Roca Rey: "He pasado etapas en las que no veía mucho sentido ni a la vida ni al toreo"

El líder absoluto del escalafón vela las armas de cara a su trepidante temporada veraniega, admite haber superado viejos percances y asegura que ahora es feliz

"Para que el torero funcione, primero tiene que estar bien el hombre", reflexiona durante una entrevista para el 'Grupo Joly'

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Gloria Sánchez-Grande

29 de julio 2024 - 04:59

Acaba de abrir la Puerta Grande de Santander y de que los pitones del toro Lirón, de la ganadería del Puerto de San Lorenzo, le rocen las tibias durante un escalofriante saludo a la verónica y un apretado quite por saltilleras. Es el día a día de Andrés Roca Rey Valdez (Lima, 1996), quien vela sus armas de cara a una trepidante temporada veraniega como líder absoluto del escalafón. Varias plazas andaluzas le aguardan durante el mes de agosto, como Huelva, El Puerto de Santa María o Málaga. A Sevilla, regresará en septiembre, durante la Feria de San Miguel. Admite, sin embargo, que tanta responsabilidad, impropia para su edad, no le pesa.

-A pesar de su juventud -tiene 27 años-, parece sacado de una epopeya homérica, ¿encuentra hueco en la sociedad actual, tan entregada a los futbolistas, instagrammers y otras banalidades?

Considero que el toreo ha estado un poco apartado de lo que viene a ser la sociedad de hoy en día o de estos años atrás. También es cierto que, poco a poco, la juventud se está acercando muchísimo más a la tauromaquia, ya sea por ciclos que tiene la vida o también por el hecho de que cada vez salimos más toreros jóvenes. En algunos tiempos yo mismo he estado un poco apartado, pero me siento muy motivado por toda esa gente joven que va a la plaza a verme.

-¿Cree en Dios?

-Pues sí, yo creo en un ser superior que le llamo Dios y creo en Jesús, en la Virgen y sí: me gusta creer porque me gusta también agradecer. Una persona que cree está más llena.

-Es el líder absoluto del escalafón, pero eso tiene un precio. Los héroes clásicos realizaban sus gestas por reconquistar una patria perdida, por riquezas o por amor. ¿Por qué torea usted y, sobre todo, por qué torea así, arriesgando hasta el extremo?

-Toreo por muchas cosas. Creo que la más importante, y la que más destacaría, es por intentar expresarme. Desde niño fui muy tímido. Casi no hablaba, me costaba expresarse. Y toreando los becerros, los primeros becerros, me di cuenta de que el toreo me llevaba a ese estado de expresión que me sacaba todo de dentro. Todo mi interior salía y se reflejaba en una faena. Me sentía feliz, me sentía lleno. Y todo lo que no podía decir con palabras, lo decía con la muleta y la espada. Eso fue lo que más me llamó la atención de esto.

De niño, casi no hablaba y logré expresarme toreando mis primeros becerros

-¿Se considera una persona perfeccionista al extremo, tal vez obsesiva? ¿Ha llegado a convertirse en su peor enemigo?

-Yo siempre he visto la vida, no sé si por el lugar donde he nacido, por mi familia, por mis hermanos o por las circunstancias que me han tocado, de una forma en la que había que entregarse mucho, para lo que fuera, para conseguir mis cosas. No solo para conseguir mis cosas en el trabajo, sino también en el amor: entregarme a todo lo que da, apasionarme en cada segundo que me regala la vida. Y en el toreo encontré la verdad más absoluta. No encuentro ninguna otra profesión, ninguna otra actividad, en la que me sienta tan entregado y donde pueda llegar a experimentar emociones tan fuertes como el toreo: el triunfo, los fracasos, las cornadas, el miedo a morir. Creo que, cuando uno supera eso, y cuando uno está viviendo en constante compañía con estos factores que le he enumerado, vive una vida totalmente intensa. Le digo la verdad del corazón: me gusta vivir, me gusta apasionarme en cada momento y no dejar escapar ni un segundo. Por eso soy torero.

-“¿Hasta dónde llegarías por tu pasión? El límite es solo el principio”. Es el lema con el que anuncia sus compromisos taurinos este verano, en plazas como Huelva o El Puerto de Santa María, en las que está anunciado el 3 y 4 de agosto. ¿Dónde se encuentra su techo?

-El límite siempre está donde uno se lo quiera poner y donde se lo permita el alma de cada cual. En mi caso, cuanto más tranquilo estoy, cuanto más en paz me siento, tengo menos límites porque mi alma es libre. Y así todo fluye. Es verdad que la técnica a veces se mejora y otras se empeora, pero lo más importante es el sentimiento, que no debe dejar de brotar nunca. Una vez que dejas de sentir es cuando llegan los límites y todo se jode.

Cuando dejas de sentir, todo se jode

-A causa de ser el número uno, ¿siente que los empresarios taurinos le exigen que llene las plazas, que cuelgue a diario el 'no hay billetes' o que salve incluso un abono? ¿Le han asignado una responsabilidad que, quizá, no le corresponde gestionarla en solitario?

-Es una responsabilidad bastante grande que llevo en mi interior y le doy muchas vueltas, aunque bendita responsabilidad: es lo que he soñado toda mi vida, por lo que he luchado y ahora tengo la suerte de vivirlo. Sería una pena no sentirlo, no disfrutarlo, no aprovecharlo, dejar pasar el tiempo y no ver las cosas positivas. Como todo en la vida, hay momentos duros, momentos en los que sufro, en los que lloro, en los que lo paso muy mal como artista, como persona, como profesional, pero eso es normal, y más en un oficio como este. Luego vienen momentos en los que no me cambio por nadie.

Hay momentos en los que sufro, en los que lloro y en los que lo paso muy mal como artista

-Hace dos años le entrevisté, también para el Grupo Joly, y me respondió que, a veces, pensaba en retirarse. ¿Sigue esa idea en su cabeza?

-Siempre he sido un chico de impulsos, pero reflexionando las cosas. ¿Sabe lo que pienso? Que para que el torero funcione, primero tiene que estar bien el hombre. Ahora mismo estoy pasando por un momento en el que me encuentro muy feliz. He tenido etapas muy duras en las que no me encontraba bien, en las que no le encontraba mucho sentido ni a la vida ni al toreo. Son momentos durísimos, pero tengo la suerte de haberlo superado y poder ser feliz con mi profesión y con lo que hago. A causa de ello, no se me pasa ahora por la cabeza retirarme. Sé que en algún momento tendrá que llegar ese día, pero de momento, no. De momento quiero torear, ser feliz y disfrutar con la gente que me quiere.

-Decía el mítico personaje de Juncal, interpretado por Paco Rabal, que había dos clases de toreros: los de arte y los de bragueta. “Los de bragueta, a cobrar. Los de arte, a acompañar”, aseguraba. ¿Le gustaría ser, de cuando en cuando, de los de arte?

-Yo creo que los de bragueta, aparte de bragueta, también tienen mucho sentimiento, que es lo que transmite al público.

-¿Cuál es su rutina los días de corrida? (La entrevista se realiza el pasado miércoles, la víspera de hacer el paseíllo en el coso de Cuatro Caminos, en la capital cántabra).

-Mire, acabo de llegar a Santander. Hoy supongo que estaré tranquilo, quizá más tarde torearé de salón. No sé: lo que me provoque porque ya uno viene entrenado, ¿no? Entonces ya lo que me diga mi mente y mi cuerpo. Estoy viendo desde la habitación el mar y la verdad que me ha provocado ir a caminar un poquito por ahí. A la playa, ¿no? Meterme en el agua. Se ve caliente, pero creo que este mar, el Cantábrico, es muy frío. Me estaré equivocando. Lo que pasa es que se ve como celestito desde aquí y parece caliente y me apetece mucho. Pero lo estoy dudando. Y luego pues me gusta relajarme: comer rico y descansar. Mañana, cuando me despierte, comeré y no saldré de la habitación hasta la hora de la corrida. Es lo que normalmente hago.

-Usted nació en Lima y vivió allí hasta la adolescencia. ¿Qué es lo más extraña de su tierra?

-La familia siempre se echa en falta. A la mamá, al papá, a los hermanos. Hoy justo es cumpleaños de un hermano mío y están todos juntos. Eso es lo que más se extraña. También estas experiencias te hacen fuerte y, a la misma vez, más sensible. Cuando te reencuentras con ellos lo aprovechas todavía más y le das mucho valor a la familia. Una de las cosas que agradezco a la profesión, fíjese lo que le digo, es haberme separado de mi familia porque le empecé a dar más valor. A los 15 años es difícil que un chico le dé valor a su familia, a los ratos con ellos, con sus padres. Pues yo, a esa edad, cuando me vine a España, me di cuenta de la importancia que tenía y lo aprovecho mucho cuando estoy con ellos ahora, o lo intento.

Separarme de mi familia a los 15 años me sirvió para valorar más los ratos juntos

-¿Dónde vive actualmente, cuál es su cuartel general?

-Vivo a veinte minutos de Sevilla capital, a dos kilómetros de Gerena, en el campo. Es el pueblo donde empecé a vivir a los 15 años, cuando me vine a España. Los Campuzano me presentaron a una señora y me quedé en su casa, María Jesús Quinta, que es la madre de mi picador justamente ahora. Vivo tranquilo ahí, me gusta la zona. La gente es buena y me siento bien acompañado y en familia.

-¿Se ve formando su propia familia dentro de unos años?

-Cuando me provoque tener una familia y se den las circunstancias, nadie me lo va a negar ni nada me va a quitar eso de la cabeza, ni siquiera mi profesión. Creo que para ser feliz y poder transmitir cosas buenas en el mundo del toro, hay que ser feliz como persona y hay que tener la libertad de hacer lo que uno quiera.

Sus próximos compromisos

Roca Rey toreará en Huelva (3 de agosto), El Puerto de Santa María (4 de agosto), Palma de Mallorca (8 de agosto), Pontevedra (10 de agosto), Huesca (13 de agosto), Dax (16 de agosto), San Sebastián (17 de agosto), Gijón (18 de agosto), Málaga (20 de agosto), Almería (21 de agosto) y Bilbao (22 y 23 de agosto).

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