¿El cliente siempre tiene la razón?: Reseñas maleducadas y surrealistas a bares y restaurantes
Los negocios hosteleros soportan en muchas ocasiones ciertas conductas inadecuadas que hacen dudar de esa vieja afirmación
Una cuenta de X recopila contestaciones de establecimientos a opiniones polémicas de consumidores
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La educación y el respeto son principios sobre los que se debe regir cualquier comunicación. Uno de los principales pasatiempos en un país como España, y más en una provincia como Cádiz, es comer en bares y restaurantes. Estos establecimientos lucen abarrotados todo el año, más aún en verano. La gastronomía gaditana, bien lo merece. La cara desagradable de este aluvión de gente en los locales hosteleros es la poca empatía. La cuenta @SoyCamarero de X lleva años recogiendo cómo se las gastan algunos clientes y dueños de negocios que ofrecen condiciones laborales irrisorias. En casi todas las reseñas más polémicas hay un denominador común: personas exigentes sin capacidad de comprensión.
El mencionado perfil aborda a diario algunos de los atropellos más flagrantes a los profesionales del sector de la hostelería que reproducen los vicios de los consumidores más desagradables. Por empezar con los ejemplos de reseñas que rozan lo dantesco: "No puedo opinar nada del restaurante, teníamos la reserva pero ha sido imposible aparcar, tampoco ha sido muy amable la persona a la que he avisado que no encontrábamos aparcamiento". El local se lleva una reseña muy negativa por una causa ajena y por pura frustración del cliente.
Otro aspecto polémico es el de los horarios, que normalmente suelen estar publicados en páginas webs, redes sociales y perfiles de Google. Uno de los casos que publica este perfil es el de una persona que se queja de que la cocina cierre a las 22.30 horas: "Tiene buenas reseñas, aunque ponga el horario encuentro ridículo que cierren la cocina los fines de semana a las 22.30 horas. Para el dueño, como si fuera lo más normal del mundo, tratándose de agosto.... Pero lo entiendo, lo llevan unos abueletes".
También sobre horarios, están los que entienden que la fiesta nunca debe parar y los bares deben abrir para cuando ellos así lo precisen: "Fuimos un día a las 3 de la mañana y estaba cerrado. Con las ganas que teníamos de ver el verdadero y único sitio. Nos arruinó la noche y nos fuimos a casa con una pizza". El local les contestó con demasiada cortesía: "Lamentablemente, nuestro equipo solo trabaja de martes a domingo a 12.00 a 00.00. Sentimos que quisierais tomaros unas pizzas a las 3 de la mañana, pero a esa hora nuestro equipo descansa después de un día duro. Sentimos haberte arruinado la noche, pero las familias y el descanso de nuestros trabajadores están primero".
La toxicidad propia de las redes, y de muchos de los clientes, se hace ver en ciertas opiniones casi gratuitas. Una de las más particulares es una que cuenta que le encantó la atención y la comida pero una de las camareras tenía una vestimenta demasiado provocativa. Continúa diciendo que "no era para nada apropiado tener a una joven con un vestigo largo de licra con la espalda descubierta paseándose por las mesas. Si quisiera que mi marido vea culos lo llevo a comer a un puticlub". Para terminar la crítica, dice que no va a pisar más el sitio.
Los profesionales de hostelería tienen que lidiar con la impaciencia de los comensales. La cosa empeora cuando se emplean malas formas y hay cierto desconocimiento de dónde se está. Este es otro caso que comparte la cuenta. El de un cliente que aseguró que "tardaro mucho", unos 20 minutos entre plato y plato. La dirección del restaurante replicó a esto recordándole que son un restaurante, no un local de comida rápida, que comieron en menos de una hora y que hubieran estado dispuestos a escuchar, a compensar si hiciera falta. Pero esa posibilidad quedó descartada por el trato maleducado con una de las camareras.
En definitiva, las malas formas no son buenas consejeras. Aunque la mayoría de casos impera la cordialidad, no olvidar el respeto es un punto básico para tener la razón. Y hay clientes que la olvidaron.
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