Diario de una gran hazaña | Epílogo
Así acabó una gesta que hizo cambiar el concepto del mundo
Diario de una gran hazaña | Capítulo 82 (25 de julio de 1522)
Está agotado después de una aventura increíble que está a punto de cumplir los tres años; está extenuado por esta última travesía de más de siete meses en la mar desde que el pasado 21 de diciembre zarparan de las Molucas, y además con un complicadísimo paso por el cabo de Buena Esperanza de por medio; está hundido por haber tenido que dejar a 13 compañeros presos en Cabo Verde; está ansioso por llegar a España y dar a conocer la hazaña de haber sidos los primeros en dar la vuelta al mundo, y además con un tesoro de casi 30 toneladas de especias a bordo... pero a pesar de tantas urgencias Juan Sebastián de Elcano sabe que ahora más que nunca tiene que ser paciente.
No es el momento de precipitarse. Ahora no, cuando el éxito de la misión está tan cerca. Cualquier paso en falso podría dar al traste con una gesta que él es consciente que traspasará las fronteras españolas para pasar a ser la comidilla de todo el planeta. "Hemos dado la vuelta al mundo", se repite para convencerse de que no es un sueño.
Por eso, para evitar caer a última hora en un error irreparable, el comandante de la Victoria ha decidido no poner rumbo a las Canarias, y eso que el archipiélago español está ahí, a la vuelta de la esquina, a unas pocas jornadas de navegación al nordeste. Bien al contrario, y mientras sigue remontando el Océano Atlántico, Elcano ha ordenado a los pocos miembros que le quedan en su tripulación poner rumbo al norte en dirección hacia las Azores. Es una decisión extraña pero que tiene su explicación.
En las Canarias, bajo dominio español, la Victoria encontraría más avituallamiento y podría hacer escala para reparar los muchos daños que tiene la nave en su esructura antes de enfilar el tramo final del viaje en dirección hacia la costa andaluza. Pero Elcano teme que si los portugueses los están buscando lo primero que hagan es dirigirse directamente hacia el archipiélago canario. Y como allí son escasas las fuerzas militares españoles, el marino de Guetaria entiende que la Armada lusa podría apropiarse de la Victoria y del tesoro que tiene en su bodega con suma facilidad.
Además, como navegante habitual del Atlántico, Elcano también sabe que en esta época del año soplan fuertes vientos alisios contrarios provenientes del noreste que se convertirían en un muro para un velero como la Victoria, ralentizando muchísimo su marcha.
Así que ha diseñado un plan diferente. Huyendo de esos vientos en contra, la única nave superviviente de la flota de las especias dará un rodeo e intentará llegar hasta las islas Azores, bastante más al norte. Y cuando las supere, sólo restaría poner rumbo este en busca de la Península Ibérica. Cruzar las Azores también tiene su riesgo, porque igualmente son unas islas controladas por los portugueses, pero por esta zonadel Atlántico es habitual que crucen naves españolas provenientes de América, y por ello los lusos suelen prestar menos interés. O eso es al menos a lo que se aferra Elcano para mantener el ánimo.
Pero ya llegará el momento de afrontar ese reto. Ahora hay otras preocupaciones porque aún hay enfermos de escorbuto a bordo, porque no sabe si los portugueses le persiguen tras su huida in extremis de Cabo Verde, porque con una tripulación de apenas 19 hombres es muy complicado controlar la nave de manera óptima y porque las bombas de achique no cesan de funcionar a todas horas para aminorar la influencia de las vías de agua que tiene la Victoria.
Casi todo sigue estando en contra, pero España está cada vez más cerca.
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