Triunfal despedida de Ponce, que sale a hombros con Luque y David Galván

Cada espada de la terna cortó tres orejas a una desigual corrida de Garcigrande en la que predominó la falta de casta

La última imagen de Ponce de luces en El Puerto. La salida a hombros por la puerta grande fue el punto final de un idilio de más de treinta temporadas y muchos triunfos.
La última imagen de Ponce de luces en El Puerto. La salida a hombros por la puerta grande fue el punto final de un idilio de más de treinta temporadas y muchos triunfos. / Germán Mesa
Francisco Orgambides

04 de agosto 2024 - 00:51

Ficha técnica:

Tercera de abono de verano en la plaza real

GANADERÍA: Seis de Garcigrande, desiguales de presentación con algun toro muy justito para El Puerto, una corrida a la que se le han cortado orejas y ha recibido aplausos en varios arrastres, con movilidad pero con la nota común de la falta de casta, algunos rajados o faltos de clase y otros con peligro.

TOREROS:

Enrique Ponce de lila y oro, estocada corta tendida OREJA y pinchazo y estocada DOS OREJAS TRAS AVISO.

Daniel Luque de nazareno y oro, estocada trasera y descabello OREJA estocada trasera tendida DOS OREJAS. 

David Galván de verde petróleo y oro, estocada delantera atravesada y descabello OREJA y estocada tendida DOS OREJAS. 

INCIDENCIAS: Un cuarto de plaza en tarde de calor. Destacó en la brega del segundo Juan Contreras y pareando Fernando Sánchez, Iván García, Víctor del Pozo y Juan Carlos Rey.

La terna ha salido a hombros con empate de trofeos, en la tercera tarde de abono de El Puerto, un triunfo compartido y empatado en la tarde de despedida de Ponce aunque esa igualdad orejera en el hinchado marcador no hace justicia al valor de cada una de las faenas, de distintos matices y calidades.

Hace tiempo que en esta plaza la unidad de medida orejera no es digna de entrar en el museo de pesas y medidas de París. Pues en el festejo de ayer ya el orejerismo se ha extendido a los aplausos en los arrastres, dedicados a toros mansos, o rajados, o con peligro por un público feliz y un palco verbenero y poco exigente.

Baste decir que ayer el pinchazo previo a la estocada de Ponce a su segundo le dolió más al presidente que a Ponce. Al usía se le vio el plumero poncista y por poco rompe el respaldo del asiento. Era evidente que iba a caer la segunda oreja.

Ciero es que era una tarde emotiva de Ponce –emotividad que no se vio en taquilla– y que su despedida de El Puerto, después de más de treinta años de orejas, puertas grandes y toros indultados, eran curriculum propicio para una cálida despedida. 

Y lo fue pues hubo una gran ovación tras el paseíllo, saliendo a saludar, la entrega de una placa en el ruedo por la entidad “De sal y oro”, número especial de la banda ambientando la lidia del segundo con la música del concierto de Aranjuez, brillante aunque poco portuense, y doble y clamorosa vuelta al ruedo en su segundo y palmas a compás. Pero hubo más forma que fondo, disfrutamos con el perifollo pero pusieron más carne en el asador Luque y Galván, ambos a por todas.

Enrique Pozo, este sábado en la Plaza de Toros de El Puerto.
Enrique Pozo, este sábado en la Plaza de Toros de El Puerto. / Germán Mesa

Ponce tuvo un primero encastado y con motor, justito pero con carbón y el de Chiva se limitó a tirar líneas sin remangarse.Aguantó los asaltos, porque le sobra profesionalidad y oficio pero no hubo pegada para que aquello cobrara vuelo.

Su segundo fue un manso rajado. El toro no quería pelea y se iba de los muletazos a su aire, desparramándose. La inteligencia de Ponce para sacarle partido al son de la banda fue acompañar al toro al tiempo que huía, toreando despeacio y con pulso en muletazos de bonito principio de los que el toro se iba, soseando a media altura. El mansón tuvo nobleza pero se rajaba y allá fue Ponce detrás, luciéndose en un largo recorrido por el albero. Al público le encantó y aquello fue la apoteósis, despidiéndose Ponce como el torero grande que ha sido en esta plaza.

Lo de Luque ha sido un recital de cabeza, sentido de la lidia y torería. Su primero fue un manso rajado que alguna vez fue al bulto y las demás huia acobardado, rehuyendo cites. Juan Contreras lo bregó con oficio e Iván García pareó con facultades. 

El matador, con inteligencia, lo paró, sujeto e hizo que se el torotragara no poca muleta con la zurda, con torería y sitio. El toro dejó asomar su fondito de nobleza y el espada supo sacárselo. 

Con su descastado segundo y tras el mejor toreo de capote de la tarde, de salida, colocando al caballo y en el quite, lo brindó a los médicos que le asistieron tras la cornada del año pasado. Fue un toro con peligro ante el que Luque se impuso, tenaz y valiente, sin inmutarse con las coladas. El toro se descomponía a mitad de la tanda pero Luque lo dosificó y le cortó las dos orejas con fuerza.

David Galván demostró que no venía de mero telonero de Ponce, ni mucho menos, y le echó mucho valor a su primero, un cinqueño con peligro que acortaba los viajes y le topaba los engaños. Galván se impuso guapamente al enemigo para conseguir rematar con los circulares y las poncinas.

Rayó en de la Isla a gran nivel con el sexto, toro que no terminaba de humillar del todo, rematando por alto. Galván buscó con la zurda y mucha entrega el triunfo con ese toro que no le prestaba profundidad a su emocionada entrega. Pero se impuso de nuevo porque el que lo da todo y en la cara del toro, tiene que sobresalir por fuerza. No hay más.

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