Antonini de Jiménez: "Ser taurino te hace mejor persona"
ENTREVISTA
Este marchenero, profesor universitario en Colombia y youtuber de éxito, presenta '¿Por qué deberías ser taurino?' un libro que, lejos de ser una defensa del aficionado, se convierte en un tratado de libertad
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Antonini de Jiménez no es un aficionado al uso. Ni falta que le hace. Su defensa numantina del ser y sentirse taurino va más allá del mero hecho de asistir a una plaza de toros y se convierte en un grito desacomplejado de libertad y en una ética vital. Este marchenero, profesor universitario en Colombia, se dio a conocer para el gran público gracias a su faceta de youtuber y, en el ámbito hispalense, a raíz de sus intervenciones en los programas de 7TV en los que no dudó de brindar su particular opinión sobre el mundo taurino o el de las cofradías. Ahora ha dado a la imprenta el libro ‘¿Por qué deberías ser taurino?’ editado por Sr. Scott que se presenta este mismo viernes en la Casa del Libro. El autor estará acompañado del matador de toros Juan José Padilla y el periodista Víctor García-Rayo. El acto promete no dejar a nadie indiferente…
-La primera pregunta la presta el título del libro…
-Todos estamos llamados a ser mejor persona y los toros te hacen mejor persona. En el libro intento defender –y creo que lo consigo- que las corridas son moralmente buenas porque enaltecen tres valores que son indispensables para el desarrollo de las personas: la valentía, la lealtad y la entrega. Son las columnas de la libertad. Y un hombre que quiere ser libre tiene que vivir en base a esos tres valores; en los toros y en cualquier otra cosa. En los toros se dan los tres.
-Esos valores los contrapone a tres condicionantes del mundo de hoy: la cobardía, la mediocridad y el buenrrollismo.
-Cuando estás sometido a la mediocridad, al buenrrollismo y la cobardía no estás en condiciones de revestirte de libertad y todo lo que tenga que ver con ella te parece obsceno, decadente… en realidad tiene que ver con lo mal que vives.
-Llegó a definirse como antitaurino en España y sufrió una epifanía taurina… ¡En Camboya!
-De hecho lo que yo intento resolver en el libro es esa paradoja. ¿Cómo es posible que yo, siendo andaluz, fuera antitaurino y me hiciera taurino en un país en el que no hay toros ni toreros? Eso me llevó a preguntarme si los toros eran más que cultura. Hay algo de los toros que yo llevé a Camboya sin saberlo y eso lo refiero en el libro: la antiespañolidad del español. Lo español no cabe en la Península Ibérica. El español construye su identidad contra los otros españoles, nos encerramos en nuestros reinos de taifas. Éste es el único país del mundo que abuchea a su himno nacional pero eso ocurre porque somos demasiado grandes, tenemos una vocación imperial; España no cabe en nuestro cuerpo y tampoco en la Península. Sólo cuando sales fuera y abres las fronteras de tu mente empiezas a dejar que lo español empiece a entrar dentro de ti con naturalidad, tomando sus espacios y llenando los huecos que habían ocupado la desidia y el rencor. Ahí me encontré con los toros, en un acto de sinceridad por encontrarme con la verdad, y me dije que ahí había algo grande que se me estaba escapando. Eso es lo que intento hacer en el libro: hacer entender que la tauromaquia es mucho más que toros, afición, cultura, tradición… es el baluarte de la libertad encarnada en lo hispano. Si hubiera nacido en Camboya, para ser libre no habría sido taurino pero siendo español, conociendo los toros, no tengo otra manera de ser libre que amando a los taurinos. Me veo en esa devoción.
-Esa reflexión nos podría llevar a pensar que los toros pertenecen a esa leyenda negra que hemos comprado de nosotros mismos.
La hemos comprado porque no cabe entender los toros y lo que ocurre dentro de una plaza cuando el ser humano, el español, vive felizmente instalado en la mediocridad y se conforma con ser de un partido político, del Betis o del Sevilla y organiza su vida con una serie de movimientos que son absolutamente estrechos. Eso genera mucha represión, mucha mala leche porque no eres libre y te dejas gobernar por lo políticamente correcto. En el mundo de los toros ocurre lo contrario. Otra pista: Sebastián Castella reapareció en Manizales y me llamaron para hacerle una presentación. Previamente había conocido a Juan José Padilla y son unas personas absolutamente maravillosas en un sentido metafísico. Cuando yo veo a esas personas me siento orgulloso de formar parte de su especie. ¿Cómo puede ser que un supuesto asesino genere en mí algo tan maravilloso? Tienes que hurgar en esas pistas para sacar conclusiones y una de ellas es… ¿Por qué debería ser taurino?
-Manizales es Colombia…
No va a pasar nada. Hace unos días se prohibieron las corridas pero esa prohibición será efectiva en tres años. Al gobierno socialista de Petro le quedan dos años así que las corridas, de facto, no van a desaparecer. Todo esto va ligado a la idea de que en algunos países iberoamericanos los españoles no nos hemos sentido orgullosos de ser lo que somos. En los países en los que los españoles pasaron más tiempo como México o Perú tienen una relación afable con los españoles y sin embargo los colombianos, donde pasaron menos tiempo y hubo una bajísima institucionalización tienen tanto odio… Pienso que es el síndrome de la madre adoptiva; le quitamos la otra madre pero no fuimos lo suficiente para ellos y se sienten un poco huérfanos. Es lo que ocurre en ese eje de Colombia, Ecuador y Venezuela. Cuando critican a España lo hacen con un sentimiento de orfandad, no de odio.
-El socialismo es una de sus bestias negras.
-Han hecho socialistas también a la derecha, a los empresarios, a nuestras ilusiones… Ya no son crear una empresa y salir adelante sino aprobar las oposiciones de la Junta de Andalucía. Socialismo es que un aficionado esté comiendo un domingo con la familia y salga un antitaurino y no tenga la valentía de decir delante de todos que es taurino sino que se censura a sí mismo por miedo a los demás. Eso es socialismo votes al PP, a VOX o a quien quieras. Socialismo es una forma de vida, no de afiliación política.
-Los toros se han convertido en un tema recurrente en esta eterna campaña electoral que vivimos.
-El sustrato que hay detrás de ese debate es elegir entre la libertad o la servidumbre. Ése es el único debate político, intelectual, de cualquier cosa… Los toros están muy cerca de los valores que patrocinan la libertad y al final se trata de elegir entre un mundo libre o un mundo de siervos. Los enemigos de la libertad odian los toros. ¿Quién torea? Un hombre libre. ¿Quién obedece? Un hombre esclavo. ¿Torear o obedecer?
-Decía Ortega y Gasset que para entender la historia de España había que estar pendiente de las corridas de toros. Y las plazas no hacen nada más que llenarse…
-Es una radiografía de lo español. Se están llenando las plazas pero también lo hacen las iglesias porque toros y Dios van muy de la mano. Es la libertad abrazándose a la Verdad entendidas desde esa posición que significa ser español. El que ama a los toros se quiere a sí mismo, tiene amor propio, no es resentido, es amigo de la libertad, hace la vida más fácil a los demás, es empresario… Todo lo que viene derivado de la libertad y por ende de los valores patrocinados por los toros nos hace mejores personas. El único antídoto que tenemos contra Pedro Sánchez es más libertad. El problema de acabar con los toros no es económico, cultural o tradicional. El verdadero problema es que el ser humano se queda sin estímulos externos que le recuerden hasta qué punto puede llegar la dignidad humana. Cuando el hombre pierde esos referentes empieza a aceptar que la condición de siervo o lacayo es la condición natural. Gobernar a un hombre libre es muy difícil pero gobernar a 40 millones de lacayos es muy fácil. Sólo hay que darles pan y circo.
-¿Ser o declararse taurino en 2024 es estar a la vanguardia?
-Es ser lo mejor lo mejor que se puede ser en este mundo. Es ser un referente, convertirte en un reaccionario frente a lo políticamente correcto, es encontrarte a ti mismo, estar cerca del oráculo de Delfos, estar con los clásicos, estar con la verdad, cerca de la muerte, fuera del dogmatismo, cerca de la religión, la magia, la razón, la belleza, el bien, de la moral a fin de cuentas, de lo que significa ser un hombre. Es estar lejos de los doritos, de Netflix, de las campañas políticas, de la mediocridad… es un baluarte y una fuerza de protección frente a los que nos quieren ver sometidos. A fin de cuentas es estar cerca de Dios.
-No sé si ha escrito un libro de toros o un tratado de libertad.
-Es un gran halago pero es así. Para mí los toros sólo valen en tanto y en cuanto tienen que ver con la libertad del hombre. Si no tuvieran que ver con la libertad jamás podría defender la tauromaquia. No la defiendo porque venga de una tradición taurina; no tengo amigos taurinos; no tengo a nadie en casa; he ido a una única corrida de toros en mi vida… En términos personales no me afectan los toros pero en términos humanos, que desaparezcan los toros implica que el espesor de mi alma se reduzca seis centímetros. Y yo eso no lo puedo permitir. Eso significaría que viviría en una sociedad confinada, de vacunas obligatorias… Si tengo que luchar por ello, lo haré.
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