeno pudieran hacer algo, con lo que alguna vez han avisado a los encargados de la infraestructura. “Claro, viene la gente y a quién va a preguntar. Se arcerca al bar para saber si se puede subir a la presa, si se abren las compuertas…. “. Así que el bar, en épocas de bendita lluvia, no ha quitado ojo a las páginas específicas de los embalses para conocer los niveles. “Llegando al 94 ó al 95% de capacidad ya sabemos lo que nos encontramos”, refresca José.
Entre las decenas de anécdotas que atesora, junto a su mujer, al frente del establecimiento recuerda que en 2010 se creó de manera casi espontanea una especie de ruta de los pantanos después de las muchas precipitaciones de lluvia que se recogieron en la Sierra gaditana para ver cómo las presas aliviaban agua. “Llegaba la gente y hacía como un circuito: empezaba por visitar el pantano de Arcos, Bornos, le daba la vuelta e iba al de Zahara de la Sierra, Hurones y terminaba en Guadalcacín. “Ahí estuvimos un mes entero abiertos, era el agosto para nosotros”, apostilla este hombre, que la única asignatura que le queda, en la que ha sido su casa durante 23 años, es la de entrar en el mismo interior de la presa de los Hurones. Una razón de peso para volver.
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