El problema de 'La Revuelta' si las redes atacan a los invitados como Aitana Ocaña

Aitana Ocaña ya no es cantante. Ahora Aitana es especuladora inmobiliaria. Al menos, eso es lo que ha quedado de su paso por La Revuelta para muchos. A la joven artista le ha caído la del pulpo en redes sociales y ha pasado a engrosar la ya larga lista de celebridades que han salido trasquiladas en su paso por el programa de prime time de David Broncano. Una visita que se está convirtiendo en una actividad de riesgo, puesto que los invitados acuden a La Revuelta a promocionar su música, su película o su serie… y terminan con una polémica a sus espaldas y con la imagen dañada.

El paso de Aitana por La Revuelta para promocionar su documental en Netflix no ha servido para eso, sino que la conversación en redes ha virado hacia multitud de comentarios en los que se le tilda de “especuladora” y en los que se le dedican feos apelativos.

Todo ello al viralizarse un momento de su visita al programa de TVE en el que hablaba de sus propiedades: “Tengo cuatro casas”, fue su sincera confesión.

Yesa es la “polémica” afirmación que ha desatado la ira de muchos usuarios de redes y que ha bastado para acusar a la cantante de especulación inmobiliaria: “Aitana acaba de decir abiertamente en La Revuelta sin ninguna vergüenza que especula con la vivienda… cómo se puede dar tanto asco”, se podía leer en uno de los muchos tuits que la criticaban en X.

Tan lamentable como cierto. La artista ha recibido una gran cantidad de comentarios despectivos e insultos tan solo por revelar el número de inmuebles que tiene. Algo que tampoco es descabellado si se tiene en cuenta el enorme éxito que ha alcanzado en el panorama musical español y porque lleva ya sus años disfrutando de esa situación privilegiada. Ella vive (bien) de su trabajo.

Aitana incluso detalló el uso que proporcionaba a cada propiedad: “De las cuales, en una vivo; en otra también vivo -que es en Miami- y las otras dos las tengo alquiladas”. De nada le sirvieron los aplausos del público, sorprendidos de su patrimonio.

Lo peor es que ha sido un comentario del presentador, David Broncano, lo que probablemente ha encendido la chispa de la crispación ya que mientras que Aitana contaba esto, se le instó: “las que tengas alquiladas, ponlas a buen precio. No especules con las casas”. A lo que Aitana aseguró que “están a buen precio” y el conductor de La 1 remató con un “te lo voy a chequear”.

Un modus operandi reiterado en La Revuelta, en el que David Broncano acostumbra a poner sobre la mesa el candente tema del acceso a la vivienda,en especial cuando tiene invitados jóvenes, colocando en un brete al entrevistado que debe justificarse y ahondar en dicha cuestión. Como resultado, momentos ciertamente incómodos para los invitados, que pueden salpicarles negativamente (como también le ocurrió a Irene Escolar) y que hacen las delicias de su presentador, dado que la polémica ha sido una de las armas más efectivas en La Revuelta, cada vez que sus audiencias están a la baja y está por debajo del 12% de cuota.

A estas alturas y con una dinámica negativa en audiencias, empeorando mes a mes, Broncano y TVE se tendrían que dar cuenta de que el espectador de prime time no busca polémicas ni momentos incómodos; sino un espacio agradable que le entretenga y le divierta. Por eso funciona su rival, El Hormiguero. Y por eso, sencillamente, Pablo Motos puede contar con los invitados más codiciados. Ellos saben que su paso por Antena 3 siempre será positivo. Y esta misma fórmula del buen rollo la aplican otros veteranos formatos de esa franja como First dates, en Cuatro, o El intermedio, que logran conectar con su público y sacarle una sonrisa.

La Revuelta debe tener consciencia de que es un programa de televisión pública, que ya abandonó Movistar+ y que el hecho de salir del pago al abierto le da muchísima más notoriedad, relevancia y visibilidad a todo lo que ocurra en su plató. Razón de más para cuidar a sus invitados y evitar meterlos en líos por arañar unas décimas más de audiencia o generar momentos virales en redes. Algo de lo que, por cierto, presume la propia RTVE. Qué tiempos para vivir…