Triunfal despedida de Ponce, que sale a hombros con Luque y David Galván
Cada espada de la terna cortó tres orejas a una desigual corrida de Garcigrande en la que predominó la falta de casta
Ficha técnica:
Tercera de abono de verano en la plaza real
GANADERÍA: Seis de Garcigrande, desiguales de presentación con algun toro muy justito para El Puerto, una corrida a la que se le han cortado orejas y ha recibido aplausos en varios arrastres, con movilidad pero con la nota común de la falta de casta, algunos rajados o faltos de clase y otros con peligro.
TOREROS:
Enrique Ponce de lila y oro, estocada corta tendida OREJA y pinchazo y estocada DOS OREJAS TRAS AVISO.
Daniel Luque de nazareno y oro, estocada trasera y descabello OREJA estocada trasera tendida DOS OREJAS.
David Galván de verde petróleo y oro, estocada delantera atravesada y descabello OREJA y estocada tendida DOS OREJAS.
INCIDENCIAS: Un cuarto de plaza en tarde de calor. Destacó en la brega del segundo Juan Contreras y pareando Fernando Sánchez, Iván García, Víctor del Pozo y Juan Carlos Rey.
La terna ha salido a hombros con empate de trofeos, en la tercera tarde de abono de El Puerto, un triunfo compartido y empatado en la tarde de despedida de Ponce aunque esa igualdad orejera en el hinchado marcador no hace justicia al valor de cada una de las faenas, de distintos matices y calidades.
Hace tiempo que en esta plaza la unidad de medida orejera no es digna de entrar en el museo de pesas y medidas de París. Pues en el festejo de ayer ya el orejerismo se ha extendido a los aplausos en los arrastres, dedicados a toros mansos, o rajados, o con peligro por un público feliz y un palco verbenero y poco exigente.
Baste decir que ayer el pinchazo previo a la estocada de Ponce a su segundo le dolió más al presidente que a Ponce. Al usía se le vio el plumero poncista y por poco rompe el respaldo del asiento. Era evidente que iba a caer la segunda oreja.
Ciero es que era una tarde emotiva de Ponce –emotividad que no se vio en taquilla– y que su despedida de El Puerto, después de más de treinta años de orejas, puertas grandes y toros indultados, eran curriculum propicio para una cálida despedida.
Y lo fue pues hubo una gran ovación tras el paseíllo, saliendo a saludar, la entrega de una placa en el ruedo por la entidad “De sal y oro”, número especial de la banda ambientando la lidia del segundo con la música del concierto de Aranjuez, brillante aunque poco portuense, y doble y clamorosa vuelta al ruedo en su segundo y palmas a compás. Pero hubo más forma que fondo, disfrutamos con el perifollo pero pusieron más carne en el asador Luque y Galván, ambos a por todas.
Ponce tuvo un primero encastado y con motor, justito pero con carbón y el de Chiva se limitó a tirar líneas sin remangarse.Aguantó los asaltos, porque le sobra profesionalidad y oficio pero no hubo pegada para que aquello cobrara vuelo.
Su segundo fue un manso rajado. El toro no quería pelea y se iba de los muletazos a su aire, desparramándose. La inteligencia de Ponce para sacarle partido al son de la banda fue acompañar al toro al tiempo que huía, toreando despeacio y con pulso en muletazos de bonito principio de los que el toro se iba, soseando a media altura. El mansón tuvo nobleza pero se rajaba y allá fue Ponce detrás, luciéndose en un largo recorrido por el albero. Al público le encantó y aquello fue la apoteósis, despidiéndose Ponce como el torero grande que ha sido en esta plaza.
Lo de Luque ha sido un recital de cabeza, sentido de la lidia y torería. Su primero fue un manso rajado que alguna vez fue al bulto y las demás huia acobardado, rehuyendo cites. Juan Contreras lo bregó con oficio e Iván García pareó con facultades.
El matador, con inteligencia, lo paró, sujeto e hizo que se el torotragara no poca muleta con la zurda, con torería y sitio. El toro dejó asomar su fondito de nobleza y el espada supo sacárselo.
Con su descastado segundo y tras el mejor toreo de capote de la tarde, de salida, colocando al caballo y en el quite, lo brindó a los médicos que le asistieron tras la cornada del año pasado. Fue un toro con peligro ante el que Luque se impuso, tenaz y valiente, sin inmutarse con las coladas. El toro se descomponía a mitad de la tanda pero Luque lo dosificó y le cortó las dos orejas con fuerza.
David Galván demostró que no venía de mero telonero de Ponce, ni mucho menos, y le echó mucho valor a su primero, un cinqueño con peligro que acortaba los viajes y le topaba los engaños. Galván se impuso guapamente al enemigo para conseguir rematar con los circulares y las poncinas.
Rayó en de la Isla a gran nivel con el sexto, toro que no terminaba de humillar del todo, rematando por alto. Galván buscó con la zurda y mucha entrega el triunfo con ese toro que no le prestaba profundidad a su emocionada entrega. Pero se impuso de nuevo porque el que lo da todo y en la cara del toro, tiene que sobresalir por fuerza. No hay más.
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