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El invierno austral es la estación más fría del año en el hemisferio sur. Al contrario de lo que ocurre en el hemisferio norte, se da entre los meses de junio y septiembre, con temperaturas que descienden a medida que nos alejamos del ecuador, llegando a encontrar condiciones adversas cuanto más cerca de los polos, con temperaturas bajo cero, nevadas y vientos que llegan a ser intensos y constantes.
El invierno austral es más notable en Sudamérica cuanto más ascendemos en latitud en el hemisferio sur. Se trata de una estación relativamente suave cuanto más cerca del ecuador pero, a medida que nos desplazamos hacia el sur las condiciones se vuelven más adversas. Al sur del continente americano, en su costa oriental, los inviernos se caracterizan por ser fríos, ventosos y muy nubosos. A pesar de las pocas horas de sol, como consecuencia de las nubes, no es una estación muy lluviosa en la zona. Las temperaturas máximas no superan la barrera de los 6-7ºC, mientras que las mínimas pueden descender de 0ºC. Los vientos dominantes son del oeste-suroeste, no excesivamente fuertes pero sí frecuentes y constantes. La humedad en esta época es alta, en torno al 70% por la menor temperatura del aire, lo que contribuye, junto con el viento, a una mayor sensación de frío. Las precipitaciones no son abundantes pero, en ocasiones, son en forma de nieve.
Pero, ¿cómo pudo combatir la flota de Magallanes este invierno austral hace ahora cinco siglos? Navegando por la costa oriental del continente americano la expedición se encuentra con un cambio gradual en las condiciones meteorológicas a medida que avanzan hacia el sur. Ellos no conocen cuáles pueden ser las causas de ese cambio de condiciones porque, hasta ahora, es un lugar desconocido y no se tienen conocimientos avanzados de meteorología.
Se acerca el invierno austral y con el paso de los días aumentan las dificultades para seguir navegando. De unas condiciones más tranquilas cambiamos a otras con mayor inestabilidad atmosférica y, además, los días comienzan a ser más cortos que las noches. El viento se va haciendo más frecuente y el frío se convierte en el gran protagonista. Todo ello, unido a la cercanía del mar y a la humedad relativa que supone, hacen que las condiciones para seguir la marcha sean realmente adversas, por lo que hay que parar, hasta nuevo aviso, en la Bahía de San Julián, al resguardo del intenso viento y del frío.
Durante una tregua en agosto, en plena estación invernal, deciden continuar pero rápidamente se ven frustrados, de nuevo, y se ven obligados a realizar una nueva parada, en este caso unos pocos kilómetros al sur, en la Bahía de Santa Cruz. Se trata de mejorías transitorias que duran muy pocos días, volviendo rápidamente un tiempo más severo y normal para la época en la zona.
Sin duda, el principal enemigo de la expedición que comanda Magallanes es el frío, ya que muchas noches se dan temperaturas por debajo de 0ºC y durante el día, apenas se superan los 5-6ºC. A ello hay que sumarle el constante viento dominante en la zona de oeste-suroeste, lo que junto a la humedad de la propia costa aumenta la sensación de frío y en algunos momentos estamos hablando de una sensación térmica que puede llegar a -10ºC, lo cual imposibilita totalmente el desarrollo de la navegación.
Aunque la lluvia no es muy abundante durante el invierno austral, de vez en cuando aparece, e incluso en forma de nieve durante la noche y a primera hora de la mañana, lo cual dificulta, y bastante, la visibilidad en alta mar. No hay que olvidar también la formación de pequeños bloques de hielo en un mar siempre agitado por el viento y el oleaje. Esos bloques de hielo hacen muy peligrosa la navegación, con riesgo de naufragar, para unas embarcaciones que además están hechas de madera.
Por lo tanto, hay que protegerse en zonas donde el paso del invierno austral sea un poco más llevadero, a la espera de la llegada de un tiempo más estable y favorable que permita poder seguir navegando. A partir de finales de septiembre los días son más largos y el frío va decreciendo con el paso de los días y es en octubre cuando la expedición decide continuar su camino en búsqueda de lo que hoy conocemos como Océano Pacífico.
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