Tomatito afina las noches flamencas de La Isla
El guitarrista brindó todo un espectáculo en recuerdo de Camarón
San Fernando/Fue todo un especáculo. Y La Isla refrendó la vocación flamenca recién descubierta -al fin- hace unos años que sigue la brújula que marca el legado de Camarón. José Fernández Torres, Tomatito, en la Isla de Camarón, entregándose al recuerdo del genio del cante mientras la Leyenda del tiempo sonaba en la céntrica plaza de la Iglesia y el icónico tema que revolucionó el flamenco allá por los años 70 se convertía en un nuevo himno para San Fernando.
Porque todo esto pasaba -pasa- cuando la ciudad en la que nació José Monje Cruz lleva ya cinco veranos aliñando el verano con el festival La Isla Ciudad Flamenca, que desde la iniciativa privada ha ido dando forma a ese mundo antes tan disperso y ha ido -prácticamente- adueñándose de la agenda estival. Y pasaba también -pasa- cuando los trámites paraer abordar la construcción del Museo Camarón -que vendrá a ser el templo de esa Isla flamenca- afrontan la recta final. En septiembre, de hecho, se espera resolver la adjudicación de las obras de este gran proyecto que se levantará junto a la Venta de Vargas.
Así que el contexto que acompañó anoche el concierto de Tomatito, esa toma de conciencia del legado flamenco por parte de los isleños, era importante. Fue el telón que envolvió en el escenario a este concierto al aire libre que hizo disfrutar a muchos con una auténtica exhibición de flamenco de primer nivel, flamenco puro. Lo mejor.
Quiso el Ayuntamiento revivir la escena que el año pasado marcó la conmemoración del 25 aniversario de la muerte de Camarón. Y optó por la misma fórmula en busca de una respuesta multitudinaria y siempre agradecida. Un escenario al aire libre, en el centro de la ciudad, un concierto gratuito y un nombre propio del flamenco -uno de los grandes- para recordar al artista. En esta ocasión, Tomatito, el que durante 18 años acompañó al mismísimo Camarón ayudando a fraguar el mito que se consumó con la temprana muerte del cantaor.
A las diez y media de la noche, Tomatito, arropado por un plantel de artistas de primera, subió al escenario que miraba a la calle Real para dejar hacer a su guitarra. Pronto, la plaza de la Iglesia se llenó. El público se agrupó a su alrededor hasta llegar a la altura del centro de congresos. Desde hacía rato la decena de sillas que se había colocado frente al escenario estaban ocupadas. Y por ellas, a esas horas de la noche en las que Tomatito empezaba a regalar sus primeros temas, circulaban las improvisadas cenas: bocadillos, latas y hasta papelones de pescaíto se vieron pasar... Hay quienes, precisamente por eso, pusieron en duda antes del concierto la ubicación del escenario escogida por el Ayuntamiento: un recital de guitarra bien merece un auditorio más recogido, más dispuesto a prestar oídos que a pasar el rato. Pero lo cierto es que Tomatito y los suyos estuvieron por encima de todo eso. Superaron esas 'dificultades' para regalar a La Isla una hora y media del mejor flamenco.
Tomatito fue parco en palabras a la hora de dirigirse al público. Lo suyo, está claro, es la guitarra. Pero sí recordó al "más grande" para reconocer el honor que suponía tocar en la ciudad que lo vio nacer. Y tuvo también un cariñoso gesto hacia el veterano cantaor chiclanero Rancapino, al que le lanzó una dedicatoria muy especial al comienzo de la velada. Acompañó al célebre guitarrista su hijo, José del Tomate, que dio también buena cuenta de su hacer al toque. Y, aunque la guitarra fue la protagonista indiscutible de la velada, el cante de Morenito de Illora y Kiki Cortiña se convirtieron también en piezas esenciales del espectáculo, al igual que la percusión perfecta de Israel Suárez Piraña. El broche final que terminó por llevarse al público de calle fue la aparición en el escenario de El Pollito. El diálogo que el bailaor entabló con la guitarra de Tomatito fue uno de los grandes momentos del concierto.
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