¡El Océano Pacífico, al fin!
Diario de una gran hazaña | Capítulo 36 (27 de noviembre de 1520)
Tras 14 meses de búsqueda y muchos disgustos Magallanes ha desembocado hoy en el deseado Mar del Sur. Ahora queda llegar a las Molucas, cargar los barcos de especias y regresar
El rumbo a seguir a partir de ahora está claro: al norte, siempre al norte, en busca de los trópicos, donde está la Especiería
Hazaña completada. Una flota española compuesta por tres naves y 170 hombres y capitaneada por el marino portugués Fernando de Magallanes se ha convertido hoy, 27 de noviembre de 1520, en la primera expedición que desemboca en el Océano Pacífico navegando desde el Atlántico. Y ello ha sido posible gracias al descubrimiento del paso marítimo localizado en el cono sur del continente americano y que a principios de este mes bautizaron como el Paso de Todos los Santos.
Hace siete años, en septiembre de 1513, el español Vasco Núñez de Balboa fue el primer europeo en contemplar este océano. Lo hizo durante una travesía a pie desde una cordillera de Panamá. A renglón seguido el conquistador extremeño bajó hasta una playa, entró en el mar con el agua hasta la rodilla y alzando la espada tomó posesión de este Mar del Sur, como lo bautizó, en nombre del Reino de Castilla. Nadie podía imaginar que siete años después y muchísimos kilómetros más al sur, tres naves españolas empezarían a remontar este mismo mar provenientes del Atlántico.
Para lograr esta hazaña Magallanes ha invertido mucho tiempo y ha sufrido un sinfín de reveses. Lo del tiempo está claro: 14 meses hace que zarparon de Sanlúcar y ahora han completado el primero de los tres objetivos que tenía fijados antes de la partida y que eran desembocar en este océano navegando siempre hacia Occidente, llegar a las Molucas para cargar los barcos con el máximo de especias que puedan almacenar y finalmente regresar a España. En todo este viaje el marino portugués calculaba que invertiría en torno a un par de años. Ahora ya sabe que será más tiempo.
Y en cuanto a los reveses vividos, la relación es larguísima. Pero el palo más duro ha sido sin duda la deserción de la nao-despensa de la expedición, la San AntonioSan Antonio, que navega ya de regreso a España con 60 hombres a bordo.
Para no perder ninguna de las tres naves que le quedan, Magallanes dejó claro que la entrada al Mar del Sur desde el Paso de Todos los Santos había que hacerla con la mayor de las cautelas. Por ello, han sido tres los días en los que esta expedición ha navegado por el angosto canal que se abría al noroeste y que ha desembocado en el nuevo océano.
En fila india, con poca velocidad y dejando cierta separación entre cada barco. Así ha sido esta última travesía que se inició en la Bahía de las Sardinas y en la que la tripulación ha tenido que poner en práctica toda su sapiencia marinera para no sufrir contratiempos con un viento muy fuerte en contra, unas corrientes extremas y poco espacio para maniobrar. Además, desde algunos desfiladeros caían a veces bloques de hielo que al precipitarse sobre el agua originaban un peligroso oleaje. Cruzar el llamado Paso Tortuoso fue la última prueba de fuego.
Eso sí, pese a tantas maniobras la tripulación ha tenido tiempo de contemplar la belleza impactante de este espacio natural, con altas cumbres nevadas y bosques que llegaban hasta la misma orilla, lo que propiciaba la presencia en el mar de muchas ramas y algas.
Pero tanto sufrimiento mereció la pena porque nada más dejar por babor la punta de tierra que han bautizado como Cabo Deseado, la flota se ha encontrado con un Mar del Sur que les ha recibido con su azul más intenso y con una tranquilidad que ha devuelto la calma a estos 170 hombres.
A partir de ahora Magallanes lo tiene clarísimo: rumbo norte, siempre al norte, en paralelo a la costa por si hay que fondear en caso de emergencia y buscando los trópicos, donde están las islas Molucas y también esas temperaturas cálidas que vienen echando de menos desde hace muchos meses.
Con el optimismo por bandera la Trinidad, la Victoria y la Concepción empiezan ya a remontar este océano desconocido. Atrás dejan un paso marítimo laberíntico y espectacular de unos 550 kilómetros de longitud en el que han invertido 38 días, muchos esfuerzos y demasiados disgustos. Pero atrás dejan también una proeza que seguro que va a hacer historia.
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