Actores, guionistas, periodistas... ¿están estas profesiones en riesgo por la expansión de la inteligencia artificial?
Tecnología | Análisis
Los actores de voz y doblaje muestran, a este y al otro lado del Atlántico, su preocupación porque en un futuro cercano las voces sintéticas sustituyan a las humanas
No es el único sector inquieto: en el mundo audiovisual también lo están los guionistas y, en cuanto a los periodistas, el recelo se extiende por las redacciones de medio mundo
Otras noticias | Inteligencia artificial generativa y desinformación: ¿hay un peligro real?
Elon Musk trabaja en TruthGPT, una IA para buscar la verdad y "entender la naturaleza del universo"
En 2022, James Earl Jones, la voz de Darth Vader desde La guerra de las galaxias (1977), permitió que una empresa llamada Respeecher usara inteligencia artificial para generar nuevas interpretaciones vocales a partir de sus primeras grabaciones de archivo para utilizarlas en la serie Obi-Wan Kenobi. El ya nonagenario intérprete ayudó y asesoró al equipo encargado y de paso permitió que uno de los mejores villanos de la historia del cine regresase a la pantalla con la voz que siempre tuvo.
No es el único trabajo de Respeecher para el universo Star Wars. También contribuyeron a traer de vuelta a un joven Luke Skywalker (Mark Hamill) en otra serie, The Mandalorian. Y todo ello con la guerra alrededor, lo que tiene aún más mérito: Respeecher es ucraniana y su sede está en Leópolis.
El caso de esta empresa sirve de ejemplo de cómo la inteligencia artificial (como cualquier otro avance tecnológico) puede integrarse en un oficio (el de los actores de voz y/o doblaje) de forma responsable, contando con la autorización del intérprete original para elaborar contenidos adicionales a partir de su trabajo inicial.
Pero estas integraciones no son siempre tan responsables ni desde luego tan transparentes. Y son muchas las voces, nunca mejor dicho, que se están alzando para llamar la atención sobre quienes se están sirviendo de la inteligencia artificial para locutar y doblar con voces sintéticas creadas a partir de voces naturales sin consentimiento ni conocimiento de intérpretes que temen que en un futuro no muy lejano se acabe prescindiendo del factor humano.
Más precariedad para el sector
Una simple búsqueda online da una idea de la inquietud, a este y al otro lado del Atlántico, por la posibilidad de que la IA ponga en peligro el trabajo de los actores de doblaje o, al menos, traiga más precariedad a un sector ya de por sí inestable.
“En España ya hay empresas que están probando inteligencia artificial en locución y aprendizaje, y creemos que está más avanzado de lo que se traslada: debe de haber ya bastantes servicios con voces sintéticas”, asegura Daniel Casanova, actor y director de doblaje y responsable de Dinh Media y Renovatio Escuela de Doblaje.
Casanova admite que en Sevilla (y por extensión, en Andalucía) hasta hace poco este asunto no era tema de debate. En Madrid, ciudad en la que trabaja bastante, es muy diferente: “Hablan de ello los sindicatos y los actores en los pasillos. Trasladé en Sevilla lo que se está viviendo allí y nos estamos poniendo en contacto los sindicatos de toda España” para consensuar una estrategia común.
Aunque en el campo de la locución la implementación de la IA avanza a ritmo imparable, Casanova cree que en el doblaje “debería tardar todavía bastante. Requiere mucho más trabajo, habilidad y experiencia. Por mucho que tengas un banco de voces y emociones, para alcanzar la naturalidad necesitas pausas, ritmos concretos y matices, y creo que la tecnología, a día de hoy, aún no ha alcanzado ese nivel”.
Teniendo en cuenta que casi cada día se produce un nuevo salto, “puede que llegue el momento, como en cualquier otro arte, en que se alcance una ejecución técnica de calidad, pero sin alma”.
Los retos
Casanova incide en los “retos” que plantea esta nueva tecnología, tanto a nivel legal (están en contacto con abogados para poner coto a la reutilización sin consentimiento de su trabajo) como social, porque “estamos dando un poder casi infinito a algo que puede ser superior a nosotros como especie”.
Medio en broma, medio en serio, entrevistadora y entrevistado aluden a Terminator y Skynet, antes de que Casanova vuelva a ponerse serio para dejar claro que, sobre todo, la sensación general es de “incertidumbre; estamos trabajando y lo estamos haciendo rápido para que, por ejemplo, los contratos incluyan cláusulas que limiten la cesión de nuestras voces al producto concreto que estamos elaborando”.
En Estados Unidos hay denuncias sobre empresas que solicitan actores para grabar “emociones” con las que entrenar a estas inteligencias artificiales. ¿Está ocurriendo eso en España? “Sí, ya hay clientes que hacen esas peticiones pero, al menos que sepamos, los compañeros estamos rechazando en bloque ese tipo de trabajos. Pero es imprescindible la unidad, algo complicado en un sector con convenios provinciales, provincias sin convenio… Quizás esa unidad pueda llegar por fin ante un enemigo grande. Parece que ahora sí vamos todos a una, actores de doblaje y de locución, con las distintas asociaciones y sindicatos (en Sevilla por ejemplo lo estamos poniendo en marcha ahora)”.
Pasos a seguir
¿Qué se puede hacer para regular todo esto? Casanova cree que el primer paso es “legislar” para controlar la expansión y el uso de la inteligencia artificial. En las últimas semanas hemos leído denuncias contra ChatGPT en Italia y España por su protección de la privacidad de los datos personales y el grupo de eurodiputados que trabaja en la elaboración de la futura normativa comunitaria sobre inteligencia artificial ha pedido una cumbre mundial al más alto nivel para consensuar unas premisas comunes sobre las que regular esta tecnología.
El Sindicato de Actores de Voz y Voice Talents de Madrid (AVTA) fue una de las primeras asociaciones del sector que hizo públicos sus recelos sobre la IA. En un comunicado en el que urgían precisamente a legislar cuanto antes proponían medidas como una especie de “acento IA”, una marca o distintivo que permitiese identificar que una voz no es humana, mediante “una ecualización o efecto de sonido”.
Casanova pide huir del “alarmismo”, porque cree que “la situación no es todavía tan grave, pero está claro que el futuro es incierto”. Todo esto llegará, opina, “y viviremos un boom, después un equilibrio y finalmente llegaremos a una convivencia”.
Pero ahora es el momento “de sentar las bases, con legislación y visibilizando nuestro trabajo, porque hay mucho desconocimiento sobre nuestro sector, sobre lo que hacemos”. Ahí quizás esté la clave, en reivindicar “el valor del trabajo que realizamos, para que nuestros propios clientes sepan valorar la importancia de una voz natural frente a una sintética”.
No sólo los actores, también los guionistas
Esta inquietud, esta incertidumbre, se extiende más allá de los actores de locución o doblaje, porque Casanova explica que crecen las quejas entre guionistas que ven cómo “inteligencias artificiales plagian sus trabajos para crear nuevos productos”.
En este punto merece la pena mencionar el caso del sindicato de escritores de Hollywood, el poderoso Writers Guild of America, que ha planteado permitir la utilización de herramientas de inteligencia artificial como ayuda para escribir guiones, pero regulando que los derechos vayan siempre a parar a los escritores humanos, que además mantendrían su autoría en los créditos, y no a las empresas creadoras de estos asistentes. De tener éxito (están en plenas negociaciones), podría ser una forma de alcanzar de una coexistencia simbiótica, y no parasitaria, entre humanos y máquinas.
El periodismo
Otro de los sectores que figuran a la cabeza de las listas de profesiones en peligro de extinción por culpa de la IA es el del periodismo y los medios de comunicación. De hecho, hace ya unos meses el presidente de Microsoft España, Alberto Granados, anticipaba en una entrevista a este diario que “para 2025, el 10% de los datos a nivel mundial serán generados por inteligencia artificial” y que, de hecho, ya entonces la NBA estaba generando “con inteligencia artificial artículos periodísticos para ligas menores y AP hace algo similar”.
La entrevista es del pasado noviembre, pero cinco meses en la inteligencia artificial es un lapso de tiempo colosal.
Frente a esa incertidumbre de la que hablaba Casanova y del temor que confiesan sentir no pocos compañeros en algunas redacciones, en otras latitudes afrontan el problema con más optimismo.
Por ejemplo, en el medio estadounidense Insider, cuyo editor jefe ha propuesto a su plantilla, como comentamos hace unos días, integrar ChatGPT en su redacción como ayuda a sus periodistas (al modo del copiloto del que hablaba en esta otra entrevista el responsable de IA de Microsoft David Carmona) y no para sustituirlos. Eso sí, con unas normas, unos límites y siguiendo unas pautas claras que parten de una premisa: ChatGPT no es un periodista.
Hay múltiples fórmulas de aprovechar, de forma ética y responsable, una tecnología que tiene el potencial de hacernos mejorar como sociedad y como individuos... Si no dejamos que, una vez más, la estropee el factor humano. La tecnología, como cualquier otra herramienta, no es buena ni mala per se; todo depende del uso que de ella hagamos.
También te puede interesar
Lo último
Calle Real
Va con tiempo
Tamara García
Elogio de la bondad
Postdata
Rafael Padilla
La paradoja de la privacidad
Crónicas levantiscas
Raphael, no se lo pierdan