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El Río de la Plata se ha convertido ya en el primer gran fracaso de la expedición a las Molucas que capitanea Fernando de Magallanes y que zarpó de Sanlúcar de Barrameda el pasado 20 de septiembre. Porque sólo como fracaso puede considerarse que el marino portugués fallara en sus previsiones, una vez que ha quedado constatado que el Río de la Plata, esta amplia abertura marítima existente en el continente americano, no tiene conexión con el otro océano, el conocido como Mar del Sur que visualizara por vez primera desde tierra el explorador español Vasco Núñez de Balboa en 1513.
La confirmación de esta mala noticia la ha dado Juan Serrano, el capitán de la Santiago, en el regreso de esta nao al Río de la Plata tras varios días intentando remontar sin éxito el río Uruguay. Nada más llegar al estuario en el que desde el pasado 11 de enero permanecían fondeadas las otras cuatro embarcaciones de esta flota de las especia, Juan Serrano ha tomado un bote y ha desembarcado en la Trinidad para departir allí con Magallanes. En esa reunión el primero de ellos ha comunicado que en el Río de la Plata desembocan los ríos Paraná y Uruguay, que ninguno de ellos puede ser remontado por una embarcación grande y que, por tanto, puede confirmarse que de existir realmente un paso transoceánico, no se encuentra en este enclave del continente americano.
El conocimiento de esta reunión imprevista no ha gustado nada al resto de los capitanes de la expedición, que una vez más se sienten ninguneados por Magallanes. Tanto es así que todos ellos se han personado igualmente en la Trinidad para conocer de primera mano la decisión que vaya a adoptar el marino portugués una vez conocido su fracaso en la búsqueda del paso marítimo al otro océano. A esta reunión se ha sumado incluso Juan de Cartagena, que durante la travesía por el océano Atlántico fue relevado tanto como veedor real de la expedición como de la capitanía de la nao San Antonio San Antonio por decisión expresa del propio Magallanes.
El cónclave entre todos los capitanes ha terminado una vez más como el rosario de la aurora ya que Juan de Cartagena y sus afines exigieron a Magallanes una solución que, según ellos, debía pasar por el inicio del viaje de regreso de las cinco naos a España. Pero de nuevo el marino portugués ha obviado todas estas presiones y, tras expulsar a Juan de Cartagena de esa reunión, decidió, haciendo uso de su posición de fuerza como capitán general de la expedición patrocinada por Carlos I , reemprender la marcha poniendo rumbo hacia el sur para seguir costeando el continente americano. La orden fue dada ayer, 2 de febrero de 1520, y hoy, día 3, las cinco naos han dejado ya atrás este enclave tan hostil en el que no han podido desembarcar por la presencia de tribus caníbales.
Eso sí, pese a no haber tomado tierra, en estas tres semanas de espera en el Río de la Plata la expedición ha sufrido dos bajas. La primera se produjo el 25 de enero, cuando un grumete portugués de nombre Guillermo perdía la vida tras caer al mar por un accidente. Y ayer, 2 de febrero, el que fallecía era un marino vasco tras recibir un golpe durante una maniobra.
Convencido de que en algún lugar más al sur tiene que haber algún paso al otro océano, y aunque es sabedor de que el nerviosismo se ha apoderado de la expedición, Magallanes ha decidido adentrarse en un mundo totalmente desconocido, ya que no hay constancia de que algún marino europeo haya navegado antes por esta zona tan al sur del nuevo continente descubierto por Cristóbal Colón.
Además, y por si todas estas preocupaciones fueran pocas, el marino portugués no las tiene todas consigo y no descarta que pueda haber un conato de motín en la expedición en cualquier momento. Por ahora lo que tiene claro es que sus decisiones siguen originando muchos recelos entre los capitanes españoles de las naves restantes, salvo el de la Santiago, que sí es de su total confianza.
Pero ahora su preocupación más inminente es que el tiempo y el estado de la mar empeoran a pasos agigantados cada día que pasa.
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