Cádiz

Prohibido el cante nocturno, y muchas más cosas, en las viviendas municipales en Cádiz

Vecinos de la finca de Botica, 29.

Vecinos de la finca de Botica, 29. / Lourdes de Vicente

Conseguir una perfecta convivencia entre quienes residen en un mismo bloque de viviendas no es nada sencillo. Las rencillas entre una casa y otra pueden estar a la orden del día y provocar, en casos extremos, enfrentamientos que acaban con los implicados en la jefatura de la Policía Local.

Como promover el diálogo a veces resulta complicado, siempre es bueno contar con normas de “obligado cumplimiento” que calmen las aguas y mejoren esta convivencia.

Ese es el objetivo que se marcó en su día la empresa municipal de la vivienda de Cádiz, Procasa, al elaborar un guía de convivencia para el conjunto del parque público. Que no es poco: un centenar de fincas y más de 2.000 familias, lo que pueden ser al menos 8.000 vecinos. Todos, residiendo en las VPO municipales.

La guía, aprobada por el anterior gobierno municipal al filo del final de su mandato, ya evidencia que "los nuevos estilos de vida, la urbanización, la convivencia en edificios y el nuevo concepto de intimidad han cambiado las formas de convivencia vecinal. Hoy conocemos -relata el documento denominado ‘Contigo Vivo’- los lloros, los ruidos, los horarios, las penas y las alegrías de vecinas y vecinos; pero en honor a la intimidad, cerramos la puerta y tan solo nos dirigimos a las demás personas para quejarnos o unirnos ante una queja y, muy raramente, para generar buena vecindad".

Así que hay que tomar medidas para llevar por buen camino a este amplio y dispar colectivo.

Fachada de una finca propiedad de Procasa. Fachada de una finca propiedad de Procasa.

Fachada de una finca propiedad de Procasa. / Julio González

Consumo de agua y electricidad

La norma, elaborada tras numerosas reuniones con grupos ciudadanos, traslada formas de convivencia pero impone también controles muy estrictos en determinadas cuestiones. Aborda también modos de comportamiento para reducir el consumo de la electricidad y el agua y, al final, aporta una guía de sanciones de menos a más para quienes incumplan lo estipulado en esta guía.

Este documento, en todo caso, abre la posibilidad de que las propias comunidades de vecinos se doten de herramientas para funcionar con autonomía, si así se mantiene mejor la convivencia.

Con todo, se plantea una serie de principios sobre los que se basa la convivencia vecinal y cuyo incumplimiento puede provocar sanciones hasta muy graves que conllevarían incluso la resolución del contrato de arrendamiento.

Hay normas para todo, pero con especial incidencia en el respeto al descanso de los vecinos.Así, se dedica un capítulo al ruido. Y se es claro y rotundo.

En este sentido se indica que "hay que evitar ruidos que perturben el descanso vecinal entre las diez de la noche y las ocho de la mañana, respetando en verano las horas intermedias del día entre las tres y las cinco de la tarde".

En este periodo horario, Procasa prohíbe en sus VPO ruidos como "cantar, gritar, hablar fuerte, saltar, tocar instrumentos musicales, elevar el volumen de la televisión, radio, cadena musical; el uso de electrodomésticos ruidosos (aspiradora, lavadora). También el traslado de muebles, hacer reparaciones domésticas como bricolaje y obras".

Estos limites vecinales en horario de descanso se extienden también a otras acciones de la vida diaria que, mal ejecutadas, pueden provocar conflictos vecinales.

Sacudir las alfombras

Por ejemplo, la norma impuesta por Procasa en todas las VPO de su propiedad prohíbe "sacudir alfombras por la ventana, echándole la suciedad a los vecinos, así como lanzar objetos como colillas de cigarros".

Igualmente se impide regar las plantas en horas no permitidas si antes no se revisa que pase alguien por la zona, o que haya ropa tendida. En este sentido, se propone un horario de once de la noche a ocho de la mañana para poder realizar esta actividad.

También está prohibido tender ropa en los balcones o ventanas de las edificaciones que den a la calle. En este sentido, hace más de treinta años, durante el mandato del alcalde Carlos Díaz, ya se dictó un bando sobre esta acción para el conjunto de la ciudadanía. La norma de Procasa limita el tendido a los tendederos interiores, pero con una advertencia: "que la ropa esté debidamente escurrida para evitar molestos goteos o chorreos a quienes viven en los pisos bajos".

Lo cierto es que buena parte de estas normas deberían de cumplirse por parte de los ciudadanos sin la necesidad de estas recogidas en una guía, algo que desgraciadamente no pasa.

La cada vez más extendida presencia de mascotas en las casas gaditana, especialmente de perros, también ha obligado a Procasa a incluir un apartado en su manual de convivencia vecinal sobre cómo deben comportarse estos animales. Y sus dueños.

Por lo pronto, Procasa deja claro algo que debería ser obvio: "se podrán tener mascotas, siempre y cuando tengan sus identificativos sanitarios legales y se trasladen por las zonas comunes debidamente atados y con bozal si es agresivo o lo exige su raza".

Lamentablemente esta circunstancia no se da en los espacios públicos de la ciudad, como algunos parques, donde los perros corren sin control, y menos sin seguridad para los viandantes.

La sociedad municipal también advierte que estas mascotas no podrán realizar sus necesidades fisiológicas en las zonas comunes. Y si ocurriera, habrá que limpiarlo de forma inmediata. Igualmente, ningún animal podrá pernoctar ni ocupar zonas comunes fuera de la vivienda de su propietario.

El documento municipal incluye también la prohibición de "realizar reuniones en zonas comunes que causen ruidos y molesten a quienes estén en sus viviendas". La empresa de la vivienda del Ayuntamiento de Sevilla acaba de aprobar una guía similar a la de Cádiz donde se es más específico en este punto, prohibiendo expresamente la celebración de fiestas de cumpleaños en estos espacios comunes, sin autorización previa.

Se entiende que el artículo de Procasa mantiene se puede leer también en este sentido.

El documento se completa con cuestiones aún más obvias, como la prohibición de utilizar el ascensor a los menores de 12 años si van solos, la prohibición de dejar bicicletas, motos ni carros de la compra dentro del portal o las zonas comunes, y almacenar sustancias insalubres o peligrosas en los trasteros o garajes.Y junto a ello, la necesidad de cumplir con el máximo civismo en lo que se refiere a la limpieza y el depósito de las bolsa de basura en los contenedores.

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