Mitos del verano: ¿hay que esperar dos horas para bañarse para evitar un corte de digestión?

Las playas de Cádiz ya lucen repletas de familias que apuran hasta las últimas horas del día para refrescarse en las aguas, evitando así las altas temperaturas en casa. Sobre todo los más pequeños, apenas salen del agua, algo que genera algún que otro dolor de cabeza a los progenitores. Tanto es así que, en determinados momentos como la hora de comer, utilizan estrategias argumentativas como el "corte de digestión" para frenar un poco esas ansías de estar permanentemente en el agua. ¿Existe de verdad esa amenaza de sufrir desmayos por entrar en el agua después de ingerir alimentos?

La realidad es que los expertos afirman que no hay ninguna relación con esto. Lo que popularmente se denomina "corte de digestión" se llama 'hidrocución' y se produce como consecuencia de un cambio brusco de temperatura al entrar en aguas frías. Los grados de diferencia entre un exterior a más de treinta grados, caso de la costa de Cádiz, con el frío marino hace que los vasos sanguíneos se estrechen, fluya menos sangre al cerebro y hasta pueda producirse un desmayo. Por lo que en casos de días con temperaturas extremas, lo más sensato para evitar un posible malestar es entrar con cautela dentro del mar o la piscina. Este choque puede causar malestar en los más pequeños y hasta ocasionar algo de fiebre. Precisamente, en ese caso, otro mito del que avisan los pediatras es que no hay que bañar en agua fría bajo ningún caso para reducir la fiebre.

La hidrodución puede afectar a los adultos de igual manera, hay incidencias en adultos por haberse bañado tras haber estado muchas horas al sol o tras ejercicio físico. Los síntomas principales de la hidrocución son dificultades respiratorias, aumento frecuencia cardíaca y mareos.