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Por un turismo en equilibrio

El mayor tesoro es la sonrisa del camarero cuando te atiende, o la amabilidad del guía que convierte experiencias en recuerdos inolvidables

Camarero en un bar de Sevilla.
Javier Fernández - Presidente de la Diputación de Sevilla

21 de enero 2025 - 21:00

Y no, no se trata de poner a los turistas a buscar la proporción áurea en la Plaza de España o en los pinares de Aznalcázar. No consiste esta propuesta en invitar a nacionales y extranjeros a encontrar, premio incluido, la serie de Leonardo de Pisa en los jardines del Alcázar o en la Puerta de Sevilla de Carmona.

Lo que pretendo provocar en el lector, poniéndole este título a la tribuna que amablemente me invita el grupo Joly dentro de su anuario de turismo, es esa necesidad de equilibrio, de proporciones justas, de medidas ‘naturales’ y sensatas que debemos alcanzar en la industria turística en general y en la realidad que está adquiriendo este fenómeno, en particular, en Sevilla y su provincia.

Llevamos años creciendo. Los registros de visitantes y pernoctaciones son como una serie casi exponencial que nos enfrenta a retos y desafíos a la hora de ofrecer propuestas que, de una parte, atraigan al turismo y, de otra, sean sostenibles en clave de convivencia y conservación de los espacios culturales y naturales con los que contamos en la capital sevillana y en el territorio provincial.

Y todo, por supuesto, partiendo de la base de que la gente que viene de fuera a la capital de Andalucía y a su provincia, siempre, siempre, siempre es bienvenida. Y así continuará ocurriendo porque, si hay algo que caracteriza a los sevillanos y sevillanas es su carácter abierto, sencillo, amable y hospitalario, que se convierte además en el mayor activo a la hora de que el turista nos elija.

Aquí, el patrimonio cultural tiene un valor incalculable y los espacios naturales van desde la Sierra Morena a Doñana, con una diversidad increíble, pero el mayor tesoro es la sonrisa del camarero o camarera cuando te atiende, o la amabilidad del guía que convierte experiencias en recuerdos inolvidables.

Y con ese capital humano y patrimonial, con una historia que nos fue regalada para exhibirla ahora como ejemplo de tolerancia y universalidad, tanto el sector turístico como las administraciones responsables en este apartado debemos seguir fortaleciendo la capacidad turística de Sevilla y provincia, para elevar nuestra oferta y que, en definitiva, ésta experimente un salto de calidad que nos lleve a un incremento de las pernoctaciones y del gasto por turista.

Eso sí, siempre inspirados en ese ‘turismo de Fibonacci’ que consiga conciliar conceptos como raíces y vanguardia, descanso y ocio, o habitar el centro y disfrutarlo.

Y para que así sea, el debate debe siempre partir de la base de que queremos que nos sigan eligiendo. O lo que es lo mismo, que la gente que viene de fuera siga siendo bien recibida porque en la sociedad sevillana tengamos siempre claro que el turismo es positivo.

Y para eso, para aspirar a un ‘turismo Fibonacci’, tenemos que analizar cómo están las costuras del territorio, cuál es la capacidad aeroportuaria, hotelera, o a nivel de monumentos, y complementar la capital con la provincia, apostando por el turismo de experiencias.

Un análisis que, además, se detenga a debatir y armar las grandes cuestiones que actualmente están encima de la mesa para tomar decisiones al respecto. Me refiero a la aplicación de una tasa turística y a la sensata conjugación del fenómeno de los apartamentos turísticos junto a la humana habitabilidad de los lugares con más afluencia turística.

En el primero de los asuntos, el hecho de que el visitante aporte una cantidad casi simbólica por día de estancia en la ciudad es un hecho firmemente probado en numerosas urbes de todo el mundo y, lejos de resentirse, el turismo en dichos lugares contribuye así a conservar el patrimonio y los propios entornos y servicios urbanos. Y en Sevilla, estoy seguro, no iba a ser de otra forma y el turista abonaría dicha tasa sin cuestionarla.

Y en lo que se refiere a los apartamentos turísticos, la coordinación entre administraciones y un estudio concienzudo acerca de la situación actual y proyecciones de futuro nos deberían llevar a tomar decisiones responsables y sensatas en el presente. Decisiones que preserven la identidad y habitabilidad de los espacios más concurridos, a la vez que dinamizamos la economía con la actividad turística.

En definitiva, creo que ser competitivos en turismo ya no es cuestión de cantidad sino de calidad y, para seguir creciendo, siempre desde la base de que el turismo es positivo, debemos hacer análisis correctos que nos lleven hacia la proporción áurea a la hora de disfrutar de los entornos naturales, el patrimonio y, en definitiva, de la ciudad y de todo lo que tiene que ofrecer la provincia en sus múltiples e inimaginables rincones.

Hasta ahora, los números avalan el camino. Hasta el pasado mes de octubre ya eran casi tres millones y medio de viajeros los que habían elegido Sevilla o su provincia para disfrutar de todo lo que esta tierra tiene que ofrecer, lo que representa un incremento del 4,52% respecto al año anterior. Y en pernoctaciones, hasta esa misma fecha, casi seis millones de registros y un incremento del 7,54% frente al mismo mes de octubre en 2023.

Ahora, si con el trabajo conjunto, el sentido común y la lealtad institucional somos capaces de aplicar las proporciones justas, de medidas ‘naturales’ y sensatas al crecimiento de nuestra industria turística, estaremos garantizando prosperidad y, a la vez, conservación de nuestra identidad a las generaciones venideras de sevillanos y sevillanas.

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