¿Por qué son necesarias las vacunas contra el covid?

La rapidez en la producción de las vacunas y los mitos que las rodean, principales motivos esgrimidos para no vacunarse

Reportaje: Vacunas: humanas y humanitarias

Una chica se vacuna en el punto del edificio Melkart.
Una chica se vacuna en el punto del edificio Melkart. / Miguel Gómez
A. R. / R. G.

13 de diciembre 2021 - 11:51

Desde que Edward Jenner experimentó la primera vacuna de la viruela en 1796 hasta hoy, han transcurrido 225 años, más de dos siglos en los que la investigación ha logrado controlar e incluso erradicar enfermedades producidas por virus y bacterias. Según la OMS, las vacunas salvan cada año entre dos y tres millones de personas.

El año 2020 vino marcado por la eclosión del virus SARS Cov-2 (COVID-19) y por la rapidez con las que decenas de compañías farmacéuticas e instituciones académicas comenzaron a estudiar para diseñar una vacuna lo más rápido posible que permitiera salvar vidas. Y es esta rapidez la que por lo general suele generar más suspicacias entre los 'negacionistas' de las vacunas, un porcentaje estadísticamente insignificante en España –un 0,9% de ciudadanos es contrario a las vacunas en general y un 1% no se vacuna nunca, según el último barómetro del CIS.

La propia Organización Mundial de la Salud salió al paso de estas críticas para explicar cómo fue posible que, al contrario de otras vacunas, las que se estaban diseñando contra la covid-19 se hubieran desarrollado a tal velocidad. La OMS exponía las siguiente razones

  1. La ingente inversión financiera de los gobiernos, la industria y las organizaciones filantrópicas en el desarrollo de vacunas y la reorientación de gran parte de la infraestructura mundial de comercio y de investigación hacia el desarrollo y la fabricación de vacunas. Además, los gobiernos permitieron a las compañías tomar el riesgo comercial de fabricar reservas de vacunas antes de las aprobaciones reglamentarias.
  2. Las vacunas de ARN mensajero se desarrollaron para la COVID-19 con gran rapidez después de determinarse la secuencia del virus que provoca la enfermedad, pero la tecnología de base estaba en proceso de desarrollo desde mucho antes, por lo que la producción podía ampliarse a escala muy rápidamente. La tecnología de adenovirus utilizada para las vacunas con vectores adenovíricos se probó primero con el SRAS, el MERS y el virus del Ébola a lo largo de los últimos 20 años, por lo que fue posible adaptarla rápidamente al virus de la COVID-19, que guarda algunas similitudes con aquellos.
  3. Fue posible alistar rápidamente a un gran número de voluntarios para los ensayos clínicos, y debido a las lamentablemente altas tasas de infección en varios países, finalizar ensayos con 10.000 - 50.000 personas en un plazo breve de tiempo. En circunstancias normales, puede llevar muchos meses o incluso varios años realizar ensayos de este calibre para determinar la eficacia de una vacuna.
  4. Los investigadores predijeron que la «proteína espicular» del virus sería un buen blanco para orientar el desarrollo de las vacunas, y casi todas las vacunas se han diseñado para inducir la respuesta a esta proteína. De momento, la proteína espicular ha generado una respuesta inmunitaria robusta en las personas vacunadas, y las vacunas de este tipo que han notificado resultados clínicos ofrecen una protección alta frente a la COVID-19.

A parte de la rapidez de la producción, existe toda una serie de mitos entorno a las vacunas que no tienen ninguna base científica ni racional. Jesús Ruiz-Aragón, microbiólogo clínico experto en vacunas del Hospital de La Línea y coordinador de las Jornadas de Vacunología Basada en la Evidencia de la provincia de Cádiz lo explicaba muy claramente en este reportaje de Diario de Cádiz: 'Vacunas: humanas y humanitarias'.

Con la vacunación de los niños a las puertas, las pediatras Concepción Villaescusa Lamet y María Jesús Mojón Zapata, delegadas del Colegio de Médicos de Cádiz en el Campo de Gibraltar y en Jerez, respectivamente, explicaban también el beneficio del compuesto aprobado por la Unión Europea para esta franja de edad corresponde a la vacuna Comirnaty (de Pfizer) con 10 microgramos, es decir, un tercio de la utilizada en la población adulta, y distribuida en dos dosis. "La vacunación infantil sirve de protección no solo individual sino también de las personas vulnerables en el entorno de los niños", precisan en una entrevista a este medio.

Ahora, los datos

Colas para vacunarse en el Palacio de Congresos de Cádiz.
Colas para vacunarse en el Palacio de Congresos de Cádiz. / Jesús Marín

El 27 de diciembre de 2020 se puso la primera vacuna en la provincia de Cádiz. La Junta de Andalucía comenzó con las residencias de mayores de Arcos y Jerez.

El 4 de diciembre de 2020, la tasa por 100.000 habitantes en la provincia era de algo más de 300 casos. Había llegado a 480 en noviembre -el pico de la segunda ola- y bajaba hasta los 271 el día 7. A mitad de noviembre había 381 ingresados, con 59 personas en las UCIS y descendía hasta 237 en la primera semana de diciembre, aunque aún con casi medio centenar de pacientes graves en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales gaditanos. El mes terminaba con nada menos que 138 fallecidos por covid.

Los ingresos a final de enero y el mes de febrero de 2021, cuando aún la vacuna se limitaba a los grupos de población de más edad, los hospitales de la provincia llegaron a tener casi 1.000 personas ingresadas y aproximadamente unas 100 estaban en unidades UCI.

Ahora, la curva va en sentido contrario: en noviembre se produjeron 3 muertes en la provincia y terminó con 37 ingresos, 7 de ellos en UCI. En lo que llevamos de mes de diciembre se han notificado 2 fallecimientos.

Los no vacunados son además los que más están sufriendo los últimos embates de la pandemia. Así, desde el pasado verano, la inmensa mayoría de los pacientes contagiados que han ingresado en el Hospital Puerta del Mar, como centro de referencia sanitaria en la provincia no se ha vacunado.

Fuentes oficiales aseguraban a medidos de noviembre que en la UCI, a excepción hecha de los pacientes inmunodeprimidos, sólo había enfermos que no se habían inyectado los virales todavía, en un porcentaje nunca inferior “al 80%”. "Salvo aquellos pacientes que siguen un tratamiento de quimioterapia o que no responden a las vacunas porque sufren patologías inmunodepresoras, el resto son usuarios que no se han puesto la vacuna", aseguran. Y esto es así, de acuerdo con las mismas fuentes de la Consejería de Salud, desde el pasado verano "salvo excepciones muy contadas".

En esta misma línea, se manifestaron los virólogos Adolfo García Sastre y Ana Fernández-Sesma, dos de los mayores expertos del mundo en covid-19. En una conferencia celebrada en verano en el Puerta del Mar afirmaron que "la variante delta está afectando fundamentalmente a los no vacunados".

El principal riesgo frente al covid es la no vacunación

La vacunación, en el caso del covid que es una enfermedad que aún no cuenta con un tratamiento específico una vez que se manifiesta, es fundamental por dos motivos. Por un lado, para prevenir la propagación: conseguir tasas de vacunación elevadas entre la población es esencial para que el virus ya no pueda circular y se pueda bloquear su transmisión.

Por otro lado, aunque las vacunas no evitan el contagio, sí hacen posible que, en el caso de que el contagio se produzca, no se desarrolle la enfermedad o no de forma tan grave que nos lleve a desarrollar otros síntomas más severos que sí requerirían hospitalización como la bronquitis bilateral.

Además, la combinación de las vacunas con otras medidas de prevención como el uso de la mascarilla, la distancia de seguridad interpersonal o el lavado de manos frecuente podría la ser la clave para lograr controlar la pandemia.

Otros éxitos de las vacunas

La propia Historia ha terminado demostrando el éxito notable que los distintos procesos de vacunación han obtenido a lo largo de los últimos 50 años. La erradicación de la viruela en 1980; la vacuna de la poliomielitis paralítica, que hizo disminuir el 99,5% su incidencia; o la creación de vacunas con tecnología recombinante en 1986 contra la hepatitis B, que no solo consiguió contener la infección sino que redujo el riesgo de cáncer hepático, son solo unos ejemplos de los beneficios obtenidos para la salud de la población mundial.

En la actualidad, se disponen de más de 20 vacunas para protegernos de diversas enfermedades infectocontagiosas.

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