Diario de una gran hazaña | Capítulo 90 y último (8 de septiembre de 1522)
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V Centenario
El día que se cumplían cinco siglos de que Magallanes y Elcano emprendieran un viaje que algunos han comparado, por lo descabellado, a la conquista del espacio, Sanlúcar se echó a la calle para despedir con honores a la réplica de la Nao Victoria, la única de las cinco que salieron en busca de las islas Molucas navegando hacia poniente que consiguió regresar tres años después con sólo 18 hombres a bordo de los 240 que iniciaron la aventura. Fue una jornada festiva que el pueblo de Sanlúcar se tomó en serio. Casi podría decirse que alguien debiera haber tenido la feliz idea de declararlo como fiesta local, pese a lo cual los actos en sí quedaron algo deslucidos y faltos de contenidos. La exhibición aérea se suspendió por el fallecimiento del comandante Melero y su alumna en un desgraciado accidente, los Harrier de la flotilla de la Base de Rota apenas si hicieron una pasada sobre la fragata Victoria en la boya que a partir de ahora llevará el nombre del Elcano, el pasacalles de época lo protagonizaron unos actores encarnando a los héroes de aquel lejanísimo 1519 a pelo, sin más acompañamiento que el bullicio que su paseo generó, y el mercado situado en La Calzada ni siquiera estuvo amenizado por algún concierto que animara la espera. Así pues, todo el protagonismo se concentró en el acto simbólico, en la réplica de la nao Victoria y su partida desde los pantalanes de Bajo de Guía.
Durante los últimos días el alcalde de Sanlúcar, Víctor Mora, ha dejado caer que ha echado de menos un mayor apoyo del Estado en la celebración de un V Centenario de la primera Vuelta al Mundo cuya idea se engendró en la sociedad civil, mucho más volcada que las instituciones hasta el momento. Uno podría preguntarse cómo habría celebrado el Reino Unido una efeméride como esta si por ejemplo hubiera sido un navegante británico el primero en dar la vuelta al globo.
En Sevilla se ha montado una hermosa exposición, otra en el Museo Naval de Madrid, pero en Sanlúcar, incluso ayer, se echó en falta más aliento en las velas del Gobierno en forma de partidas presupuestarias. Porque, en este caso también, con palabras bonitas y repetir hasta la saciedad esa odiosa frase de poner en valor tal o cual activo, no se consiguen las cosas.
Dicho todo esto, la sociedad sanluqueña sí estuvo a la altura de lo que se esperaba, más si cabe, y convirtió este 20 de septiembre en una fiesta. Desde el principio se pidió por parte del Ayuntamiento que los vecinos se involucrasen y eso hicieron, con un entusiasmo a veces hasta difícil de entender, como resultó ver la playa poblada por miles de personas esperando una exhibición aérea cuya suspensión nadie comunicó en tiempo y hora.
El paso marítimo, de Las Piletas a Bajo Guía, fue desde el mediodía un hervidero de personas que quisieron, con su sola presencia, apoyar la causa del V Centenario. Fueron lo mejor del día. Sin duda. Es más, el bautismo de la boya del Perro con el nombre de Juan Sebastián de Elcano les cogió tan lejos, justo frente al faro de Chipiona, que apenas si podían distinguir la silueta de las embarcaciones entre una mañana brumosa de un verano que también decía adiós con una mano.
Por cierto que el actor que hacía de Magallanes se metió tanto en su papel que llegó a mandar al carajo, tal cual, al vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín, mientras le señalaba con el dedo la recreación de la cofa donde los vigías se situaban para otear el horizonte en lo más alto del palo mayor. Marín, sanluqueño, se tomó con humor la guasa del replicante Don Fernando, que se había venido arriba al verse ataviado como el célebre navegante portugués.
Miles de personas esperaban a Magallanes, Elcano y compañía a ambos lados del pantalán de Bajo de Guía, donde estaba atracada la nao Victoria. La gente se concentraba precisamente en el mismo lugar donde cada año muchos curiosos despiden a los rocieros en el embarque de la peregrinación hacia la aldea almonteña. En vísperas de la celebración del Desafío Doñana, la playa de Bajo de Guía estaba preparada para la dura prueba de triatlón que alcanza hoy sábado su décima edición sin dejar de ser el escenario de otro de los acontecimientos del año en Sanlúcar.
Llegado el momento, y acompañados por autoridades de todas las administraciones, los navegantes se fueron despidiendo del público como estrellas de Hollywood camino de la ceremonia de los Óscar. “Rezad para que la Tierra sea redonda”, “Vámonos que nos vamos”, decían mientras se dirigían hacia el navío. Aplausos, cañonazos y los himnos de Andalucía y de España –que sonaron por megafonía– completaron la recreación histórica de una partida cortita de presupuesto.
Con la Victoria enfilando hacia la desembocadura del Guadalquivir, mientras Álvaro de Marichalar cabriolaba con su moto de agua en el inicio de su particular odisea se dio por concluida una jornada que hoy continuará con la réplica de la nao atracada en el puesto de Bonanza, donde podrá ser visitada.
El Centro de Visitantes de Doñana de la Junta de Andalucía era ayer uno de los sitios más visitados de Sanlúcar. Allí, además de la habitual muestra del parque natural, hay montada una coqueta exposición que cuenta con una réplica a escala de la nao Victoria y que a través de diferentes paneles explica a los visitantes lo que supuso para estos 240 hombres una aventura de la que muchos, incluido su comandante, no regresaron. Entre ellos, curiosamente, nos topamos con Hans Josef Artz, gaditano de adopción y que se sorprendió al comprobar que en la lista de los 18 supervivientes de la hazaña de Elcano había un Hans de Aquisgrán, la ciudad en la que nació. Quién sabe, quizá fuera un antepasado. Por allí también estuvieron José Ramón Pérez Díaz-Alersi, su hijo Juan Manuel, Jesús de Sobrino y otros navegantes que acompañaron a la Victoria en su encuentro con barcos de la Armada.
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